Las palabras que de pronto escucho me suenan a m\u00fasica celestial. \u00a1Lo\nm\u00e1s hermoso escuchado en mucho tiempo! <\/p>\n\n\n\n
–Puchas, \u00bfqu\u00e9 vamos a hacer un\nmes entero metidos en esta custi\u00f3n<\/em>? <\/p>\n\n\n\n La custi\u00f3n<\/em> es Papeete,\ncapital de la Polinesia Francesa, para\u00edso del Pac\u00edfico. Los que hablan, dos\nj\u00f3venes profesionales de Concepci\u00f3n, est\u00e1n sentados sobre la vereda, con los\npies en la cuneta… <\/p>\n\n\n\n Llevan solo cuatro d\u00edas en Tahit\u00ed despu\u00e9s de un a\u00f1o de econom\u00edas y con\notro a\u00f1o por delante lleno de deudas. \u201cPara esto…\u201d <\/p>\n\n\n\n Conmigo, ya son tres los chilenos sentados en la vereda con los pies\nen la cuneta. <\/p>\n\n\n\n Mi afinidad con esos penquistas no surge del gusto por volver a\nescuchar \u201cchileno\u201d luego de un viaje estrell\u00e1ndome contra el japon\u00e9s y el chino\n(hab\u00eda encontrado chilenos en Taipei y Tokio). Estoy sentado en la vereda\nporque tengo el mismo problema que ellos. Pero menor, gracias a Dios. S\u00f3lo me\nquedan tres d\u00edas para dejar, \u00a1por fin!, el pa\u00eds de las vahines, el tamur\u00e9 y\nlos mares de coral. <\/p>\n\n\n\n Los tres alguna vez hab\u00edamos so\u00f1ado con conocer el mundo que sedujo a\nGauguin en el siglo pasado y ahora a Marlon Brando, propietario del atol\u00f3n coral\u00edfero\nde Tetiaroa, casado con tahitiana. <\/p>\n\n\n\n \u00bfQu\u00e9 ha ocurrido con mi sue\u00f1o? <\/p>\n\n\n\n Mi encuentro con el \u201cTahit\u00ed cargante\u201d parte del mismo aeropuerto de\nFaaa, en Papeete. <\/p>\n\n\n\n Faaa parece bautizado con intenci\u00f3n hiperb\u00f3lica. Faaant\u00e1stico,\nfaaascinante, faaabuloso, exclaman las se\u00f1oras faaascinadas. <\/p>\n\n\n\n \u00bfCACHAI, GANSO? <\/strong><\/p>\n\n\n\n \u00a1Faaastidioso <\/p>\n\n\n\n No cabe otro adjetivo, pienso yo. He llegado\nal aeropuerto abrigado como para atravesar el Polo (part\u00ed de un Tokio con\nneblina de medianoche), y lo primero que siento al llegar a Faa son unas gotas\ntorrenciales que me recorren el cuerpo. Lo segundo que siento es angustia: me\nquedan d\u00f3lares para dos d\u00edas y mi avi\u00f3n a Chile parte dentro de una\nsemana… Y adem\u00e1s tengo que cargar con los responsables de mi pobreza: tres\nmaletas y un malet\u00edn llenos de cosas y sensaciones. <\/p>\n\n\n\n No hay buses de aeropuerto que lleven a la\nciudad. Con otros pasajeros tomamos un taxi, \u201cen medias\u201d. El veh\u00edculo me deja\ncaer bajo el sol frente a las oficinas de LAN en Papeete. <\/p>\n\n\n\n \u00a1Hora de colaci\u00f3n! No hay nadie. Nadie para\norientarme.<\/p>\n\n\n\n As\u00ed comienzo, con la cara mojada asomando por\nentre las maletas, un largo peregrinaje a pie en busca de un hotel. Uno de esos\nhoteles que no aparecen en los afiches tur\u00edsticos ni conocen los extranjeros\nde paso. Llego al Hotel Stuart<\/em>, el\nprimer edificio de cuatro pisos levantado en miles de kil\u00f3metros a la redonda.\n<\/p>\n\n\n\n \u201cEn este hotel vivi\u00f3 el pintor\nHenri Matisse en1931\u201d. <\/em><\/p>\n\n\n\n Es el orgullo de la casa. Una inscripci\u00f3n sobre m\u00e1rmol lo proclama. No\nqueda m\u00e1s que eso. El resto no se acerca siquiera a la m\u00e1s modesta pensi\u00f3n de\nCartagena. Las s\u00e1banas, sospechosas; las baratas huyen cuando entro al ba\u00f1o\n(\u00bfba\u00f1o?); el lavatorio separado del dormitorio por una cortina, no tiene\ndesag\u00fce por ca\u00f1er\u00eda, sino por una canaleta que desemboca en otra canaleta\nexterior, y de ah\u00ed al patio- … Durante una semana nunca me hacen la cama; ni\npasan una escoba. <\/p>\n\n\n\n –Imposible\nmenos de doce d\u00f3lares, monsieur.<\/em> <\/p>\n\n\n\n \u00a1M\u00e1s de cuarenta mil escudos diarios,\nsin desayuno ni comida alguna! Al tercer d\u00eda \u201cla madame\u201d -as\u00ed llaman a la due\u00f1a-\naccede a bajar la tarifa a diez d\u00f3lares por temor a que me cambie de \u201chotel\u201d.<\/p>\n\n\n\n -Merc\u00ed, madame. <\/em><\/p>\n\n\n\n Ese mismo d\u00eda encuentro a alguien que\nintenta hablar castellano. Una linda lolita de la agencia tur\u00edstica Tahiti Voyages<\/em>, frente a la plaza de\nPapeete. Ha estado en Chile. Se da cuenta que apenas comprendo su castellano.\nPone, entonces, cara de interrogaci\u00f3n y me dice: <\/p>\n\n\n\n -\u00bfCachai? .. Esa tahitiana hab\u00eda vivido en un\nhogar de Providencia… Una de las veinte que pas\u00f3 una temporada en Santiago\ndurante 1974, gracias a un sistema de intercambio estudiantil. <\/p>\n\n\n\n Si me dice \u201c\u00bfcachai, ganso?\u201d<\/em> me vuelvo a Chile ese mismo d\u00eda, nadando. <\/p>\n\n\n\n Por ella cacho<\/em> que tambi\u00e9n se puede viajar a lo pobre hasta Moorea, isla\ndistante menos de 20 kil\u00f3metros de Tahiti, una de las m\u00e1s faaascinantes de la\nTierra, seg\u00fan muchos (as\u00ed lo hago d\u00edas m\u00e1s tarde). <\/p>\n\n\n\n LOS DEDOS EN LA NARIZ <\/strong><\/p>\n\n\n\n Y me fui a recorrer el para\u00edso de los\nhombres, empezando por Papeete. <\/p>\n\n\n\n Unos 35 mil habitantes, construcciones\nsin ning\u00fan atractivo especial (me lo hab\u00edan advertido: \u201cPapeete no es Tahit\u00ed ni menos toda la Polinesia Francesa<\/em>\u201d). S\u00f3lo\nunos ocho hoteles\nclase A, o de lujo, la mayor\u00eda en los suburbios de la capital, realmente\nprovocan asombro por su belleza. Pero sobre todo por sus precios: 25 a 50\nd\u00f3lares diarios, sin comida. Aire acondicionado, cocoteros a granel, caba\u00f1as al\nestilo tahitiano, flores por todas partes, s\u00e1banas limpias, y al frente, un mar\nque a menudo no es azul, sino verde-turquesa. Pero adentro s\u00f3lo turistas\neuropeos y, sobre todo, aquellos tan conocidos que hablan ingl\u00e9s, llevan\nsiempre la m\u00e1quina fotogr\u00e1fica en bandolera y unos primorosos pantalones anchos\na media pierna. <\/p>\n\n\n\n Mi huida termina en Quai Bir-Hakeim,\navenida costanera de Papeete, donde d\u00edas m\u00e1s tarde encontrar\u00eda a los chilenos\njunto a la cuneta. <\/p>\n\n\n\n Una miradita por las tiendas… Me\nsiento otra vez en Taiw\u00e1n: s\u00f3lo se ven rostros chinos. M\u00e1s del 10 por ciento de\nlos habitantes de Polinesia tienen rasgos orientales. Ir a comprar se dice \u201cvoy a los chinos\u201d<\/em>. <\/p>\n\n\n\n Una miradita por restaurantes y bares…\nMe siento en Francia o en\ncualquier fuente de soda de Valpara\u00edso, cuando llegan al puerto naves\nextranjeras. Casi\nno hay tahitianos. \u00a1Ni tahitianas! M\u00e1s de 90 por ciento de hombres, algunas muchachas\ncon el traje t\u00edpico (pareu ) y la flor de rigor (tiar\u00e9), prendida en el pelo. <\/p>\n\n\n\n -\u00a1Aqu\u00ed se ven casi solamente\nfranceses<\/em>!- le\ndigo a una linda joven, mezcla de india y tahitiana, que atiende en un restaurante. Y la\nverdad es que me asombra ver tantos militares j\u00f3venes, sin uniforme, pero\nluciendo un inconfundible corte de pelo. Llenan mesas, m\u00e1s melanc\u00f3licos que alegres; casi\ntodos sin mujeres. <\/p>\n\n\n\n La joven tahitiana del restaurante no\nabre la boca cuando le menciono a esos franceses. Mira con cierta picard\u00eda y se\nlleva los dedos a la nariz: \u00a1Apestan! <\/p>\n\n\n\n Claro. Est\u00e1n cansadas de los franceses.\nNi por buenos ni por malos. Casi no ven ni tocan otra cosa. Existen varias\nbases militares, oficinas y cuarteles repletos de hombres que han llegado en la\n\u00faltima d\u00e9cada, principalmente por los ensayos nucleares. Tahit\u00ed es colonia o\nterritorio de ultramar de Francia desde hace 95 a\u00f1os. <\/p>\n\n\n\n No existe, al parecer, sentimiento anti franc\u00e9s,\npor razones pol\u00edticas, \u00a1Nadie se preocupa de la pol\u00edtica! Algunos pocos de\ntrabajar. Ellos lo admiten: \u201cNosotros\nsabemos vivir. No vivimos para trabajar\u201d. <\/em><\/p>\n\n\n\n Por eso la joven que se llev\u00f3 los dedos\na la nariz tal vez debi\u00f3 llevarlos al coraz\u00f3n. O a sus lindas caderas. (\u201cHechas a mano<\/em> \u201d, me\ndijo un piloto de LAN en el viaje de regreso). <\/p>\n\n\n\n Curioso resulta el fen\u00f3meno. Uno espera ver a la mujer maor\u00ed en actitudes provocativas; o al menos coquetas. La abrumadora mayor\u00eda,\nsin embargo, ofrece una imagen exterior mucho m\u00e1s formal que las chilenas (aunque el amor libre se\npractica desde que se tiene recuerdo, y no disminuir\u00e1 porque responde a una\nfilosof\u00eda o moral arraigada). Pero exteriormente -al menos en las calles- llama la atenci\u00f3n por su\nformalidad. \u00a1Hasta las prostitutas pasean indiferentes con una dignidad casi\nimperial! <\/p>\n\n\n\n TAHITIANAS Y TAHITIANOS <\/strong><\/p>\n\n\n\n Por lo dem\u00e1s, y hay que decirlo de una\nvez, la tahitiana no es una mujer bonita. Tosca de facciones; enormes pies -desde\nni\u00f1a anda descalza, aunque descienda de la reina Pomar\u00e9-; normalmente tampoco\nact\u00faa con la delicadeza femenina a que nos hemos habituado los chilenos:\ndesconoce la sofisticaci\u00f3n. Pero el cuerpo de la tahitiana es otro cantar:\nesbelta, piernas hermosas, color… color de tahitiana. Su traje tradicional,\nel pareu, lo usan todas… toda el d\u00eda. \u00a1Incluso a veces para dormir!, seg\u00fan\ncuentan… <\/p>\n\n\n\n Todo lo hermoso, sin embargo, sucumbe\npasados los 30 a\u00f1os. <\/p>\n\n\n\n Sin asomo de galanter\u00eda alguien las compar\u00f3\na los burros, que s\u00f3lo son lindos cuando nuevos. Como trabaja poco, come mucho\ny jam\u00e1s hace ejercicios, la mujer madura casi siempre engorda hasta perder por\ncompleto la gracia de sus a\u00f1os juveniles. No pierde, en cambio, jam\u00e1s la\ncadencia al caminar. \u00a1Hay que ver eso cuando pesan 100 kilos! <\/p>\n\n\n\n Otro defecto que asoma alrededor de los\n30 a\u00f1os yo lo descubr\u00ed violentamente en una sonrisa cuando buscaba un hotel.\nUna atractiva se\u00f1ora me dio la direcci\u00f3n y al despedirse sonri\u00f3 con gentileza.\nNunca la podr\u00e9 olvidar. \u00a1Casi no ten\u00eda dientes! \n<\/p>\n\n\n\n Alguien me explica: <\/p>\n\n\n\n -El agua es muy pobre en\nminerales. Casi todos sufrimos de la dentadura. Algunos se mandan a hacer\npr\u00f3tesis, pero despu\u00e9s no las usan. Aqu\u00ed se vive en forma natural. <\/em><\/p>\n\n\n\n No todas las vahines (mujeres) de Tahit\u00ed\ncaben naturalmente en este cuadro desbordado y desdentado. Sobre todo abundan\nmujeres hermosas de origen mestizo: mezcla de maor\u00ed con franc\u00e9s (\u00a1ou la l\u00e1<\/em>), o con emigrantes de India y\nChina. <\/p>\n\n\n\n Un chileno llegado a fines del siglo XIX\na Papeete es responsable directo de que los varones tahitianos -especialmente\nlos adultos- revienten en carne y barriga, transform\u00e1ndose a menudo en seres\ncasi grotescos. Con esa pinta y con ese talle usan casi siempre una flor en la\noreja…El chileno de quien hablo es el fundador de la familia Mart\u00edn, la m\u00e1s\nrica de Polinesia, que produce la electricidad para todo Tahit\u00ed y la cerveza\nHinano. De esta \u201cbiere de Tahit\u00ed<\/em>\u201d los\nvarones beben 10 y hasta 20 botellas al d\u00eda. Como, adem\u00e1s, tienen costumbres\nsedentarias, trabajan lo menos posible y a ninguno se lo \u201ccomen los nervios\u201d<\/em>; desde los 20 a\u00f1os el tahitiano crece m\u00e1s hacia\nlos lados que hacia arriba. <\/p>\n\n\n\n COMBATE EN El DORMITORIO <\/strong><\/p>\n\n\n\n Todo aquello no salta a los ojos en\npocas horas. Surge con el transcurso de los d\u00edas. Lo del clima, en cambio, no\nprecisa m\u00e1s que unas horas. M\u00e1s bien una sola noche. Sobre todo una noche\npasada en hotel para marineros, sin aire acondicionado, sin rejillas para los\nzancudos y zancudos que atacan en verdaderos escuadrones apenas se enciende la\nluz. <\/p>\n\n\n\n \u00a1Duelen hasta los dientes!\u2028<\/p>\n\n\n\n Los \u00a1zancudos -mosquitos es el nombre\ninocente que reciben- y el calor y la humedad que no ceden, convierten la noche\ntahitiana en una pesadilla. Durmiendo, acosado por los \u201cmosquitos\u201d, el extra\u00f1o\naprieta los dientes en quiz\u00e1 que combates on\u00edricos. Al otro d\u00eda se tiene la\nsensaci\u00f3n de haberle aguantado quince rounds a Mohamed Al\u00ed. \u00a1El cuerpo molido,\nlos dientes sueltos de tanto apretar! <\/p>\n\n\n\n Se aprende la lecci\u00f3n. <\/p>\n\n\n\n Combatir a los zancudos es la consigna\nde la noche siguiente. Pero, \u00bfqu\u00e9 hacer? No hay ventanas. Si abro la puerta,\nentra el enemigo. Si no la abro, muero asfixiado. Si abro la puerta, me roban\nhasta el alma. Si no la abro… \u00a1Que me roben todo! <\/p>\n\n\n\n Todo, menos el pasaporte y la m\u00e1quina\nfotogr\u00e1fica. <\/p>\n\n\n\n (\u00bfHa probado Ud. usar una m\u00e1quina\nfotogr\u00e1fica en vez de guatero?) <\/p>\n\n\n\n No me robaron nada. <\/p>\n\n\n\n El tahitiano es uno de los pueblos m\u00e1s\nhonrados del mundo. Hay muchas razones, pero una evidente: \u00bfpara d\u00f3nde huir?\n\u00bfc\u00f3mo huir? Y existe otra raz\u00f3n fundamental: el tahitiano no emigra. Vive feliz\nsolamente en su tierra,\ndonde a nadie le falta qu\u00e9 comer y se trabaja poco. Carece de sentido\npara \u00e9l arriesgar todo por algo que vale menos que su felicidad. <\/p>\n\n\n\n No roban, es cierto, pero -lo que es\npeor- cantan. Cantan, cantan y cantan… \u00a1Lindo! a las 2 del d\u00eda; lindo a las 6\nde la tarde; fascinante todav\u00eda a las 10 de la noche; tolerable a la 1 de la\nmadrugada, pero si a las 3 de la ma\u00f1ana siguen cantando uno se da vueltas en la\ncama con ojos de b\u00faho e instintos de hiena <\/p>\n\n\n\n Mi cuarto del \u201chotel\u201d est\u00e1 en el cuarto\npiso. En el primero funciona el bar Bairoa<\/em>.\nAh\u00ed cantan y bailan borrachos desde \u201cla\nmadame<\/em>\u201d hasta el aseador, que ya anda por los setenta. No pudiendo dormir,\nvarias noches me levanto a escuchar a los alegres cantantes y m\u00fasicos. <\/p>\n\n\n\n \u00a1Ya se cansar\u00e1n! <\/p>\n\n\n\n Se cansan cuando en el horizonte alcanzo\nya a divisar la isla Moorea, y por la calle muchachos de aspecto equivoco -algunos\nvestidos de mujer- regresan a sus casas, tambale\u00e1ndose. Las vah\u00ednes<\/em>, ajadas pero alegres -\u201cque importa el trabajo si anoche lo pas\u00e9\nbien\u201d-<\/em>, desaparecen junto con la madame y las luces del alumbrado. <\/p>\n\n\n\n Entonces me voy a dormir. <\/p>\n\n\n\n DEMASIADO HERMOSO <\/strong><\/p>\n\n\n\n Tres horas m\u00e1s tarde debo estar en el\npuerto para viajar a Moorea. <\/p>\n\n\n\n Moorea, Faaa, Papeete, Tamaaraa,\nTaarroa. Taa, Punaauia, Faaruumai, Te Anuanua de Pueu, Haapiti, Ua Huka,\nOpunohu, Tetiaroa Paeao… El aluvi\u00f3n de vocales hace pensar que la lengua\nmaor\u00ed fue inventada para hablar con poco esfuerzo; apenas si se usan la lengua\ny los labios.\nTambi\u00e9n la vida en Moorea parece hecha con vocales, sin esfuerzo. Y el turista\nqueda con la boca abierta, como si dijera Faaa o Taarroa; no resulta necesario describir la belleza\nde Moorea, como la de ninguna de las islas de los Mares del Sur. Se han usado\nya todos los adjetivos.<\/p>\n\n\n\n Pero \u00bfpor qu\u00e9 los occidentales\nque intentan radicarse en estas islas paradis\u00edacas terminan huyendo o\nconvertidos en harapos humanos, borrachos y neur\u00f3ticos? \u00bfPor qu\u00e9? <\/p>\n\n\n\n Eugenio Burdick, escritor norteamericano\nque pasa la mitad del a\u00f1o en Moorea y es uno de los habitues<\/em> del hermoso hotel Bali\nHai<\/em>, nos da una explicaci\u00f3n: <\/p>\n\n\n\n –El\nmar, los arrecifes, las flores, todo resulta maravilloso cuando se contemplan\npor primera vez. Dos semanas m\u00e1s tarde a\u00fan es hermoso, pero hay ya una vaga\nsensaci\u00f3n de saciedad. Al cabo de dos meses se tornan casi nauseabundos, salvo\nque uno se acostumbre a no mirar los paisajes. Los que no se han ido borrachos\no amargados y siguen en Moorea, aprenden a ver con cautela, en dosis.\nDesarrollan una coraza autoprotectora. Parece que los hombres de pa\u00edses\nindustriales hemos adquirido, \u00a1para bien o para mal! un metabolismo de trabajo\nmuy intenso. Nos enferma el ocio. Por otra parte, un lugar puede ser\n\u201cdemasiado\u201d hermoso, que empalague, como tantas cosas que nos gustan, irrita.\nNo todos caen en el alcoholismo. Algunos arrancan a Papeete y se vuelven\nsibaritas. Seducen a las muchachas maor\u00edes y terminan disgustados con ellos mismos.\n\u00a1Es casi una maldici\u00f3n!<\/em><\/p>\n\n\n\n En occidente pensamos que Polinesia est\u00e1\ncubierta por una \u201cniebla er\u00f3tica\u201d, <\/em>y\nalgo dice el hecho de que el primer nombre puesto aqu\u00ed por los blancos a un\naccidente geogr\u00e1fico fue el de Punta Venus. Pero lo sexual no es lo que define\na los maor\u00edes. No es eso. Es su estilo de vida. Incomprensible para nosotros,\ninevitable para ellos <\/p>\n\n\n\n No hay para ellos mejor mundo que\nTahit\u00ed. Otros mundos ni siquiera les interesan. Nadie tiene prisa. Nadie vale\npor lo que tiene. Nadie vale por la forma en que viste. Nadie vale, siquiera,\npor lo que sabe. No existen las conversaciones a la manera nuestra. Nadie\narregla el mundo. \u201cQue lo arreglen\notros\u201d.<\/em> Otros fabrican para que ellos importen; otros venden para que ellos\ncompren. S\u00f3lo en los \u00faltimos a\u00f1os -por el boom<\/em>\nde las pruebas nucleares- ha habido trabajo para todos y lo mucho que ganan se\nles va de entre las manos. <\/p>\n\n\n\n –No\nhay para ellos, ayer ni ma\u00f1ana. Su defecto es la falta de responsabilidad en el\ntrabajo. Su cualidad de contrapeso: no hay mejores amigos ni familias m\u00e1s\nsolidari<\/em>as – me dice Cecilia Froigiere Tumahai, nieta de un cacique\ntahitiano, esposa de un ex militar chileno.<\/p>\n\n\n\n CAMION CON SORPRESAS <\/strong><\/p>\n\n\n\n Nada sorprende m\u00e1s en Papeete que la\nparsimonia. Esta se refleja sobre todo en el \u00fanico medio de movilizaci\u00f3n\ncolectiva que existe: el truck<\/em> . El truck<\/em> (cami\u00f3n) lleva atr\u00e1s s\u00f3lo dos\nlargos asientos laterales, un techo de madera y ventanas de mica, siempre\nabiertas, aunque llueva (y llueve como en el diluvio cuando menos se\npiensa).Toda la isla es cubierta por los trucks<\/em>,\npero los recorridos se cambian de acuerdo con las necesidad de los pasajeros.\nMe subo el primer d\u00eda a uno de ellos. De pronto se estaciona frente a un\npeque\u00f1o supermercado. Baja tranquilamente uno de los pasajeros y diez minutos\nm\u00e1s tarde regresa cargado de paquetes. El ayudante del chofer corre a ayudarle.\nProsigue el viaje. Un kil\u00f3metro m\u00e1s all\u00e1 el cami\u00f3n se desv\u00eda de la ruta\nprincipal, intern\u00e1ndose por un camino pedregoso. Se baja el chofer. Entra a una\ncasa.\u00a1\u00a1Su casa!! Hace cari\u00f1o a un ni\u00f1o, se pierde por una puerta y al rato\nasoma tom\u00e1ndose una cerveza… Vuelve adentro a dejar el envase. Con el pelo\nmojado y frot\u00e1ndose las manos monta en el truck<\/em>…\nProsigue el viaje. La gente conversa entusiasmada. Otro kil\u00f3metro m\u00e1s, y vuelve\na perderse en un camino vecinal. <\/p>\n\n\n\n \u201cLlegamos a su casa, abuela\u201d Otras cosas tampoco son igual que en\nChile. En \u00e9pocas de crisis los tahitianos saben apretarse el cintur\u00f3n. James\nMichener (Retorno al Para\u00edso<\/em>) asegura\nque en v\u00edsperas de una Navidad los adultos se dieron cuenta que no podr\u00edan\nhacer regalos a los ni\u00f1os. Las cosechas hab\u00edan sido malas. Para salir del paso\nse envi\u00f3 a todas las escuelas una carta circular: <\/p>\n\n\n\n \u201cTenemos el sentimiento de\ncomunicar que Pap\u00e1 Noel acaba de morir\u201d. <\/em><\/p>\n\n\n\n As\u00ed (de a poco) voy reconcili\u00e1ndome con\nTahit\u00ed. Pero cuando cada noche regreso al hotel quisiera estar en Chile. O al\nmenos ser una \u201cbestia de mar”-extra\u00f1o ser pescado por los buzos de Moorea-\nque no tiene vista, o\u00eddo ni olfato. Tampoco le importan los \u201cmosquitos\u201d. <\/p>\n\n\n\n Volver\u00e9 cuando me gane la loter\u00eda. No\nestoy dispuesto a pasar otra semana en Tahit\u00ed comiendo ricas pi\u00f1as al desayuno,\npi\u00f1as m\u00e1s o menos al almuerzo y pi\u00f1as abominables a la comida.<\/p>\n\n\n\n \u00a1Me cargan las pi\u00f1as!<\/p>\n\n\n\n Menos mal que en Chile son caras. En Tahit\u00ed son el pan del pobre. <\/p>\n\n\n\n –Nadie\nconoc\u00eda la existencia de Chile en Tahit\u00ed cuando yo era estudiante. En mi casa\nsab\u00edamos algo de Valpara\u00edso por tener una t\u00eda viviendo all\u00ed, pero Valpara\u00edso\nera una cosa y Chile otra. S\u00f3lo en enero de 1968, cuando lleg\u00f3 el primer LAN,\ncomenz\u00f3 a hablarse un poco m\u00e1s de Chile. No mucho, tampoco, porque el tahitiano\nes malo para estudiar y s\u00f3lo le interesa vivir y gozar. <\/em><\/p>\n\n\n\n Rubia, aunque su abuelo fue cacique en\nTahit\u00ed y su abuela dama de compa\u00f1\u00eda de la \u00faltima reina Pomar\u00e9, Cecilia Frogiere\nTumahai (hija de un alto funcionario franc\u00e9s), se siente polin\u00e9sica hasta los\nhuesos. Vive en Santiago hace casi tres d\u00e9cadas, envuelta siempre por la\nnostalgia. Su esposo, Roger Divin Bardy, oficial en retiro del Ej\u00e9rcito chileno\n(hijo de franceses), desde hace 14 a\u00f1os es funcionario de la Embajada de\nFrancia en Santiago. <\/p>\n\n\n\n MILITARES CHILENOS <\/strong><\/p>\n\n\n\n Divin tiene un r\u00e9cord dif\u00edcil de\nigualar: durante la segunda guerra mundial dej\u00f3 el Ej\u00e9rcito para enrolarse como\nvoluntario para luchar por Francia. Fue el capit\u00e1n que comand\u00f3 toda la\nartiller\u00eda de la Polinesia Francesa y Director de Obras P\u00fablicas de Tahit\u00ed.\nAll\u00ed cas\u00f3 con su actual esposa. <\/p>\n\n\n\n Otro chileno notable casado con\ntahitiana fue Pedro Eyzaguirre del Carril (madre argentina, de gran fortuna).\nSu primera esposa, la princesa de Wagram, desciende del gran mariscal Bertier,\nhombre de confianza de Napole\u00f3n. Luego de divorciarse, Eyzaguirre cas\u00f3 con una\nsueco-tahitiana. Vive actualmente en Marbella, Espa\u00f1a. <\/p>\n\n\n\n Fuera de la familia Mart\u00edn -mencionada\nen el reportaje principal-, otros chilenos viven en Tahit\u00ed: una larga familia\nCh\u00e1vez, y un maestro chasquilla llamado Pedro Rojas, que tuvo algunos l\u00edos en\nChile siendo muy joven, y ahora apenas recuerda el castellano: su idioma es el\nmaor\u00ed y sus hijos tambi\u00e9n lo son. <\/p>\n\n\n\n Sin duda el chileno m\u00e1s importante para\nlos tahitianos es el general Roberto Parragu\u00e9 Singer. Advierte Cecilia\nFrogiere: <\/p>\n\n\n\n –Para\nlos tahitianos ya no es un hombre. Es casi un mito.<\/em> <\/p>\n\n\n\n Hace una d\u00e9cada, Parragu\u00e9 llev\u00f3 el\nprimer Correo A\u00e9reo Nacional a\u2028la polinesia,\nabriendo para Chile la ruta a\u00e9rea del Pac\u00edfico. <\/p>\n\n\n\n Muchos otros llegaron a Polinesia en el\npasado. A\u00fan en los muelles de Papeete quedan restos de ca\u00f1ones que\npertenecieron al Araucano<\/em>, velero\ndesprendido de la escuadra de Cochrane para dedicarse al corso. Capturado,\ntermin\u00f3 sus d\u00edas en Tahit\u00ed. <\/p>\n\n\n\n REY CHILENO DE FANGA-INA… <\/strong><\/p>\n\n\n\n Ning\u00fan episodio m\u00e1s pintoresco se ha\nconocido en esta materia, que el viaje de Juan Francisco Doursther -abuelo del canciller\nchileno Juan E. Tocornal-, al atol\u00f3n coral\u00edfero de Harpa, hace 144 a\u00f1os. La\ngoleta se llamaba Pomar<\/em>\u00e9, nombre de\nla dinast\u00eda tahitiana que rein\u00f3 hasta 1880. Al llegar a Papeete debi\u00f3 cambiarle\nel nombre: los naturales esta- ban indignados. Por la falta de respeto con su\nreina Pomar\u00e9. <\/p>\n\n\n\n Continu\u00f3 viaje al archipi\u00e9lago Tuamotu,\ny a poco de desembarcar en Harpa, Doursther y el resto de la tripulaci\u00f3n fueron\napresados por los maor\u00edes. M\u00e1s de un mes estuvieron prisioneros. Los primeros\nd\u00edas atados a un tronco de cocotero, v\u00edctimas de los ratones, lagartos,\nzancudos y hormigas. Salvaron por milagro. <\/p>\n\n\n\n Doursther no escarment\u00f3. Poco despu\u00e9s\ninstalaba en Papeete una sucursal de su empresa de comercio porte\u00f1a. <\/p>\n\n\n\n Otros, al parecer, han tenido mejor\nsuerte, Julio Lira Vergara, de aventuras en Tahit\u00ed, escribi\u00f3 una cr\u00f3nica hace\ncerca de 30 a\u00f1os, en la cual menciona a un chileno no identificado que ser\u00eda\nrey de un remoto atol\u00f3n polin\u00e9sico llamado Fangaina. <\/p>\n\n\n\n
(\u00a1Cachai…! \u00a1Se pas\u00f3!)
-\u00bfQu\u00e9 me dijo?, se\u00f1orita\u2026<\/p>\n\n\n\n
De nuevo al camino principal.
As\u00ed siempre. No hay prisa. Un d\u00eda decido hacer la prueba.
-Podr\u00edamos pasar al hotel Stuart. \u00a1Cinco minutos de espera nada m\u00e1s!
-Oui, monsieur.
Por lo menos ocho cuadras se desvi\u00f3 el truck de su ruta y todos sonre\u00edan.
Igual que en Chile… <\/p>\n\n\n\nChilenos en la polinesia <\/h3>\n\n\n\n