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{"id":3808,"date":"1985-08-25T15:14:29","date_gmt":"1985-08-25T18:14:29","guid":{"rendered":"http:\/\/www.ganderats.cl\/?p=3808"},"modified":"2019-08-04T13:11:35","modified_gmt":"2019-08-04T16:11:35","slug":"hiroshima-viaje-por-el-olvido","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.ganderats.cl\/hiroshima-viaje-por-el-olvido\/","title":{"rendered":"Hiroshima | Viaje por el olvido"},"content":{"rendered":"\n

En la ciudad-m\u00e1rtir, a cuarenta a\u00f1os de la bomba, descubrimos que su gente decidi\u00f3 ponerse escasa de memoria para poder vivir. Y otro poco para olvidar las mezquindades que hizo brotar la explosi\u00f3n. El lunes de la semana pr\u00f3xima el mundo celebrar\u00e1 cuatro d\u00e9cadas del ep\u00edlogo de la segunda guerra mundial.<\/h4>\n\n\n\n
<\/div>\n\n\n\n

La se\u00f1orita Yamamoto fue la encargada de\nabrirme los ojos. Lo hizo con la delicadeza propia de las mujeres de este pa\u00eds.\nDej\u00f3 en mi habitaci\u00f3n del Hiroshima Grand Hotel -en cuanto llegu\u00e9- una tarjeta\ncon su nombre, un plano del centro de la ciudad y una singular invitaci\u00f3n: <\/p>\n\n\n\n

\u201cLlame usted al anexo n\u00famero\ncuatro y solicite gratuitamente en recepci\u00f3n un equipo para practicar trote\u201d.\n\u201cHappy jogging Mr. Ganderats\u201d <\/em><\/p>\n\n\n\n

El mapa para practicar jogging<\/em> propone un recorrido de 5,5\nkil\u00f3metros que pasa exactamente por el epicentro de la bomba at\u00f3mica.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Bordea, tambi\u00e9n, el museo del horror Hiroshima\nPeace Memorial Museum<\/em>, donde se\nexhiben y explican las consecuencias de la devastadora explosi\u00f3n. Y si el turista\ntrotador cambia el recorrido s\u00f3lo una media cuadra, puede enfrentar la C\u00fapula\nde la Bomba A, o sea, la Atomic Bomb Dome, \u00fanica ruina que se conserva aqu\u00ed,\ncomo advertencia, desde esa ma\u00f1ana del 6 de agosto de 1945. <\/p>\n\n\n\n

Llegu\u00e9 a Hiroshima pocos d\u00edas antes de\nconmemorarse los cuarenta a\u00f1os del brutal comienzo de la Era At\u00f3mica. Esperaba\nencontrar un ambiente de recogimiento. No fue as\u00ed. La se\u00f1orita Yamamoto me hizo\nesa invitaci\u00f3n a trotar relajadamente durante la ma\u00f1ana -la tarde es un sauna\naqu\u00ed en Hiroshima-, y otra invitaci\u00f3n a disfrutar por la noche de los 3 mil\ncabarets, bares y clubes nocturnos en el alegre sector de Nagaregawa-cho<\/em>.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Para que la sorpresa fuese completa, la amable\ncamarera Yamamoto del Hiroshima Grand Hotel lleva el apellido del almirante\nresponsable de Pearl Harbor, bot\u00f3n de partida de esa cruel guerra en el\nPac\u00edfico, que tuvo su momento m\u00e1s dram\u00e1tico precisamente aqu\u00ed. <\/p>\n\n\n\n

La bomba Little Boy<\/em> casi termin\u00f3 con cinco siglos de respiraci\u00f3n humana en\nel llano de Hiroshima. <\/p>\n\n\n\n

El hecho ha sido recordado profusamente\npor el mundo durante estos d\u00edas de agosto. Fue -ya se sabe- un hecho decisivo\npara el t\u00e9rmino de la segunda guerra mundial, ep\u00edlogo del cual se celebrar\u00e1n\ncuarenta a\u00f1os el lunes de la pr\u00f3xima semana. <\/p>\n\n\n\n

AMNESIA MASIVA <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Ni orillas ni fondo tuvo el dolor que\nsufriera Hiroshima en los d\u00edas y a\u00f1os que siguieron a la explosi\u00f3n. Tanto dolor\nhizo que los hombres decidieran ponerse escasos de memoria, olvidar el horror\npara poder sobrevivir. <\/p>\n\n\n\n

Es poco saludable pasarse pensando en la muerte-<\/em>me dijo un anciano\nhiroshimita que ve\u00eda deportes en televisi\u00f3n mientras esperaba que una de sus\nhijas pasara por el hotel a recogerlo. El se\u00f1or Masayoshi Araki<\/em> vivi\u00f3 la experiencia de Hiroshima a cuatro\nkil\u00f3metros del epicentro. No sufri\u00f3 da\u00f1o alguno. Cientos de sus parientes y\namigos, sin embargo, desaparecieron consumidos por una ola de 5 mil grados de\ncalor. <\/p>\n\n\n\n

-\u00bfQue sinti\u00f3?-, se\u00f1or Araki.<\/p>\n\n\n\n

-Las palabras siempre son m\u00e1s\nd\u00e9biles que nuestros sentimientos. Cr\u00e9ame que sent\u00ed horror y tambi\u00e9n alegr\u00eda.\nMi casa no fue ninguna de las 60 mil que se hicieron humo, y ese era entonces\nun muy buen motivo para estar contento. Todo lo dem\u00e1s era suficiente para vivir\naturdido durante a\u00f1os, y para querer olvidar, en especial a medida que\nrecobr\u00e1bamos la normalidad.<\/em> <\/p>\n\n\n\n

Casi toda la gente de Hiroshima, como el\nse\u00f1or Araki, ha optado por la amnesia. <\/p>\n\n\n\n

Esa es mi impresi\u00f3n. <\/p>\n\n\n\n

Dir\u00edase que han olvidado incluso\nqui\u00e9nes hicieron explotar las bombas. Hiroshima de hoy podr\u00eda ser confundida\ncon esos enormes barrios orientales de muchas urbes norteamericanas. Y su\ncastillo feudal alegrar\u00eda a Disneyworld<\/em>.\nFue construido en 1958, a imagen y semejanza de otro que existi\u00f3 en la misma\ncolina hasta el d\u00eda en que los hiroshimitas supieron lo que ser\u00e1 el fin del\nmundo. <\/p>\n\n\n\n

Esta no es s\u00f3lo una ciudad sin ra\u00edces en\nlo arquitect\u00f3nico. Tambi\u00e9n, y como gran parte del Jap\u00f3n (al menos en la\nsuperficie), m\u00e1s parece Extremo Occidente que Extremo Oriente. Han terminado\npareci\u00e9ndose a sus adversarios de ayer. Y el mill\u00f3n de habitantes de Hiroshima\nvive apretujado en construcciones sin car\u00e1cter, sobre varios islotes que forman\nlos seis brazos del delta del r\u00edo Ohta. <\/p>\n\n\n\n

No es, por cierto, hermosa como Venecia -tambi\u00e9n\nconstruida sobre islas-, pero Hiroshima es m\u00e1s alegre. <\/p>\n\n\n\n

SOLIDARIDAD HECHA POLVO <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Hiroshima es m\u00e1s alegre, aunque pueda\nresultar contradictorio, Esta, ciudad -nos dice Gironella<\/em>, autor de Un mill\u00f3n\nde muertos-<\/em>viene pareciendo contradictoria desde los primeros instantes que\nsiguieron a la explosi\u00f3n. Sus habitantes se comportaron de manera extra\u00f1a.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Nadie niega que hubo gestos de heroica\nsolidaridad y desprendimiento, pero los  comportamientos dominantes fueron otros.\nCuando los 80 mil muertos del primer d\u00eda a\u00fan no encontraban sepultura,\ncampesinos de la regi\u00f3n llegaban a especular con sus productos; comerciantes de\nOsaka planeaban apoderarse de una ciudad sin almacenes ni tiendas; pandillas de\nni\u00f1os hu\u00e9rfanos -hubo 6 mil- armaban fogatas con troncos o tizones, pero para\ncalentarse en ella los viejos semidesnudos deb\u00edan pagarles dos yenes por noche\u2026\n<\/p>\n\n\n\n

En tan dram\u00e1ticas condiciones de\nnecesidad, los enfermos y heridos debieron esperar por d\u00edas, por semanas. El\nservicio m\u00e9dico fue lo menos r\u00e1pido y eficiente de lo que es dable imaginar. \u201cLa nota caracter\u00edstica fue el desamparo<\/em>\u201d,\ndice un sobreviviente. La poca atenci\u00f3n m\u00e9dica tuvo origen privado. Y cuando\nllegaron los m\u00e9dicos, con ellos no lleg\u00f3 necesariamente el alivio.<\/p>\n\n\n\n

Les interesaba m\u00e1s el diagn\u00f3stico que la\ncuraci\u00f3n.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Quer\u00edan saber c\u00f3mo se comporta el cuerpo\nhumano sometido a los rigores de la radiaci\u00f3n. Cada hombre era una ficha, un\ncuy de laboratorio, \u201cun caso interesante\npara el an\u00e1lisis y las estad\u00edsticas<\/em>\u201d. De ellos, y de los primeros muertos,\n113.271 nombres se hallan guardados bajo tierra, en un monumento funerario\nmonumental al centro del Parque de la Paz. Y otros 4.500 se a\u00f1adieron por estos\nd\u00edas, escritos con pincel, luego de un acucioso trabajo de identificaci\u00f3n. <\/p>\n\n\n\n

De la misma acuciosidad hizo gala -se lamentan los japoneses- el\nllamado Centro Estadounidense de Investigaciones At\u00f3micas, que se preocupaba\naqu\u00ed de hacer fichas y no de curar. El propio Gobierno nip\u00f3n, por falta de\nfinanciamiento o por lo que fuera, no instal\u00f3 en los primeros tiempos m\u00e1s que\nhospitales rudimentarios y mostr\u00f3 una preocupaci\u00f3n ligera por la suerte de muchos\nenfermos y heridos.<\/p>\n\n\n\n

LA VERDAD PROHIBIDA <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Leucemias, v\u00f3mitos, diarreas, quemaduras de la\npiel, desgarramientos de la carne (garras\ndel diablo<\/em>, les llama la gente), nefritis, peritonitis, tumores, sangre\nblanca, esterilidad y muerte -miles, decenas de miles murieron en los a\u00f1os\nsiguientes-, fueron algunas de las consecuencias de la bomba, agravada por la\nescasa preocupaci\u00f3n oficial y de las fuerzas estadounidenses de ocupaci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n

La\npeor consecuencia de todas –<\/em>dijo un monje sinto\u00edsta- es que la bomba hizo\nbrotar sentimientos y comportamientos que no conoc\u00edamos entre nosotros. Es lo\nque la gente llam\u00f3 \u201cla maldici\u00f3n de la\nbomba<\/em>\u201d. <\/p>\n\n\n\n

S\u00f3lo a\u00f1os m\u00e1s tarde un torrente de\npreocupaci\u00f3n y conmiseraci\u00f3n se dej\u00f3 caer sobre Hiroshima, convertida ahora -a\ncuatro d\u00e9cadas- en ciudad m\u00e1rtir<\/em>.<\/p>\n\n\n\n

Durante los a\u00f1os 40 y principios de los 50, las\nfuerzas de ocupaci\u00f3n estadounidenses  hicieron del Jap\u00f3n un pa\u00eds donde la verdad\nestuvo prohibida por decreto: la prensa no pod\u00eda ni siquiera mencionar la\npalabra \u201c\u00e1tomo\u201d, ni menos hablar de las consecuencias de la explosi\u00f3n. S\u00f3lo\ndespu\u00e9s de la guerra\nde Corea fue levantada la censura impuesta por los estadounidenses.<\/p>\n\n\n\n

Entonces fue posible decir que\npara los propios sobrevivientes, las v\u00edctimas de la radiaci\u00f3n produc\u00edan m\u00e1s\nrechazo que sentimientos de solidaridad. \u00a1Para qu\u00e9 hablar de los\nmonstruosamente deformes! Lleg\u00f3 un momento, recuerda en un libro el naturalista\nestadounidense doctor J. Byrne, residente en Hiroshima, en que la presencia de\nlos enfermos de la bomba comenz\u00f3 a resultar molesta. Involuntariamente, ellos\nno hac\u00edan m\u00e1s que plantear problemas sociales y familiares, a menudo\ninsolubles. <\/p>\n\n\n\n

\u201c\u00bfPor qu\u00e9 no desaparecen de una\nvez? <\/em>era el\nsentimiento que muchos expresaban con su actitud\u201d, seg\u00fan mi amigo Jos\u00e9 Mar\u00eda Gironella.\nDice que en el trabajo los enfermos rend\u00edan menos, y entonces eran despedidos.\nArrastraban problemas de concentraci\u00f3n, de fatiga r\u00e1pida, de mala adaptaci\u00f3n al\ngrupo laboral debido a la neurosis y otros desajustes sicol\u00f3gicos. Entre los\nm\u00e1s desajustados figuraban los solteros involuntarios. Dif\u00edcilmente hallaban a\nalguien dispuesto a casarse con ellos, por temor a que engendraran hijos\nenfermos. Y, efectivamente, muchos de ellos tuvieron creaturas visiblemente\ndistintas: cabezas muy peque\u00f1as y lo que de ni\u00f1os llam\u00e1bamos orejas de paila<\/em>. Si los atomizados eran\nmujeres, s\u00f3lo daban a luz mujeres, con pocas excepciones. <\/p>\n\n\n\n

(No es raro, entonces, que la primera\nobra de teatro estrenada en Hiroshima luego del holocausto fuese Los espectros<\/em>, de Ibsen, que se\ndesarrolla en torno al tema de las taras hereditarias). <\/p>\n\n\n\n

RENACIMIENTO <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Tan inesperado como aquellas reacciones\nmezquinas en un pa\u00eds como Jap\u00f3n \u2013normalmente  solidario como una gran familia- result\u00f3 el\ninter\u00e9s de otros muchos japoneses por radicarse en Hiroshima luego de la bomba.\nS\u00f3lo en los primeros meses hubo temor, desconfianza y hasta un intento de\nemigraci\u00f3n masiva. Pero en cuanto\u2028brotaron las primeras malezas -flores blancas y verdes del erigeron<\/em> canadiense ti\u00f1eron el valle-, el\nhiroshimita supo que la vida podr\u00eda continuar. Hoy los \u00e1rboles que rodean el\n\u00fanico edificio sobreviviente\u2028del epicentro -el Domo<\/em>– son  gigantescos y\nfrondosos. Le dan casi un aspecto amable. Y la poblaci\u00f3n humana se ha\nmultiplicado por cinco en cuarenta a\u00f1os, hasta superar ligeramente el mill\u00f3n. <\/p>\n\n\n\n

Primero llegaron los japoneses\nexpulsados de Corea, Taiw\u00e1n, Malasia y Manchuria, tras la derrota de las\nfuerzas de Hirohito. Ellos encontraron en Hiroshima alguna ayuda en vez de\ndesprecio, y, sobre todo, un lugar donde vivir an\u00f3nimamente. Luego vinieron\notros, decenas de miles, atra\u00eddos por el trabajo de reconstrucci\u00f3n y las nuevas\nindustrias. <\/p>\n\n\n\n

Pero Hiroshima no se cansa de sorprender. Revista del Domingo<\/em> comprob\u00f3 que todav\u00eda\nmuchos\u2028extranjeros\nreclaman en sus calles porque no los dejan vivir en la ciudad de la bomba. Al\nmenos as\u00ed se proclamaba durante una protesta en v\u00edspera de la conmemoraci\u00f3n de\nlos cuarenta a\u00f1os del holocausto. Junto al monumento que: se\u00f1ala el lugar\nexacto sobre el epicentro -en el coraz\u00f3n del Parque de la Paz- conversamos con\nun grupo de personas que llevaba varios d\u00edas enarbolando un letrero llamativo:\n\u201c\u00a1NO!<\/em>\u201d. <\/p>\n\n\n\n

Eran coreanos residentes en Hiroshima.<\/p>\n\n\n\n

Protestaban pac\u00edficamente, pacientemente,\ntendidos en el suelo, bajo un sol caliente como brasa y una humedad del noventa\npor ciento: <\/p>\n\n\n\n

-Queremos que nos dejen vivir tranquilos, que la polic\u00eda deje de\ncontrolarnos con tanto rigor, que se ponga fin a la restrictiva legislaci\u00f3n\nsobre extranjeros impuesta por los ocupantes yankis. \u00a1Queremos vivir en paz en\nla Ciudad de la Paz!<\/em><\/p>\n\n\n\n

Ya nadie teme, como vemos, a la ciudad\nmaldita<\/em>. <\/p>\n\n\n\n

Los atomizados que a\u00fan sobreviven son pocos, y\nla mayor\u00eda no se distingue del resto. S\u00f3lo siguen semi ocultos aquellos que\nsufrieron deformaciones graves en la cara y en sus miembros. Los dem\u00e1s viven en\nsus domicilios y peri\u00f3dicamente concurren al Hospital de la Bomba<\/em>, el Bembaku\nByoin<\/em>, situado junto al gran hospital de la Cruz Roja, a dos y medio\nkil\u00f3metros del epicentro. Tiene 170 camas y atiende unas 150 personas diarias\ncon edad promedio de 70 a\u00f1os. <\/p>\n\n\n\n

Como la verdad ya no est\u00e1 prohibida en Jap\u00f3n,\npodemos recorrer muchas dependencias del Hospital de la Bomba sin que nadie nos\ninterrogue. Su director, Tadahiro Kida<\/em>,\npractica la pol\u00edtica de puertas abiertas, salvo en el sector de enfermos con\ndeformaciones graves. Pudimos fotografiar ancianos flacos como un pelo y a\notros sometidos a tratamientos de ortopedia mayor. El hospital cuenta con\nequipos modernos y un personal lleno de paciencia. <\/p>\n\n\n\n

No hay, sin embargo, lugar para el optimismo entre\nestos hombres emocionalmente disecados tras cuarenta a\u00f1os de sufrimiento. <\/p>\n\n\n\n

\u00bfODIO AL ESTADOUNIDENSE? <\/strong><\/p>\n\n\n\n

\u00bfY qu\u00e9 ocurre si se remece un poco la\nmadriguera? \u00bfQu\u00e9 sale de la boca de los hiroshimitas? \u00bfOdian a quienes lanzaron\nla bomba? <\/p>\n\n\n\n

-No los odiamos, se\u00f1or. Pero\nnadie puede esperar que los amemos. Injusto ser\u00eda decir que el estadounidense es\nun pueblo malo; pero fue malo con nosotros. Estoy consciente de que en Estados\nUnidos no existe responsabilidad colectiva, pero si verg\u00fcenza colectiva por lo\nde Hiroshimay y Nagasaki. <\/em><\/p>\n\n\n\n

Es la respuesta del anciano Masayoshi Araki<\/em>, ex t\u00e9cnico de la\nMitsubishi. Y en la voz de Tayayuki\nHashzume<\/em>, senior vicepresidente de la Japan\nAir Lines<\/em>, hall\u00e9 un signo y un matiz que parece revelar el otro\nsentimiento: <\/p>\n\n\n\n

-Me obligaron a ir a la guerra.\nYo era muy joven y no deseaba combatir.<\/em><\/p>\n\n\n\n

Quiz\u00e1 en \u00e9l se halle el punto exacto de\nequilibrio, punto al cual en Hiroshima s\u00f3lo se lleg\u00f3 en los a\u00f1os 50. Sin\ndesconocer un grado importante de responsabilidad de Washington por el uso de\nla energ\u00eda at\u00f3mica, admitieron grave responsabilidad de los conductores\njaponeses que los llevaron a la guerra. <\/p>\n\n\n\n

Hablan mucho de los Gunbatsu<\/em>, casta militar aliada con los Zaibatsu- <\/em>grandes consorcios industriales-, que promovieron una\npol\u00edtica expansionista para enfrentar la dram\u00e1tica escasez de materias primas. <\/p>\n\n\n\n

\u201cNo\na Pearl Harbor. No a la bomba. Aprendamos a vivir juntos<\/em>\u201d, es el mensaje\nque se ha escrito hace pocos d\u00edas en el libro de visitas del Hiroshima Peace<\/em> Memorial Museum<\/em>, que nadie puede recorrer sin un vago sentimiento\nde que la \u201cverg\u00fcenza colectiva\u201d alcanza a todo el g\u00e9nero humano. Suscrib\u00eda esa\ncondena a Pearl Harbour la bomba, un australiano de Adelaida, Bill Taylor. <\/p>\n\n\n\n

Y en ese voluminoso libro de visitas le\u00ed\nimploraciones a Cristo, a Visn\u00fa, a Siva, a Al\u00e1, a Buda, \u00a1a Reagan<\/em>! <\/p>\n\n\n\n

EL RIESGO DE NO TEMER <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Justo es admitir, sin embargo, que para\nlos hiroshimitas el asunto de la bomba es agua pasada. La mayor parte no vivi\u00f3\nla experiencia, no desciende de sus v\u00edctimas ni de personas que vivieran en\nestas islas de r\u00edo cuando se desencaden\u00f3 el infierno. La maldici\u00f3n de Hiroshima\napenas les roza la piel. Y por eso andan escasos de memoria cuando se trata de\npensar en el 6 de agosto de 1945. Visitan alguna vez el Museo del Horror\n(muchos lloran, todos sienten un ligero temblor); recorren el hermoso Parque de\nla Paz, construido sobre el lugar exacto donde la bomba hizo explosi\u00f3n a m\u00e1s de\n500 metros de altura, y suscriben los prop\u00f3sitos pacifistas sin pensarlo dos\nveces; pero para lo dem\u00e1s andan escasos de memoria. \u201cLo peor de las guerras es tolerar a los sobrevivientes<\/em>\u201d, parecen\ndecir.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Los mitos milenarios japoneses han sido\nsustituidos por aspiraciones pr\u00e1cticas. Entre ellas sobresale el prop\u00f3sito de\nser una sociedad igualitaria y moderna, meta alcanzada en importante grado hace\nya largos a\u00f1os. <\/p>\n\n\n\n

Hiroshima -al cual se llega en el Tren\nBala- no vive de los recuerdos. Vive de la Mitsubishi<\/em>,\nde la Mazda<\/em>, del cultivo de ostras,\nde la producci\u00f3n de sak\u00e9, de las conservas de sardinas y del envase de\nderivados del petr\u00f3leo. Y cuando todo el mundo habla atemorizado de la Guerra de las Galaxias<\/em>, ellos ofrecen el\nGalaxia<\/em>, lujoso yate de turismo, para\nque los visitantes recorran en dos horas la bah\u00eda de Hiroshima. Y docenas de\nlanchas privadas adornan las aguas del r\u00edo junto al dram\u00e1tico Domo de la Bomba.\n<\/p>\n\n\n\n

Hitaru Inque<\/em>, vocero del Congreso Japon\u00e9s contra las Bombas<\/em>, cree\nque la m\u00e1s nueva generaci\u00f3n ya no siente el santo temor a la guerra nuclear. <\/p>\n\n\n\n

Otras\ngeneraciones recibieron met\u00f3dica concientizaci\u00f3n. Se les hizo ver las pel\u00edculas\nfilmadas en Hiroshima y Nagasaki, lo cual les sirvi\u00f3 de vacuna antib\u00e9lica. Los\nm\u00e1s j\u00f3venes de hoy viven en una peligrosa ignorancia de ese  riesgo<\/em>. <\/p>\n\n\n\n

LA NAUSEA Y ALGO MAS <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Hace poco m\u00e1s de dos semanas, en\nambas ciudades se centr\u00f3 la protesta mundial contra los riesgos de la guerra\nnuclear. Decenas de miles se mostraron como fieros combatientes por la paz. <\/p>\n\n\n\n

Alcaldes de m\u00e1s de sesenta ciudades de\nlos cinco continentes se reunieron en Hiroshima y Nagasaki para instar a los\ngobernantes influyentes del orbe a asumir una actitud pacifista; para que el\nmundo no siga creyendo que quien mata a un solo ser humano es un asesino\nmientras que quien mata a miles es un vencedor; para impedir -por \u00faltimo- que\nel Hombre se convierta en un Ad\u00e1n escrito a la inversa, en n-a-d-a.<\/em> <\/p>\n\n\n\n

Todos los medios de comunicaci\u00f3n masivos\nnos han hecho asistir durante estos d\u00edas a las escenas pavorosas que los\nhombres provocaron y registraron en Hiroshima y Nagasaki. Result\u00f3 f\u00e1cil\ncomprobar que la Humanidad no ha perdido a\u00fan, afortunadamente, el sentido de la\nn\u00e1usea. <\/p>\n\n\n\n

Pero, \u00bfha aprendido el hombre a amar a\nlos otros, \u00fanica forma pr\u00e1ctica de construir la paz? <\/p>\n\n\n\n

Contestar esta pregunta con optimismo\nser\u00eda darse un lujo excesivo. Pero justo es recordar ahora -en v\u00edsperas de los\ncuarenta a\u00f1os del ep\u00edlogo de la Segunda Guerra- que al menos el ser humano no\nha repetido en tan largo tiempo un Hiroshima ni un Nagasaki. <\/p>\n\n\n\n

La esperanza puede seguir siendo el sue\u00f1o de tos que est\u00e1n despiertos. <\/p>\n\n\n\n

Sombras y espectros<\/h3>\n\n\n\n

Cuarenta monumentos, museos, monolitos piedras y placas conmemorativas del holocausto\nexisten hoy en el Parque de la Paz, construido sobre el sector de Hiroshima m\u00e1s\ndirectamente afectado por la explosi\u00f3n at\u00f3mica. Tiene 550 metros de largo y 200\nde ancho promedio. De todas sus construcciones, ninguna es m\u00e1s fr\u00eda e inocente\nen su apariencia externa y m\u00e1s sobrecogedora en su interior, que el edificio\ndominante del Parque. En \u00e9l se instalaron dos museos relacionados con la\nBomba-A: el Museo Conmemorativo y el Museo de los Materiales de la Bomba. <\/p>\n\n\n\n

Una maqueta panor\u00e1mica esferoide muestra en el\nprimero c\u00f3mo el valle de Hiroshima se convirti\u00f3 en un desierto at\u00f3mico el 6 de\nagosto de 1945. De ese valle en llamas surgieron los muertos y heridos que\nsalen al paso del visitante en numerosas fotograf\u00edas espeluznantes, y tambi\u00e9n\nson de esos seres las pellejas humanas conservadas dentro de grandes frascos,\ncon l\u00edquidos que los mantienen. Muestran ellas las deformaciones producidas en\nla cara, que las v\u00edctimas llamaron \u201cgarras del diablo\u201d.<\/p>\n\n\n\n

Y en el Museo de los Materiales de la\nBomba se conserva el s\u00edmbolo m\u00e1s elocuente de esa arma: los pelda\u00f1os de entrada\nal Banco Sumitomo, sobre los cuales una sombra negra marca el lugar donde una\npersona estaba sentada en el momento de la explosi\u00f3n, a dos cuadras del\nepicentro. <\/p>\n\n\n\n

Esa \u201csombra\u201d es lo \u00fanico que qued\u00f3 del\ncuerpo desintegrado por la onda de calor. <\/p>\n\n\n\n

Y muy cerca del Banco Sumitono<\/em> y su sombra, hay un espectro. All\u00ed estaba la C\u00e1mara\nde Comercio y Desarrollo Industrial de Hiroshima, donde sesenta empresarios\ncomenzaban una reuni\u00f3n cuando estall\u00f3 la Little\nBoy<\/em>. <\/p>\n\n\n\n

De esos hombres no se hall\u00f3 rastro\nalguno. <\/p>\n\n\n\n

Y el edificio, por ser de concreto, no fue consumido por el fuego, pero qued\u00f3 en ruinas. Su c\u00fapula met\u00e1lica y los muros que siguen en pie constituyen un esqueleto qu\u00e9 simboliza hoy el sacrificio de Hiroshima: el llamado Domo o C\u00fapula At\u00f3mica. <\/p>\n\n\n\n

Horas hist\u00f3ricas de Hiroshima<\/h3>\n\n\n\n

Fundada medio siglo despu\u00e9s que Santiago\nde Chile, la ciudad de Hiroshima ten\u00eda el d\u00eda de su destrucci\u00f3n parcial, una\npoblaci\u00f3n estable de 318 mil habitantes, un tercio de nuestra  capital. Ocupaba el sexto lugar entre las\nciudades niponas (ahora el und\u00e9cimo).\u2028<\/p>\n\n\n\n

Su historia militar, sin embargo, era\nconspicua. Hab\u00eda servido de cuartel general del Ej\u00e9rcito japon\u00e9s en las guerras\ncontra China y Rusia, a principios del siglo XX y a fines del anterior.<\/p>\n\n\n\n

El superfortaleza  Enola Gay<\/em>, que hizo explotar el artefacto estadounidense -brit\u00e1nico a 580 metros de altura, inici\u00f3 la Era Nuclear y puso fin a la historia militar de Hiroshima. Fue reconstruida m\u00e1s tarde con el nombre de Ciudad Conmemorativa de la Paz. En su Parque de la Paz, el Reloj de Flores (de Citizen), y la Torre del Reloj de la Paz (de Seiko) marcan la hora de la nueva Hiroshima la ciudad comercial e industrial del Mediterr\u00e1neo japon\u00e9s. <\/p>\n\n\n\n

\u00bfCu\u00e1ntos murieron?<\/h3>\n\n\n\n

\u201cTodav\u00eda no se puede conseguir\nel n\u00famero exacto de las v\u00edctimas\u201d,<\/em> advierte Ta- Keshi Arakio, que lleva m\u00e1s de diez\na\u00f1os como alcalde de Hiroshima, uno de los sobrevivientes sanos y que ha\nestudiado profundamente el fen\u00f3meno de la bomba. La falta de seguridad en\nmateria de estad\u00edsticas sobre muertos y heridos es la misma que tenemos\nnosotros despu\u00e9s de leer las cifras m\u00e1s dispares, entregadas todas por\npublicaciones com\u00fanmente dignas de cr\u00e9dito.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Pese a todo, intentaremos a continuaci\u00f3n\nrealizar un balance aproximado, de acuerdo con publicaciones internacionales y\notras obtenidas en la Biblioteca del Museo Conmemorativo de Hiroshima. <\/p>\n\n\n\n

La ciudad ten\u00eda en 1945 alrededor de 318\nmil habitantes permanentes, m\u00e1s unos 43 mil militares acantonados en ella por\nla guerra. La densidad de poblaci\u00f3n era de 13.500 personas por kil\u00f3metro\ncuadrado. <\/p>\n\n\n\n

Est\u00e1 comprobado fuera de toda du da que\nnadie sobrevivi\u00f3 en un \u00e1rea de cuatro cuadras a la redonda del epicentro. Alrededor\nde 12 mil personas habr\u00edan muerto en forma instant\u00e1nea, de acuerdo a una\nestimaci\u00f3n que parece confiable. En las cuatro cuadras siguientes de este\nc\u00edrculo imaginario, la gente sufri\u00f3 heridas y da\u00f1os muy graves, terminados en\nmuerte poco despu\u00e9s en much\u00edsimos casos. <\/p>\n\n\n\n

Por el calor de la bomba (5 mil a 7 mil\ngrados en su epicentro), se produjo un incendio generalizado en la ciudad, que\ndestruy\u00f3 completamente 62 mil casas, da\u00f1\u00f3 seriamente 6 mil y dej\u00f3 casi\ninc\u00f3lumes 22 mil.<\/p>\n\n\n\n

En el transcurso de esas horas habr\u00edan muerto unas 80 mil\npersonas, incluyendo las v\u00edctimas del primer segundo. Y un a\u00f1o m\u00e1s tarde, el\nbalance de muertos era de 118.661. Como gravemente da\u00f1adas aparec\u00edan 30.500\npersonas. Por otra parte, los sanos y los que manifestaban s\u00f3lo da\u00f1o ligero\nsuperaban a los anteriores en 18 mil. <\/p>\n\n\n\n

Los efectos de la radiaci\u00f3n siguieron\nproduciendo muertes en las d\u00e9cadas siguientes, y hasta hoy se responsabiliza a\nla Bomba-A del acortamiento de la vida de centenares de personas cada a\u00f1o. Sin\nembargo, a medida que pasa el tiempo, resulta m\u00e1s dif\u00edcil establecer las causas\nobjetivas de muerte sufrida por individuos que tuvieron alg\u00fan da\u00f1o por la\nexplosi\u00f3n. En consecuencia las estad\u00edsticas resultan m\u00e1s subjetivas y\nobjetables. <\/p>\n\n\n\n

Un c\u00e1lculo conservador arroja hasta hoy\nuna cifra de 170 mil a 190 mil personas muertas o con su vida dr\u00e1sticamente\nacortada por efectos de la bomba. De todas las v\u00edctimas, unas 123 mil han sido\nidentificadas. Sus nombres, escritos con pincel, se hallan en grandes libros\nque se guardan en el lugar exacto del epicentro, dentro de un sarc\u00f3fago de\nconcreto recubierto de madera. <\/p>\n\n\n\n

Sobre una de las paredes del sarc\u00f3fago\nhay una inscripci\u00f3n en caracteres japoneses escrita por el profesor de la\nUniversidad de Hiroshima Tadayoshi Saika<\/em>.\n\u00bfQu\u00e9 dice? Conocemos cinco versiones diferentes (tres en espa\u00f1ol y dos en\ningl\u00e9s), pero en s\u00edntesis reza as\u00ed: \u201cDescansen\nen paz. Nosotros no repetiremos el error<\/em>\u201d.<\/p>\n\n\n\n

No lleva firma.<\/p>\n\n\n\n

Sobre este sarc\u00f3fago se levanta un gran\nmonumento en forma de arco o herradura, orientado hacia el Domo de la Bomba,\nque se halla a unos 400 metros, al otro lado del r\u00edo Motoyasu. Es la \u00fanica\nruina de la Hiroshima sufriente que se conserva. <\/p>\n\n\n\n

El sufrimiento de los enfermos y heridos\n-hemos visto algunos en el Hospital de la\nBomba<\/em>– s\u00f3lo podr\u00eda medirse con una \u201cestad\u00edstica del horror\u201d, m\u00e1s dif\u00edcil de\nconseguir que la del n\u00famero de v\u00edctimas. Los testimonios que hemos conocido\n(\u00a1se los ahorraremos al lector!) son para ser escuchados tap\u00e1ndose el rostro.\nAl o\u00edrlos cualquiera termina pensando como David L. Swaim, profundo conocedor\ndel tema: <\/p>\n\n\n\n

\u201cEspero que nadie olvide nunca\nAuschwitz. Pero querr\u00eda que todos supieran m\u00e1s de Hiroshima y Nagasaki\u201d.<\/em><\/p>\n\n\n\nVer texto publicado en revista en formato PDF<\/em><\/small>\n\n\nHiroshima-85<\/a>\n

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