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{"id":3777,"date":"1979-10-21T13:40:42","date_gmt":"1979-10-21T16:40:42","guid":{"rendered":"http:\/\/www.ganderats.cl\/?p=3777"},"modified":"2019-08-11T15:45:38","modified_gmt":"2019-08-11T18:45:38","slug":"sumergidos-en-el-mundo-masai","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.ganderats.cl\/sumergidos-en-el-mundo-masai\/","title":{"rendered":"Sumergidos en el mundo masai"},"content":{"rendered":"\n

Equipo de Revista del Domingo sufri\u00f3 en carne propia la agresividad c\u00e9lebre de este pueblo vencido por la paz, pero pudo conocer tambi\u00e9n sus valores singulares que lo convirtieron en los espartanos negros. Viven vagando en el \u00c1frica Oriental y a\u00f1orando la \u00e9poca en que nadie osaba cruzar sus fronteras.\n<\/h4>\n\n\n\n
<\/div>\n\n\n\n

En fracci\u00f3n de segundo -como ataca la\ncobra amenazada- la mujer mete una mano bajo sus ropas y saca un cuchillo\ndescomunal. Mira a mi acompa\u00f1ante, que intenta fotografiarla desde lejos, lanza\nunos gritos ancestrales y embiste. Choca contra la gente, tropieza en unos\ncanastos, cae al suelo, se incorpora como si las piedras del suelo ardieran y\nllevando el cuchillo en alto sigue su b\u00fasqueda, enceguecida. <\/p>\n\n\n\n

Jorge Iniszewski, el fot\u00f3grafo, la ve\nvenir, arrea con sus c\u00e1maras, y trata de ocultarse entre la gente. La mujer lo\npersigue sin dejar de proferir palabras extra\u00f1as (ciertamente tienen que ver\ncon alg\u00fan pariente cercano) y finalmente lo enfrenta. Blandiendo el cuchillo\ngesticula, sin control. Providencialmente, aparece un guardia -\u00a1el primero que\nvemos en varios d\u00edas!- y se interpone entre ella y el fot\u00f3grafo. <\/p>\n\n\n\n

Carcajadas y gritos de censura se\nmezclan con el bullicio del mercado. Para la mayor\u00eda de los hombres que venden\ny compran en este suburbio de Dar Es Salaam, el incidente resulta de lo m\u00e1s\ngracioso. <\/p>\n\n\n\n

\u00bfNadie\nles ha dicho que las mujeres mas\u00e1is son m\u00e1s feroces que los hombres? \u00bfNadie les\ndijo nada?<\/em> -me pregunta con tono de advertencia un comerciante hind\u00fa. <\/p>\n\n\n\n

-Nadie… <\/p>\n\n\n\n

Esa agresiva mujer que vend\u00eda hierbas\nmedicinales (los mas\u00e1is llegan a viejos y se han ganado fama de buenos\ncuranderos) no hab\u00eda logrado darle su medicina fatal al fot\u00f3grafo, pero al\nmenos nos recet\u00f3 una buena dosis de prudencia. <\/p>\n\n\n\n

Y de curiosidad. <\/p>\n\n\n\n

GUERREROS EN MI CEREBRO <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Ese d\u00eda, de sopet\u00f3n, descubrimos al\npueblo masai<\/em>. Desde entonces he hecho\ndos viajes por sus dominios. Dos viajes que me dejaron inquieto. Inquieto\nporque  estos africanos que dieron al\neuropeo la imagen ideal del \u201cnoble salvaje\u201d se han quedado desde entonces a\nhabitar en mi cerebro, recorri\u00e9ndolo con sus trancos flexibles, su altiva\nmirada negra, sus olores extra\u00f1os y sus voces tan oscuras como su piel. Me\ndejaron inquieto, tambi\u00e9n, porque al hablar con ellos se me hizo m\u00e1s fuerte la\nimpresi\u00f3n de que si bien los hombres somos todos del mismo barro, no todos\nhemos sido hechos con el mismo molde. <\/p>\n\n\n\n

El hombre masai<\/em>, aunque se parece a otros pueblos que tienen sus ra\u00edces remotas\nen el Nilo, ha logrado ser distinto por muchos siglos. A\u00fan hoy mantiene cerrada\nla puerta de sus chozas r\u00fasticas para no dejar pasar el tiempo y los hijos\nsiguen las costumbres de los padres como el hilo sigue a la aguja. <\/p>\n\n\n\n

No hubo guerreros m\u00e1s temidos en el\n\u00c1frica Oriental durante varios cientos de a\u00f1os. Ni hubo pastores m\u00e1s tenaces.\nAl visitarlos hoy d\u00eda -en Tanzania, en Kenia- apenas logran ocultar un hecho:\nde esa ferocidad, de ese amor por la libertad de los pastizales, s\u00f3lo quedan\nescombros. La civilizaci\u00f3n los tiene condenados a muerte y ellos… lo intuyen.\n<\/p>\n\n\n\n

Una\nlanza no yerra cuando el hombre est\u00e1 condenado a morir- <\/em>me dice sin\ninmutarse el jefe de una comunidad tanzania, fatalista como casi todo ser tribal.\n<\/p>\n\n\n\n

En los siguientes contactos con ellos no\nme ha vuelto a remecer su adormecida agresividad, aunque a veces tras la\ncortes\u00eda se hayan adivinado nubarrones. Lo que me ha estremecido es ese\nfatalismo que los devora. Y sus costumbres, casi intactas, que parecen siempre\nuna provocaci\u00f3n a las costumbres nuestras.  <\/p>\n\n\n\n

De tales cosas he querido hablar\ndesde que los conoc\u00ed. Por eso digo que los mas\u00e1is<\/em>\nse han quedado a habitar en mi cerebro aguardando el d\u00eda en que pudiesen\ninvadir <\/p>\n\n\n\n

estas p\u00e1ginas con sus lanzas, sus mantos\ncolor ocre, sus collares de arco iris, sus reba\u00f1os y esas moscas que recorren\nsiempre sus cuerpos provocando escalofr\u00edos a quienes se les acercan. <\/p>\n\n\n\n

PUEBLO ELEGIDO <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Por primera vez estoy cara a cara con un\njefe masai. En un ingl\u00e9s titubeante conversamos bajo su choza, que parece un\nhorno de barro de nuestra zona central, pero m\u00e1s alargado y alto. Pieles de\nvaca en el suelo nos sirven de asiento. La penumbra casi completa (\u00a1no conocen\nlas ventanas!) apenas deja ver m\u00e1s all\u00e1 de la nariz. Un olor a guano seco\ndomina todo, pues la choza ha sido construida con unas varillas flexibles\nrecubiertas con excrementos de vaca y barro. <\/p>\n\n\n\n

-\u00bfPor qu\u00e9 no cultivan el ma\u00edz o\nel trigo, como otros mas\u00e1is?\u2014<\/em>le pregunto al jefe de la comunidad.<\/p>\n\n\n\n

Me mira de modo extra\u00f1o. Parece decir:\n\u201cLos peludos<\/em> (as\u00ed llaman a los\nblancos) siempre preguntan lo mismo. Siempre lo mismo\u201d. <\/p>\n\n\n\n

-\u00bfPor qu\u00e9?, se\u00f1or \u00bfPor qu\u00e9 no tienen cultivos?
Ning\u00fan masai, se\u00f1or, cultiva la tierra. Nosotros somos los due\u00f1os de los reba\u00f1os que hay en la Tierra y debemos cuidar de ellos. Conservarlos, aumentarlos<\/em>.
-Pero otros mas\u00e1is<\/em> cultivan la tierra, se\u00f1or.
No los verdaderos mas\u00e1is, se\u00f1or. Eso es indigno. El masai no cultiva. El masai no caza para comer. Nuestro dios nos dio los reba\u00f1os. <\/em>
-Pero otros hombres tambi\u00e9n tiene reba\u00f1os, se\u00f1or.
-Esos reba\u00f1os son nuestros. Pueden tenerlos mientras nosotros no les exijamos que los devuelvan. <\/em>
-\u00bfTodos son de ustedes?
\u00a1Todos!<\/em> <\/p>\n\n\n\n

BEBER EN MASA!<\/strong><\/p>\n\n\n\n

As\u00ed ocurre aqu\u00ed, en las laderas del\nKilimanjaro, en Kenia, donde Atole Kintawa, este jefe de uno de los 25 clanes\nque habitan los 100 kil\u00f3metros cuadrados que a\u00fan le quedan al pueblo masai,\nresponde sin titubeos. Y as\u00ed ocurre tambi\u00e9n cerca de Ngorongoro, en suelo de\nTanzania. Entramos a otra comunidad de este \u201cpueblo elegido\u201d. Una veintena de\nchozas, llamadas bomas<\/em>, rodeadas de\nun cerco hecho con plantas espinosas para protegerse de las fieras, se me abren\ndespu\u00e9s que el jefe recibe varias monedas sin gran valor para nosotros, pero\nque ellos codician para coleccionarlas.<\/p>\n\n\n\n

Varios muchachos esbeltos y semidesnudos\ntienen amarrado un novillo al tronco de un \u00e1rbol. Con un cuchillo ya han\nperforado la yugular del animal y reciben la sangre en una vasija. Lo vienen\nhaciendo as\u00ed desde hace siglos. Sacan lo suficiente como para no debilitar al\nanimal y en seguida cubren el agujero con guano. <\/p>\n\n\n\n

-\u00bfQuiere beber?<\/em>
-…Gracias… Este…, mi religi\u00f3n me lo proh\u00edbe.
-\u00bfSe lo proh\u00edbe? <\/em>
-Me lo proh\u00edbe.
– \u00bfLeche? \u00bfPuede beber leche? <\/em>
No hay escapatoria.
-S\u00ed, s\u00ed, gracias.<\/p>\n\n\n\n

\u00a1Varios tiritones! Despu\u00e9s me entero por qu\u00e9 esa leche parece cortada y tiene sabor extra\u00f1o. Lo cuenta Ole Sankan, un culto masai keniano que vive en Nairobi: <\/p>\n\n\n\n

-Los pastores siempre mezclan la\nleche con la orina del animal…: Uno se acostumbra. <\/em><\/p>\n\n\n\n

Desde entonces \u201cmi religi\u00f3n\u201d me proh\u00edbe\nbeber cualquier l\u00edquido en territorio masai. El agua, casi siempre putrefacta,\nescasea como el oro. Por eso el pastor rara vez toma un ba\u00f1o. Siempre se\n\u201climpia\u201d el cuerpo y la cara con grasa animal \u00a1y se engomina con guano! Ni\u00f1os y\nadultos -\u00a1tantas mujeres de sonrisa fresca y ojos incisivos!- conviven\nnaturalmente con las moscas que llegan a sus cuerpos atra\u00eddas por la grasa.\nSobre la cabeza, en la comisura de los labios, en el extremo de los ojos, junto\na la nariz, las moscas s\u00e9 detienen como si hubiesen hecho un apasionante\ndescubrimiento. Nadie las espanta. \u00a1Pican las manos! Hasta los rostros\ninfantiles m\u00e1s hermosos invitan al darles con el matamoscas. <\/p>\n\n\n\n

IMPERIO VENCIDO <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Pero estos hombres no s\u00f3lo por fuera son\ntan violentamente distintos a otros. Por dentro -y aqu\u00ed en el sentido positivo-\namasan por siglos una dignidad ejemplar. De ellos parece ser cierta frase\ntremenda: \u201cUn campesino de pie es m\u00e1s\ngrande que un noble arrodillado<\/em>\u201d. <\/p>\n\n\n\n

Entre ellos no hay lugar para el rastrero;\ntampoco para el extra\u00f1o que intenta enga\u00f1arlos: <\/p>\n\n\n\n

La\nconfianza es buena, se\u00f1or, pero la desconfianza es m\u00e1s segura<\/em> \u2014me dice un\nprofesor de Arusha, nacido masai y pobre, pero m\u00e1s tieso que pan a\u00f1ejo, en cuya\ncasa paterna es evidente que el hambre atraves\u00f3 las paredes. <\/p>\n\n\n\n

Y es que todos los individuos de este\npueblo -incluso los que ya optaron por convertirse en agricultores, en\npescadores, en comerciantes- conocen de sobra la historia que los llev\u00f3 a\ndominar grandes territorios del \u00c1frica Oriental. En su apogeo el pa\u00eds masai\nequival\u00eda en tama\u00f1o al trozo de Chile que va desde Santiago a Copiap\u00f3. Cuando\nfueron dominados por los ingleses en 1895, ellos mismos se hab\u00edan suicidado en\nlargas guerras civiles; y el c\u00f3lera, y la viruela y algunos males que atacaron\nal reba\u00f1o, disminuyeron sus fuerzas hasta dejarlos casi indefensos. <\/p>\n\n\n\n

De otro modo el peque\u00f1o imperio masai\ntal vez habr\u00eda extendido sus fronteras hasta los dos extremos del arco iris. El\nmor\u00e1n<\/em> -guerrero de esta raza- hizo\ntemblar  a grandes combatientes \u00e1rabes y\noccidentales, y a los africanos kikuyus<\/em>,\norganizadores de los temidos mau-mau<\/em>.\nNadie se atrevi\u00f3, por siglos, a incursionar por territorio masai. <\/p>\n\n\n\n

A la llegada del europeo estaban\ncastrados psicol\u00f3gicamente.<\/p>\n\n\n\n

-\u00bfPor qu\u00e9 no ofrecieron mayor\nresistencia?<\/p>\n\n\n\n

Nuestros\nsabios videntes nos hab\u00edan anunciado la llegada del blanco. Y ten\u00edan raz\u00f3n.\nLlegaron. Tambi\u00e9n dijeron que el blanco vendr\u00eda por un tiempo y luego se ir\u00eda.\nY ten\u00edan raz\u00f3n. Se han ido. Pero tardaron mucho m\u00e1s de lo esperado. Y todav\u00eda\nquedan algunos. Por eso los mas\u00e1is en su mayor\u00eda no combatieron. Estaba escrito\nque vendr\u00eda el blanco y como hab\u00eda disputa entre hermanos, algunos se aliaron\ncon los brit\u00e1nicos y dios nos castig\u00f3<\/em>. <\/p>\n\n\n\n

Este profesor de Arusha -\u201ctieso como pan\na\u00f1ejo\u201d- recibi\u00f3 un nombre ingl\u00e9s, James, que suena extra\u00f1o con su apellido\naborigen, Kingi, pero a su hijo lo ha bautizado Likambu.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Likambu Kingi es un ni\u00f1o que tal vez no\nalcanzar\u00e1 a conocer los escudos hechos con piel de b\u00fafalo que a\u00fan guardan\nalgunos viejos guerreros. <\/p>\n\n\n\n

Los tenemos escondidos, se\u00f1or. El gobierno proh\u00edbe usar escudos a los\nmas\u00e1is. S\u00f3lo una lanza para defenderse de los animales salvajes. Dicen: \u201cHay\nque civilizar a los masais\u201d. Y siempre los mas\u00e1is tuvieron su cultura,\nprotegieron la tierra, mataron s\u00f3lo por necesidad. Ahora los llevan a la guerra\ncon la Uganda de Idi Am\u00edn, sin necesidad. A matar sin necesidad. Y los pol\u00edticos\nest\u00e1n agrupando a los mas\u00e1is, destruyendo la tierra, protegiendo a los elefantes,\ncuyas manadas aumentan cada d\u00eda y rompen el equilibrio de la naturaleza. El\nmasai es m\u00e1s civilizado, \u00bfno le parece? <\/em><\/p>\n\n\n\n

-Me parece. <\/p>\n\n\n\n

EL AMOR Y LA MUJER <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Extra\u00f1a resulta para nosotros la\ncivilizaci\u00f3n masai en lo que respecta a las costumbres sociales y h\u00e1bitos\nsexuales.No es extra\u00f1a por la poligamia, desde luego, que existe en todo el\nmundo, en forma abierta o encubierta. Tampoco por la pr\u00e1ctica de la\ncircuncisi\u00f3n, tan vieja como nuestra cultura. <\/p>\n\n\n\n

Es extra\u00f1a porque este pueblo jam\u00e1s\npractic\u00f3 la esclavitud. Es extra\u00f1a porque cualquier hombre masai que resulte\nincapaz de engendrar un hijo acepta que otros engendren \u201csus\u201d hijos en las\nesposas que ha escogido y nadie sino \u00e9l reclama paternidad de tales criaturas.\nEs extra\u00f1a porque (como ocurre tambi\u00e9n entre los esquimales), el var\u00f3n comparte\na sus esposas con visitantes y hermanos de tribu, siempre que ellas acepten\nlibremente dicha relaci\u00f3n… <\/p>\n\n\n\n

Hay, en suma, una sorprendente libertad\nsexual, que nada tiene que ver con la prostituci\u00f3n. Sin embargo, el matrimonio\nefectuado formalmente es indisoluble; s\u00f3lo ciertas uniones informales pueden\nromperse previa devoluci\u00f3n de la dote recibida. <\/p>\n\n\n\n

Contrariamente a lo que muchos\ncivilizados suponen de los pueblos en otro estado de desarrollo, los mas\u00e1is\nrespetan a la mujer m\u00e1s que muchos blancos. <\/p>\n\n\n\n

Ole Sankan explica: <\/p>\n\n\n\n

Es\ntan raro que un var\u00f3n mate a una mujer que nuestros c\u00f3digos ni siquiera\ncontemplan penas. En caso de muerte accidental, para evitar que una maldici\u00f3n\ncaiga sobre el hombre y su familia, \u00e9ste debe pagar 48 o 28 ovejas, que se\nencargan de cobrar el padre, los hermanos u otros parientes de la v\u00edctima. Si\nun hombre golpea a su esposa, las otras mujeres llegan en su ayuda con garrotes\ny otras armas, y siempre el var\u00f3n opta por ocultarse. Entonces las mujeres\ngolpear\u00e1n su ganado y matar\u00e1n algunos animales para comerlos. Pero si la mujer\nque se ha casado formalmente decide abandonar el hogar, la tribu le proh\u00edbe\ncontraer matrimonio por segunda vez. <\/em><\/p>\n\n\n\n

Con orgullo, un viejo masai de Kenia\nrelata la muerte de unos 700 \u00e1rabes y kikuyu<\/em>s\nque intentaron violentar a dos mujeres mas\u00e1is<\/em>\na fines del siglo pasado. Esos hombres formaban parte de una caravana y hab\u00edan\nsido atendidos con cordialidad por los varones y mujeres de una tribu. <\/p>\n\n\n\n

Siempre\nacog\u00edamos a las caravanas, pero ellos deb\u00edan respetarnos. Aquella vez, seg\u00fan\ncontaba mi madre, algunos jefes de los visitantes trataron de forzar la entrega\nde las j\u00f3venes m\u00e1s hermosas, \u00a1para divertirse! Como no entendieran de razones,\ny comenzaran a disparar, la mitad de los 1.400 miembros de la caravana fueron\naniquilados en algunas horas. Otros quedaron muy heridos\u2026<\/em><\/p>\n\n\n\n

PUEBLO DESGRANADO <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Han pasado m\u00e1s de 80 a\u00f1os desde entonces\ny las diferencias entre mas\u00e1is<\/em> y kikuyus<\/em> se hacen cada vez menos\nperceptibles. Unidos ante el adversario com\u00fan, el blanco, se han ido fundiendo.\nGran parte de lo que hoy es el pueblo de Kenia proviene de esos dos troncos\naltivos y guerreros. Y muchos mas\u00e1is<\/em>\nque viv\u00edan en Tanzania han emigrado a Kenia para impedir que el gobierno\nsocialista de Tanzania los obligue a \u201ccivilizarse\u201d. <\/p>\n\n\n\n

\u00bfCu\u00e1ntos son los mas\u00e1is<\/em>? <\/p>\n\n\n\n

Nadie lo sabe con certeza. Varios\ncientos de miles llevan la sangre, pero los que conservan sus tradiciones\napenas alcanzan a unas decenas de miles. Y se encuentran fuertemente mezclados\npor la notable tendencia que tienen a aceptar -dentro de sus normas- a\ncualquier no masai que desee incorporarse a las tribus. Antiguamente eran en su\nmayor parte prisioneros de guerra y mujeres capturadas. Todos ellos se\nconvert\u00edan en hermanos y no en esclavos. Las mujeres kikuyus<\/em> son cada d\u00eda m\u00e1s cotizadas por el masai, que prefiere a la\nmujer hacendosa que a la hacendada.<\/p>\n\n\n\n

Hasta hace 25 a\u00f1os exist\u00eda solo una\nescuela de ense\u00f1anza media en todo el territorio masai. Muy pocos pudieron\nentonces acceder a la cultura blanca y al gobierno. Hoy en ambos pa\u00edses existen\nalgunos ministros de esta etnia y cada d\u00eda aumentan los j\u00f3venes que cambiaron\nla larga vara del pastor por un t\u00edtulo universitario o la pluma del bur\u00f3crata.\nLa mayor\u00eda, sin embargo, se ha quedado en la agricultura o en la crianza d\u00e9\nvacunos, en forma sedentaria. <\/p>\n\n\n\n

ESPERANDO AL VIENTO <\/strong><\/p>\n\n\n\n

Quienes a\u00fan viven como hace siglos,\nerrantes con sus ganados, son los menos y los m\u00e1s tenaces. Les duele la traici\u00f3n<\/em> de sus otros hermanos. Y como \u201clas penas no matan, pero rematan\u201d<\/em>, ven\nel futuro con preocupaci\u00f3n. Los m\u00e1s recalcitrantes piensan, sin embargo, que\nquienes abandonaron la vida pastoril lo han hecho temporalmente y volver\u00e1n a\narrear sus vacas gibosas. <\/p>\n\n\n\n

Alg\u00fan\nd\u00eda cambiar\u00e1 el viento<\/em>– me dice un antiguo guerrero en lenguaje casi\npo\u00e9tico-. Nadie es tan inteligente como\npara no ser enga\u00f1ado alguna vez. Muchos han sido enga\u00f1ados. Pero mientras uno\nest\u00e1 vivo, el hogar nunca est\u00e1 demasiado lejos, y alg\u00fan d\u00eda los que se han ido\nvolver\u00e1n. El Dios del cielo nos encarg\u00f3 cuidar los reba\u00f1os de la Tierra y \u00c9l reunir\u00e1\nal pueblo masai que est\u00e1 disperso. Ser\u00e1 nuestro pastor. <\/em><\/p>\n\n\n\n

Y el viejo se despide y cierra la puerta\nde espino de su boma<\/em> para no dejar\npasar el tiempo. <\/p>\n\n\n\n

Abandono el pueblo keniano de Narok y en\nel camino paso junto a la Estaci\u00f3n Rastreadora de Sat\u00e9lites, situada en el\ncoraz\u00f3n del pa\u00eds masai. Cerca de all\u00ed -su reba\u00f1o inquieto- un pastor mira al\nciclo\u2026 Alg\u00fan d\u00eda cambiar\u00e1 el viento.<\/p>\n\n\n\nVer texto publicado en revista en formato PDF<\/em><\/small>\n\n\nEl-Masai<\/a>\n

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Equipo de Revista del Domingo sufri\u00f3 en carne propia la agresividad c\u00e9lebre de […]<\/p>\n","protected":false},"author":1,"featured_media":3779,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[51,79],"tags":[59],"class_list":["post-3777","post","type-post","status-publish","format-standard","has-post-thumbnail","hentry","category-africa","category-tanzania","tag-revista-del-domingo-de-el-mercurio"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/3777","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/users\/1"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=3777"}],"version-history":[{"count":2,"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/3777\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":5746,"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/3777\/revisions\/5746"}],"wp:featuredmedia":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/media\/3779"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=3777"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=3777"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/www.ganderats.cl\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=3777"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}