Excesiva, inquietante, resulta la calma.\nNuestro avi\u00f3n parece colgar del cielo, inm\u00f3vil, como atado a un cable\ninvisible. Abajo, muy cerca de nosotros, se estira la Gran Barrera de Coral, la\nm\u00e1s extensa del planeta. Parece una infinidad de lotos agrupados en islas\nverdinegras que apenas se asoman fuera del agua. <\/p>\n\n\n\n
El lento Twin\nOtter<\/em> permite que la docena de excitados pasajeros pueda observar la regi\u00f3n\ncon detenimiento. Air Queensland<\/em>\ntiene pilotos especializados en estas rutas esc\u00e9nicas recorridas a baja altura.\nPor la calma cualquiera dir\u00eda que nos quedaremos flotando para siempre sobre el\nMar de Coral como una espora gigantesca.<\/p>\n\n\n\n Pero de pronto la espora da un coletazo.\nAlguien parece haber cortado el cable invisible, y hemos bajado bruscamente\nveinte metros en un segundo. Siento mi est\u00f3mago en la garganta y cuando miro\nhacia dentro, varios pasajeros lucen verdes, amarillos. El auxiliar de a bordo\nsonr\u00ede, sonrosado. Sabe \u00e9l que estas balsas de aire asustan, incluso pueden ser\ndigestivas. Pero no matan. En el tr\u00f3pico los aviones suelen convertirse en\ntoboganes y segundos despu\u00e9s vuelven a colgarse \u2013calmos- de ese cable\ninvisible.<\/p>\n\n\n\n Verdaderamente hermoso resulta el\nespect\u00e1culo desde la altura, pero sigo pensando que este viaje por el norte de\nAustralia puede convertirse en algo tan decepcionante como tem\u00ed el d\u00eda que me\ninvitaron. Cuando por tel\u00e9fono preguntaron si me interesaba viajar a Australia,\nestoy seguro de que en la otra punta del hilo se adivinaba mi sonrisa de oreja\na oreja. Conocer la isla m\u00e1s grande de la Tierra -\u00a1diez veces mayor que Chile!-;\ncaminar por el mundo de los canguros, koalas y ornitorrincos; por el territorio\nde los buenos salvajes y sus b\u00famerangs<\/em>,\npor el escenario dram\u00e1tico del capit\u00e1n Cook y contagioso del Waltzing Matilda<\/em>, ha sido una aventura siempre presente en\nmis insomnios. <\/p>\n\n\n\n Llevo mucho tiempo esperando conocer\nSydney, una de las ciudades m\u00e1s hermosas del Pac\u00edfico, con su edificio del\nOpera House (\u201cparece un velero\u201d\u2026 \u201cparece\nuna caparaz\u00f3n<\/em>\u201d; nadie se pone de acuerdo), acechando junto a la\nimpresionante bah\u00eda de Nueva Gales del Sur. Y, por \u00faltimo, como est\u00edmulo me\nbastaba pisar los lugares de migraci\u00f3n de tantos chilenos que llegaron llenos\nde esperanza (y no se defraudaron). <\/p>\n\n\n\n Tal vez por eso, la sonrisa de oreja a\noreja se me congel\u00f3 al escuchar en qu\u00e9 consistir\u00eda nuestro viaje: despu\u00e9s de\natravesar el interminable oc\u00e9ano Pac\u00edfico -con escala en Haw\u00e1i- ni siquiera\naterrizar\u00edamos en Sidney. Simplemente seguir\u00edamos de largo por \u00a12 mil\nkil\u00f3metros!, hasta una casi desconocida ciudad del extremo norte, en las\norillas del Mar de Coral.\u2028<\/p>\n\n\n\n -C\u00f3mo se llama? De Cairns, agreg\u00f3, viajar\u00edamos a algunas\nislas del tr\u00f3pico australiano. \u201cTienen\nplayas blancas y aguas transparentes\u201d<\/em>. (\u00a1Ser\u00e1n iguales a otras tantas del\nPac\u00edfico!). Y para recorrer un poco el resto del enorme pa\u00eds dispondr\u00edamos de\nunos d\u00edas solamente. <\/p>\n\n\n\n DIANA DE LUNA DE MIEL <\/strong><\/p>\n\n\n\n Casi sin sentirlo hicimos el largo viaje\nhasta Cairns, y ahora en un peque\u00f1o avi\u00f3n de Air Queensland -colgado a\u00fan de su\ncable invisible- tenemos la proa dirigida a la isla Lizard. Durante dos horas y\nmedia navegaremos por sobre la Gran Barrera de Coral, que termina en Pap\u00faa-Nueva\nGuinea, la isla de Perro Mundo<\/em>, cuyas\nmonta\u00f1as visitar\u00e9 en las pr\u00f3ximas semanas. <\/p>\n\n\n\n Tras una hora de vuelo, he comenzado a\ncomprender un poco mejor esta invitaci\u00f3n que parec\u00eda inexplicable. Desde el\naire, el color turquesa de las aguas y los arrecifes oscuros ofrecen un\nespect\u00e1culo pl\u00e1stico distinto a cualquier otro que haya visto antes en los\noc\u00e9anos. <\/p>\n\n\n\n Pero no es esto lo que m\u00e1s nos abre el\napetito. <\/p>\n\n\n\n Tampoco algo que se nos ha recordado: en\nLizard vivieron d\u00edas de su luna de miel la princesa Diana y el pr\u00edncipe Carlos.\nEs un atol\u00f3n privado, tiene mil hect\u00e1reas y recibe un m\u00e1ximo de veinte\nvisitantes al d\u00eda. La mayor\u00eda de ellos llega a su pista de aterrizaje\nconstruida en medio de la jungla tropical; otros, tripulando yates de las mil y\nuna noches sobre el mar. Uno de esos yates llev\u00f3 a Carlos y Diana, y ya hay un\nislote frente a la playa principal bautizado con el nombre del eventual pr\u00f3ximo\nmonarca brit\u00e1nico. En ese solitario islote \u00e9l conoci\u00f3 muy \u00edntimamente la tierna\ny c\u00e1lida forma de amar que tienen los peces coral\u00edferos avecindados en sus\norillas. Tampoco es esto lo que nos abre el apetito ni lo que nos tiene\nabsortos. Nos interesa la Gran Barrera.<\/p>\n\n\n\n Es la mayor construcci\u00f3n hecha por seres\nvivos en todo el planeta. Esta construcci\u00f3n tiene 2.400 kil\u00f3metros de largo y\nes obra de unos individuos llamados p\u00f3lipos, entozoos o corales. Una sola isla\nsolitaria producida por ellos representa un trabajo constructivo superior a\ntodo lo hecho por la especie humana desde que existe, si lo vemos en t\u00e9rminos\ncomparativos.\u2028<\/p>\n\n\n\n PAISAJES NO COMPARABLES <\/strong><\/p>\n\n\n\n Bajo el agua, cerca del islote Pr\u00edncipe\nCarlos, tendremos muy pronto la visi\u00f3n personal de este mundo que se anuncia\nextraordinario. <\/p>\n\n\n\n \u201cEn el mar no hay paisajes\ncomparables a los del mundo del coral<\/em>\u201d, escribi\u00f3 poco antes de morir ese inagotable\nviajero autor de la serie Fauna<\/em>,\nF\u00e9lix Rodr\u00edguez de la Fuente: \u201cEl\nexplorador de estos mares<\/em>\u201d, dijo, \u201ctiene\nocasi\u00f3n de integrarse, quiz\u00e1s, en el medio m\u00e1s abigarrado, policromo, exaltante\n\u2014y dir\u00edamos inconcebible\u2014 de cuantos puedan hallarse dentro y fuera de las\naguas de nuestro planeta\u201d <\/em><\/p>\n\n\n\n Bajo estas aguas transparentes y junto a\nlas islas de arenas blancas hay mucho m\u00e1s que un lugar de diversi\u00f3n para las\nvacaciones post nupciales. Hay una historia que tiene millones de a\u00f1os m\u00e1s que\nla historia humana. Tal vez por dicha raz\u00f3n -soberbia pura- los hombres\nolvidamos con tanta facilidad este fen\u00f3meno de la naturaleza. <\/p>\n\n\n\n Ahora nos esforzaremos por ver no lo que\nno se ve; por comprender. <\/p>\n\n\n\n Ning\u00fan deseo por comprender y, en\ncambio, muchas ganas de esponjarse sobre la arena es lo que nos domina a todos\ncuando el avi\u00f3n aterriza casi junto a la playa grande de Lizard y su hermosa\nhoster\u00eda. Poco rato despu\u00e9s, los m\u00e1s impacientes ya estamos en camino a una\npeque\u00f1a construcci\u00f3n donde los visitantes autorizados pueden escoger libremente\nbalones de ox\u00edgeno, trajes especiales y todo lo necesario para bucear en los\narrecifes vecinos. <\/p>\n\n\n\n Estamos 95 kil\u00f3metros al norte de\nCooktown, la \u00faltima ciudad australiana, y estos arrecifes son considerados los\nmejores de cuantos hay en los 2.400 kil\u00f3metros de la Gran Barrera. <\/p>\n\n\n\n Moss Hunt, a cuyo cargo se encuentra\nLizard Island, se pone a disposici\u00f3n de los periodistas que hemos sido\ninvitados. Su experiencia y compa\u00f1\u00eda servir\u00e1n a quienes aspiramos a bucear sin\nriesgo ni p\u00e9rdida de tiempo por la comarca acu\u00e1tica de los corales. Al poco\nrato -ataviados como astronautas de fiesta- iniciamos la exploraci\u00f3n del\nespacio interior de la Tierra. <\/p>\n\n\n\n BUCEANDO EN EL JARDIN <\/strong><\/p>\n\n\n\n Vean ustedes el mundo al que\nacabamos de llegar. A pocos metros de la orilla se inicia un asombroso jard\u00edn\nacu\u00e1tico. Con se\u00f1as y gestos, Moss Hunt nos va mostrando los corales. \u00a1Nadie\npodr\u00eda clasificarlos! Vemos una pluma, y es coral. Tropezamos con las ramas de\nun gran arbusto color violeta, y es coral. La mano nos muestra algo que parece\nun enorme cerebro humano o un curioso ikebana vibrante, \u00a1y son corales! <\/p>\n\n\n\n Pasamos las manos sobre ellos, no sin\ncierto recelo. Al tacto ofrecen la sensaci\u00f3n de ser huiros o badanas empapadas.\nPero se trata de animales, diminutos animales agrupados. \u201cAs\u00ed son cuando est\u00e1n vivos<\/em>\u201d, nos ha dicho Hunt. <\/p>\n\n\n\n Cuando mueren no hay menos diferencia\nque entre una bella mujer viva y su esqueleto ya carcomido por el tiempo.\nDesaparecen flores, arbustos, ikebanas, cerebros monumentales. S\u00f3lo quedan\nrestos m\u00e1s o menos informes. <\/p>\n\n\n\n La estructura calc\u00e1rea es el caser\u00f3n o\npedestal com\u00fan que construyen los corales para protegerse. Como se trata de\nseres muy fr\u00e1giles y peque\u00f1os, producen una sustancia semejante a la de las\nrocas (de cal), y con ella, entre todos, dan forma a esa fortificaci\u00f3n. <\/p>\n\n\n\n A veces la fortificaci\u00f3n es flexible\ncomo un huiro. Otras, r\u00edgida y voluminosa. Adopta formas que juegan con la\nimaginaci\u00f3n del hombre. Hay 2.500 especies distintas, a lo menos, del \u00c1rtico al Ant\u00e1rtico. Unos seres diminutos forman la parte viviente. Tienen la forma de una\nflor extra\u00f1a, con un tallo muy grueso y muy corto, y p\u00e9talos peque\u00f1itos, que\nson tent\u00e1culos apropiados para atrapar su alimento. Por sus colores pareciera\nque el camino de los corales pasara por medio del arco\u00edris: amarillos, verdes,\nazules, blancos, marrones. <\/p>\n\n\n\n Durante millones de a\u00f1os, sus esqueletos\ncalc\u00e1reos se han ido acumulando en ciertos sectores de los mares, hasta\nconvertirse en monumentos al asombro. Las monta\u00f1as de esqueletos alcanzan\nalturas seis o siete veces mayores que el Empire State, y en muchas zonas (como\nen la Gran Barrera) forman aut\u00e9nticas cordilleras. Hay casos extraordinarios.\nEn las islas Marshall de la Micronesia -no muy lejos de aqu\u00ed- existe un atol\u00f3n\ncoral\u00edfero cuya superficie es casi tan grande como la provincia de Valpara\u00edso:\n2.175 kil\u00f3metros cuadrados y se llama Kwajalein. <\/p>\n\n\n\n Vivos o muertos, los corales se han\npropuesto asombrar al hombre. <\/p>\n\n\n\n REBA\u00d1O PREDILECTO <\/strong><\/p>\n\n\n\n Agotados por las emociones y la tensi\u00f3n,\nbuscamos descanso sobre un \u00e1rea coral\u00edfera casi sobresaliente del agua. Parece\nuna roca plana llena de peque\u00f1as algas. Moss Hunt, que se ha paseado con\nnosotros bajo el agua como si fuera su parcela de Buin, promete responder a\nnuestras muchas preguntas cuando la sobremesa del almuerzo nos deje tiempo para\ngr\u00e1ficos y consultas. Lo m\u00e1s asombroso de todo, dice es el proceso de formaci\u00f3n\nde los atolones o islas coral\u00edferas. Tienen miles de metros de profundidad. <\/p>\n\n\n\n Siguiendo aguas superficiales -tras\nbreve descanso- hemos reanudado nuestro\nbuceo. Hunt nos quiere mostrar ahora su reba\u00f1o predilecto, los peces,\ncrust\u00e1ceos y moluscos. Nos sobrecoge el silencio casi perfecto qu\u00e9 nos rodea\nbajo las aguas. Y la sensaci\u00f3n de sentirse en un mundo ajeno crece porque los\nvol\u00famenes y las distancias sufren aqu\u00ed grandes distorsiones. <\/p>\n\n\n\n Hay que aprender a ver y a o\u00edr. A\ncontener las emociones (adem\u00e1s), ya que el espect\u00e1culo se hace alucinante. Por\nmomentos pareciera que en sue\u00f1os nos hubi\u00e9ramos empeque\u00f1ecido hasta caber\ndentro de esos acuarios multicolores que asombran a los ni\u00f1os. Entre esponjas,\ncorales y algas participamos de un desorganizado desfile, con card\u00famenes\ndesmesurados, peces con trajes a rayas que parecen soldados medievales, peces\nmariposas volando bajo las aguas, sardinas jaspeadas y en tornasol, solemnes\npeces panzudos y muchas fr\u00e1giles miniaturas, peces payasos que divierten con su\nropaje chill\u00f3n (otros inconsolablemente negros), y truchas cuyas colas\nsorprendentes imitan en forma perfecta la luna menguante. <\/p>\n\n\n\n Afuera el sol brilla. <\/p>\n\n\n\n S\u00f3lo en este recodo del Pac\u00edfico\ntransita mayor variedad de especies que por \ntodo el Atl\u00e1ntico: casi 700 variedades, algunas con coloridos tan\ninconcebibles que los llaman papagayos, arcoiris, picasso… Es una verdadera\ncortina de peces. <\/p>\n\n\n\n VISITA A UN FARSANTE <\/strong><\/p>\n\n\n\n Hunt ha llenado de color su voluminosa\nc\u00e1mara fotogr\u00e1fica submarina. Focos potentes alimentados con bater\u00edas ponen luz\ndonde hay oscuridad o cuerpos opacos. <\/p>\n\n\n\n -\u00bfEs puro capricho esta abundancia de peces coloridos<\/em>? Y lo demuestra durante el recorrido\nsiguiente. Sabe con toda exactitud d\u00f3nde se encuentran determinadas especies,\npues ellas se apoderan de un lugar y lo reservan para ellos, como los leones en\nla selva africana. Son peces territoriales porque defienden su territorio como\ncualquier animal terrestre. Y como aqu\u00ed la comida abunda y el agua es\nacogedora, son muchos los que buscan un espacio donde vivir. <\/p>\n\n\n\n De ah\u00ed vienen los conflictos y esos colores\nde guerra.<\/p>\n\n\n\n Lentamente, los peces han ido\nadquiriendo formas y pigmentos llamativos para diferenciarse con nitidez de los\notros, reconocer y expulsar al extra\u00f1o que invade sus territorios. Y como viven\nmuy aglomerados, las mutaciones y la selecci\u00f3n natural hacen cada d\u00eda cosas m\u00e1s\nextraordinarias para fabricar trajes diferentes. <\/p>\n\n\n\n Ha facilitado este fen\u00f3meno\ncrom\u00e1tico la gran sensibilidad visual de los peces coral\u00edferos y la luz\nmagn\u00edfica de estos mares. Tambi\u00e9n ha hecho lo suyo el instinto de conquista\nsexual, ya que el macho atrae con su colorida extravagancia. <\/p>\n\n\n\n Nuestro gu\u00eda nos lleva de visita\nal \u00e1rea en que vive uno de los productos m\u00e1s refinados de esta adaptaci\u00f3n a un\n\u00e1rea de guerra. Tiene apariencia inofensiva, dir\u00eda que insignificante. <\/p>\n\n\n\n Es un gran simulador. <\/p>\n\n\n\n Lo vemos llegar nadando pausadamente,\nbailoteando en forma simp\u00e1tica, como si anunciar\u00e1 buenas intenciones. Con una\nl\u00ednea negra que lo cruza de cabeza a cola, y con escamas de colores delicados,\nparece gemelo de un pez inocente llamado Limpiador. El Limpiador se alimenta de\nlos par\u00e1sitos y excrecencias de los m\u00e1s grandes, y ellos, entonces, le permiten\nacercarse e incluso qu\u00e9 se introduzca en su bocas, para que los libre de\npar\u00e1sitos. De este salvoconducto se ha aprovechado un farsante, cuyo nombre es Falso\nLimpiador. Lentamente se ha ido mimetizando con \u00e9l, aprendiendo incluso sus\nmeneos y menequeteos. <\/p>\n\n\n\n El farsante parece un pejerrey\namarillento y no resulta dif\u00edcil seguirlo en sus maniobras. \u00c1 tres metros de\ndistancia -semiocultos tras una masa de coral-, observamos que se acerca a un\nmero, juguetea a su alrededor durante unos minutos y sorpresivamente le\nmordisquea una aleta y huye con la velocidad del l\u00e1ser. <\/p>\n\n\n\n Las aletas de pescado son su\nplato favorito. <\/p>\n\n\n\n Este ser -nos dir\u00eda Hunt- tiene un\nnombre respetable, como muchos frescos de la especie humana: Aspidontus taetanius<\/em>. <\/p>\n\n\n\n En tres horas hemos asistido apenas a\nuna sinopsis de lo que ser\u00e1 nuestro recorrido por el Mar de Coral. Nuestro gu\u00eda\ninterrumpe buceos y zambullidas. En la hora de almuerzo procura explicarnos\nalgo de lo que ya tiene explicaci\u00f3n en este extra\u00f1o mundo. Y luego nos prepara\npara otra etapa. Navegaremos hasta Green Island y Dunk Island, m\u00e1s cerca de\nCairns hacia el sur. <\/p>\n\n\n\n ALMEJAS COMO TERNERAS <\/strong><\/p>\n\n\n\n Muchos viajeros prefieren Green Island\npor sus ba\u00f1istas a pecho descubierto que buscan el \u201cnegro integral\u201d. Pero la\nmayor\u00eda llega de todo el mundo a contemplar otros animales extraordinarios.\nEstos se ven desde su Observatorio Submarino, \u00fanico en la Gran Barrera, lugar\nde privilegio para conocer en su ambiente algunos de los seres m\u00e1s\nsorprendentes producidos por la naturaleza. Almejas del tama\u00f1o de una ternera\npor ejemplo, con m\u00e1s de 200 kilos de peso y comestible. Muchos las acusan de\nhaber provocado accidentalmente la asfixia de exploradores descuidados. Al\ncerrar las dos piezas de sus conchas habr\u00edan atrapado brazos o piernas\nimpidi\u00e9ndoles regresar a la superficie.<\/p>\n\n\n\n Ahora las conoceremos.\u2028<\/p>\n\n\n\n Tras 45 minutos de navegaci\u00f3n desde\nCairns (centro de nuestras operaciones), nos estamos enfrentando a una de las\ntantas islas paradis\u00edacas que ofrece el Pac\u00edfico y que han mosqueado las\npropagandas tur\u00edsticas. Muchos seres humanos no esperan de la vida m\u00e1s que la\npaz, paz rodeada aqu\u00ed de colores intensos y en un clima tibio. Otros, sin\nembargo, salen huyendo a los pocos d\u00edas; les molesta la belleza relajante, les\ninquieta la quietud.\u2028<\/p>\n\n\n\n Green Island no cansa pronto, me han\ndicho, y no perturba a los inquietos. Apenas llegamos descubrimos la primera de\nlas razones: existe una flota de embarcaciones con fondo de vidrio transparente\npara asomarse al siempre cambiante mundo del coral (y sin meter un dedo al\nagua). Por otra parte, su Observatorio Submarino ofrece una ventaja adicional:\npermanece quieto en medio de los arrecifes, y as\u00ed los peces y crust\u00e1ceos\ndesfilan sin temor.<\/p>\n\n\n\n Ninguna de las admirables pel\u00edculas de\nJacques Cousteau podr\u00eda repetir la emoci\u00f3n del cara-a-cara que ahora vivimos.\nNos ha bastado descender por una estrecha escalera de metal para ingresar al\nobservatorio bajo el mar. Pesa setenta toneladas, est\u00e1 hecho de acero y por sus\n22 ventanas como ojo de buey se pueden observar los animales acu\u00e1ticos que\nviven completamente libres en el Mar de Coral. <\/p>\n\n\n\n Cada minuto ofrece una visita distinta,\na veces inesperada. <\/p>\n\n\n\n En nuestras narices, una almeja\nmonumental abre pausadamente sus valvas, muestra dos labios azules y un color\nrosado en el interior de su enorme concha bivalva. Luego se cierra con extrema\nlentitud, produciendo un cierto estremecimiento a los que observamos, aunque se\nalimenta de plancton y es inofensiva. Sus desmesuradas dimensiones -m\u00e1s de un\nmetro de largo- la har\u00edan personaje infaltable en cualquier pesadilla infantil.\n<\/p>\n\n\n\n En Green Island -reserva mar\u00edtima\noficial- y en otros lugares del Pac\u00edfico caliente, vive esta almeja conocida\ncon el nombre de tlacobo (Tridacna gigas<\/em>).\nEs la m\u00e1s grande de las 10 mil especies de moluscos bivalvos existentes en el\nplaneta. Semejante al mejill\u00f3n y a la ostra, habita en las grietas coralinas y\nsobre los fondos arenosos, casi inm\u00f3vil gracias a su peso. Las mayores alcanzan\na los 250 kilos y al metro y medio de largo. Aqu\u00ed hemos logrado fotografiar\nejemplares de un metro de largo, y con unos dos siglos de vida. <\/p>\n\n\n\n CORALES EN LA NARIZ <\/strong><\/p>\n\n\n\n No s\u00f3lo estos colosos se hallan cerca de\nlas ventanucas del observatorio. Tambi\u00e9n podemos ver con detenimiento los\np\u00f3lipos diminutos del coral. Estos antozoos se distinguen por sus peque\u00f1os\ntent\u00e1culos, que rodean el \u00fanico agujero que poseen. Se trata de un agujero de\nuso m\u00faltiple. Por \u00e9l ingieren su aliento, expulsan sus deposiciones y segregan\nel carbonato de calcio con el cual forman el esqueleto calc\u00e1reo comunitario y\nhan hecho obras de ingenier\u00eda admirables. <\/p>\n\n\n\n Otros p\u00f3lipos, no coral\u00edferos, alcanzan\nmayor tama\u00f1o, y se puede observar con facilidad su sencilla estructura. Su\ncuerpo cil\u00edndrico semejante a una gruesa y corta ca\u00f1er\u00eda culmina en tent\u00e1culos\nmuy movibles que parecieran ocultar una cabeza. \u00a1Pero son animales sin cabeza!\nMuy primitivos. <\/p>\n\n\n\n Predominaban en los oc\u00e9anos hace 350\nmillones de a\u00f1os. El primer hombre surgi\u00f3 -vale la pena recordarlo- hace s\u00f3lo\ncinco millones, de acuerdo a estimaciones cient\u00edficas. Y mientras este ser\ninteligente hace todo lo posible por extinguirse, hay 2.500 especies de corales\n-\u00a1sin cabeza!- que viven sin m\u00e1s amenaza que las ajenas. As\u00ed lo explica el gerente\n del Observatorio, Paul Siegel: <\/p>\n\n\n\n –El\nhombre es el peor enemigo de los corales. Colecciona conchas de tritones, los\ncuales se alimentan de estrellas de mar consumidoras de corales. As\u00ed ha\nproducido graves desequilibrios. Una de esas estrellas, la Acanthaster, devoradora\nde p\u00f3lipos vivos, se multiplic\u00f3 peligrosamente. Hemos debido cazarlas con\nrifles acu\u00e1ticos o envenenarlas, para salvar la Gran Barrera de Coral. Otros\nhan criado artificialmente tritones, en procura del equilibrio. Se supone que\nel peligro qued\u00f3 conjurado antes de que fuera incontrolable.<\/em> <\/p>\n\n\n\n Hermos\u00edsimas estrellas de mar color azul\npizarra hemos visto bajo las aguas que rodean Green Istand. Son inocentes.\nAparecen repartidas aqu\u00ed y all\u00e1, entre corales, almejas gigantes, card\u00famenes en\ntecnicolor, esponjas y extra\u00f1os moluscos. Los vemos a trav\u00e9s del piso de vidrio\nde la embarcaci\u00f3n que nos lleva en una excursi\u00f3n extraordinaria. <\/p>\n\n\n\n A diez metros de profundidad, a\u00fan son\nvisibles peque\u00f1os peces y esas estrellas color cielo, Las formaciones de coral\nadquieren por momentos una belleza arquitect\u00f3nica espectacular, una dimensi\u00f3n\ninconcebible, como lo dijera el ya citado autor de la serie Fauna<\/em>. Si no existiese la fotograf\u00eda ni\nrecursos modernos para explorar los mares coral\u00edferos, s\u00f3lo un pintor afiebrado\npodr\u00eda imaginar parajes como \u00e9stos. <\/p>\n\n\n\n Dentro y fuera de las aguas de nuestro\nplaneta -como se ha afirmado- no hay nada parecido a ellos.<\/p>\n\n\n\n Las fotos de estas p\u00e1ginas nos ahorran\nm\u00e1s descripciones y adjetivos. <\/p>\n\n\n\n Seguiremos por otras islas y\natolones, entre playas y ba\u00f1istas rubias (buscando el negro), por hoteles\nocultos entre las palmeras. Luego nos llevar\u00e1n a la Australia de los canguros,\ndel Opera House, de los b\u00famerangs y de los grandes misterios de este pa\u00eds del\nnunca acabar. <\/p>\n\n\n\n Aqu\u00ed podr\u00eda acabar nuestro viaje, sin\nembargo, y har\u00edamos el regreso con los pulmones llenos. La emoci\u00f3n de destapar\ny recorrer este acuario prodigioso entusiasmar\u00eda a un millonario deprimido. <\/p>\n\n\n\n
-Qu\u00e9ins.
-\u00bfY c\u00f3mo se escribe?
-C-a-i.r-n-s. . Cairns.
-Ya, ya. <\/p>\n\n\n\n
-De ning\u00fan modo. Esos son colores de guerra, o colores de a<\/em>mor- dice. <\/p>\n\n\n\n