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{"id":1725,"date":"2013-09-01T15:17:27","date_gmt":"2013-09-01T18:17:27","guid":{"rendered":"http:\/\/www.ganderats.cl\/?p=1725"},"modified":"2019-06-20T16:50:57","modified_gmt":"2019-06-20T19:50:57","slug":"manu-los-vecinos-invisibles","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.ganderats.cl\/manu-los-vecinos-invisibles\/","title":{"rendered":"Manu. Los vecinos invisibles"},"content":{"rendered":"\n

Desnudos y asustados, a s\u00f3lo 650 km. de Arica, miles\nde hombres del Amazonas, con sus hechiceros y fantasmas, siguen viviendo separados\nde todo. Invisibles. Nadie puede acercarse a ellos. Pero no es dif\u00edcil llegar al\nparque nacional peruano del Manu para conocer el mundo al que esos ind\u00edgenas se\nniegan a renunciar. Lo hicimos y fue una insuperable semana de viaje para\nasomarnos a una realidad que cre\u00edamos improbable en el siglo XXI, y en la que se\nnos cruz\u00f3 la sospecha de que todos nosotros podemos traer recuerdos remotos guardados\nen los genes. Es lo Que sentimos en medio de la selva.<\/h4>\n\n\n\nPor Luis Alberto Ganderats. <\/small>\n\n\n\n
<\/div>\n\n\n\n

Me dur\u00f3 el entusiasmo hasta el momento de\ntrepar a la canoa y sentarme. Estaba rodeado de gringos y europeos, de sacos de\ndormir, de un motor de repuesto, bidones con combustible, bultos de nuestras carpas,\nmochilas, v\u00edveres. \u00a1Vamos a la aventura!\u2028A los 10 minutos de navegaci\u00f3n me quer\u00eda bajar.\u2028Se apoder\u00f3 de m\u00ed un sentimiento cambiante:\na ratos me sent\u00eda un aprendiz de boy-scout, y en otros, un Livingstone-Stanley de\ncomedia. Por mi intento de conocer una regi\u00f3n casi virgen, me hallaba frente a \u201cuna\nperspectiva m\u00e1s o menos sombr\u00eda: las tablas de mi asiento comenzaban a martirizarme\ncostillas y sentaderas. Seis d\u00edas as\u00ed por los r\u00edos Madre de Dios y Manu, en la  Amazon\u00eda peruana, me parec\u00eda mi mayor acto de masoquismo,\nun disparate, porque adem\u00e1s el sol calienta como un incendio. <\/p>\n\n\n\n

A la media hora estaba tranquilo. Y\nahora, a mediod\u00eda, con la ayuda del responsable de la navegaci\u00f3n, y acomodando bultos,\ny una dosis de buena voluntad, ya tengo la certeza de estar iniciando uno de los\nviajes m\u00e1s extraordinarios que se ofrece hoy a quienes buscan improbables\naventuras en el siglo XXI. En este mill\u00f3n y medio de hect\u00e1reas todos estamos aprendiendo\na combatir los zancudos y el miedo; a mirara las pira\u00f1as con simpat\u00eda, y hasta con\nganas de comerlas, pues suelen tener el tama\u00f1o de una merluza y fritas resultan\nbastante buenas, seg\u00fan me han anunciado. Aqu\u00ed las pira\u00f1as no se comen al hombre,\nes el hombre el que se come las pira\u00f1as. No fue f\u00e1cil entenderlo. La primera\nvez que me pidieron bajar de la canoa tir\u00e1ndome al agua en un r\u00edo poblado de estos\npeces con dientes carniceros, nadie pudo convencerme que cometiera semejante imprudencia.\nUn serrano flaco, forzudo y paciente tuvo que cargarme sobre sus espaldas, andar\nunos metros en el r\u00edo y depositar mis miedos sobre un banco de arena.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Han pasado un par de d\u00edas. Ahora me\nba\u00f1o tranquilamente en aguas pobladas de pira\u00f1as. Comprob\u00e9 lo que siempre se dice\ns\u00f3lo atacan cuando ven heridas con sangre, y son bastante sabrosas a pesar de sus\nmil espinas. Tambi\u00e9n aprend\u00ed que con prudencia es posible avanzar sin riesgo por\nlas playas la selva, incluso de noche, donde la emoci\u00f3n se apodera de todos. Los\nanimales silvestres, incluso las enormes anacondas, s\u00f3lo atacan si se sienten agredidas\n(como por un involuntario pisot\u00f3n). Observamos las orillas y los escondites de la\nselva para descubrir qui\u00e9nes nos rodean. Se escuchan voces de p\u00e1jaros, desafinados\ncoros de guacamayos que comen sales y minerales en las collpas, graznidos\nmet\u00e1licos y villancicos de aves desconocidas. A ratos, estos sonidos nos resultan\nextra\u00f1amente familiares, tanto que nos dejan pensando. Probablemente, nuestros genes\nvienen cargados de informaci\u00f3n generada en otras \u00e9pocas, por un mill\u00f3n de abuelos,\npor otras vidas. \u00a1C\u00f3mo saberlo! Lo cierto es que esas memorias remotas parecen\ndespertar aqu\u00ed de golpe. A veces toman la forma del miedo; a veces, la de un placer\ncas: insuperable. Tal vez por todo eso, el hombre que entra al Amazonas es\ndistinto al que sale. <\/p>\n\n\n\n

EL MIEDO QUE NOS HABITA. <\/h4>\n\n\n\n

He vivido la primera noche\ndurmiendo en una carpa a orillas del r\u00edo Madre de Dios. Al sonar un estruendoso\ndespertador en el campamento, toda la hechicer\u00eda del bosque despert\u00f3 junto con nosotros.\nEn medio de las tinieblas nos sentimos como en las primeras horas de la creaci\u00f3n.\n<\/p>\n\n\n\n

Lo mismo nos ocurri\u00f3 anoche. Antes de dormir\nsalimos en nuestra canoa a buscar troncos en las orillas para reunirnos luego\nalrededor de una gran fogata. Al regresar ya estaba oscuro y los rumores de la selva\ntropical nos hicieron sentir a todos el temblor de la aventura. Estamos en el\u2028Parque Nacional de\nconservaci\u00f3n de la naturaleza m\u00e1s rica del mundo. El Parque Nacional Manu protege\na un tercio de todas las especies animales y plantas clasificadas en la Tierra.\n<\/p>\n\n\n\n

Entorno la cocha Salvador, cerca de\nla cual estamos, hay campamentos para el turismo y la Casa Machiguenga, administrados\npor comunidades ind\u00edgenas. Salvadores el ojo de agua m\u00e1s importante del parque,\ny dispone de un catamar\u00e1n para recorrerlo. Otras cochas y lugares de inter\u00e9s para\nlos visitantes, como Otorongo, el Manu Lodge, en Ju\u00e1rez, y Pakitza, tambi\u00e9n\nofrecen senderos y miradores. <\/p>\n\n\n\n

Hecha la fogata, mientras comemos,\nalgo que vemos en el r\u00edo ha acaparado nuestra atenci\u00f3n. Son caimanes negros, los\nm\u00e1s grandes del Amazonas. Parecen disfrutar aqu\u00ed su vida de noct\u00e1mbulos. Los observamos\nlargo rato, m\u00e1s desconfiados que deslumbrados. Alguien nos cuenta que el cocinero\ndel grupo les tiene p\u00e1nico. <\/p>\n\n\n\n

Pancho, que es campesino de la sierra,\nno convive bien con estos seres misteriosos. <\/p>\n\n\n\n

Por eso, en la noche vemos que una\nde las carpas, que hace de cocina, y donde \u00e9l duerme, tiene frente a la puerta una\nruma de ollas, bidones, sartenes, y hasta troncos. Una improvisada trinchera ante\nel temor que le producen los ojos fosforescentes que miran desde el r\u00edo. Se\nmanifiesta as\u00ed el profundo temor que el Hombre ha almacenado en siglos. <\/p>\n\n\n\n

A alguien del grupo se le ha ocurrido esperar que Pancho se duerma y luego, con sigilo, derrumbar le su trinchera. Ya antes se le ha hecho la misma broma pesada, y el zafarrancho despert\u00f3 a todos. Pancho el primero, Se puso de pie como si tuviera resortes en las cestillas, se sent\u00f3 sobre sus piernas al borde de la selva, muy lejos delos ojos fosforescentes del r\u00edo, y cuando alguien le pregunt\u00f3 por qu\u00e9 estaba en ese lugar a esa hora, respondi\u00f3: \u201cNo tengo sue\u00f1o, pe\u201d. <\/p>\n\n\n\n

Desde ese d\u00eda, debe fingir indiferencia ante la quieta amenaza de los caimanes y las bromas de los pesados. Pero gracias a estos miedos at\u00e1vicos se conserva mejor \u201cla joya cient\u00edfica incomparable\u201d del Manu. <\/p>\n\n\n\n

Fue considerado por siglos un espacio\noculto y peligroso. Otras zonas de la selva han sido arrasadas poros colonos, madereros\ny cazadores, pero el Manu se mantiene como un enclave inexplorado y semiolvidado.\nEs lo que comprobamos cuando visitamos el Amazonas por primera vez, hace 28 a\u00f1os,\npoco antes de que el Manu fuera declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por\nla Unesco. <\/p>\n\n\n\n

INDIOS \u201cNO CONTACTADOS\u201d. <\/h4>\n\n\n\n

Poco ha cambiado en la parte amaz\u00f3nica\ndel Manu. Existe mayor conocimiento, eso s\u00ed, sobre un asunto que explica el temor\nde algunos: la presencia en su interior de tribus \u201cno contactadas\u201d, hombres desnudos\nque viven en paz salvo cuando sienten invadido su territorio. Son los \u00faltimos que\nse niegan a abandonar su voluntaria soledad en medio de la selva, con hechiceros\ny fantasmas, y que de vez en cuando se dejan ver en las playas del r\u00edo. <\/p>\n\n\n\n

A estos cazadores armados de lanzas\ny echas se les teme aqu\u00ed m\u00e1s que los caimanes negros. Hace tres a\u00f1os, en playa ‘Yanayacu,\nr\u00edo Madre de Dios, fue muerto por una flecha el agente Nicol\u00e1s Flores, padre de\nZacar\u00edas, que desde el a\u00f1o pasado es guardia en el Parque. Otros pocos peruanos,\nen las \u00faltimas d\u00e9cadas, han terminado agujereados por las flechas, vivos, pero muertos\nde miedo. (Ver recuadro) <\/p>\n\n\n\n

Comprobamos que en estos a\u00f1os se ha\nmultiplicado por diez la presencia de extranjeros: la primera vez que visitamos\nel Manu no eran m\u00e1s de 250 personas por a\u00f1o. Ahora son m\u00e1s de 2.000. En la parte\nandina del Parque, m\u00e1s cerca del Cusco, el n\u00famero de visitantes es casi el doble.\nAlgunos visitantes de esta parte de selva amaz\u00f3nica llegan por avi\u00f3n desde Cusco\nhasta el caser\u00edo de Diamante en un vuelo de 40 minutos, y media hora despu\u00e9s est\u00e1n\nen la entrada oficial de la reserva. Muchos navegan a otros lugares del Amazonas\nperuano. Encuentran caba\u00f1as, peque\u00f1os hoteles, canoas a motor, y hacen recorridos\norganizados. <\/p>\n\n\n\n

La mayor\u00eda de los turistas siguen llegando\npor tierra, desde el Cusco. Un veh\u00edculo tarda entre 11 y 12 horas, bajando desde\nlos 4 mil m. de la Puna hasta las orillas del r\u00edo Madre de Dios. Desde este lugar\nuna canoa motorizada lleva a los pasajeros al Par- que Nacional. Son varias las\nempresas que ofrecen este recorrido. Sigue activo un empresario pionero, Hugo Pepper,\ncon quien hicimos el primer viaje al Amazonas. Hoy est\u00e1 asociado con otros en una\nagencia del Cusco (hpepper@kipachiperutravel.com). <\/p>\n\n\n\n

En otra gran etapa de nuestros recorridos,\nvimos la Amazon\u00eda desde el Beni, que es alimentado por el r\u00edo donde ahora\nnavegamos, el Madre de Dios, cuyas aguas avanzan por varios cientos de\nkil\u00f3metros hasta el noreste de Bolivia. El recorrido por este gran r\u00edo y sus afluentes\nlo hicimos en el Flotel Reina de Enin, un hotelito flotante, ecol\u00f3gico, con lo indispensable\npara sumergirse con emoci\u00f3n en la naturaleza (www.amazoncruiser.com.bo). <\/p>\n\n\n\n

EMOCI\u00d3N Y DIVERSI\u00d3N.<\/h4>\n\n\n\n

Para llegar al Manu no hay caminos\nterrestres, no hay senderos seguros. Las grandes alamedas son los r\u00edos, y los \u00fanicos\nveh\u00edculos son las grandes canoas y las balsas ind\u00edgenas, salvo que en el Cusco montemos\nen una avioneta que nos deje en Diamante. Tres d\u00edas nos hemos demorado en alcanzar\nel lugar donde ahora estamos, casi tocando la frontera norte, todav\u00eda custodiada\npor desnudos cazadores ind\u00edgenas. A\u00fan nos cuesta entender que esta emocionante inmersi\u00f3n\nen la esencia virginal del Amazonas sea posible en un lugar que se encuentra a s\u00f3lo\n650 km.de Arica (en l\u00ednea recta). \u00daltimamente han aparecido grupos de caba\u00f1as, casi\ntodos con nombres encabezados por el nombre Manu, la mayor parte fuera del parque.\nNosotros nos alojamos en peque\u00f1as carpas bipersonales que son montadas por el personal\nde la agencia en distintas playas, junto a lagunas de aguas transparentes en <\/p>\n\n\n\n

la selva. Comernos a la intemperie,\nsalirnos a pescar pira\u00f1as, a juntar le\u00f1a. A las 5 de la tarde empieza a terminar\ncada jornada de navegaci\u00f3n, y a las 6 el cielo se pone intensamente rojo, anunciando\nla noche. Junto a grandes fogatas se va volando el tiempo, y se abren todas las\npuertas a la imaginaci\u00f3n, estimuladas por las huellas de jaguares invisibles que\nnos reciben casi siempre al desembarcar en las playas. Vemos familias de unas aves\nf\u00e9tidas llamadas hoazim, que parecen pequeros y emplumados dinosaurios voladores,\ncon u\u00f1as en las alas, remotos parientes tal vez del controvertido Archaeopteryx.\nNos divertimos fotografiando carpinchos, roedores de orilla que llegan a pesar\n50 kg. Lo que m\u00e1s nos acompa\u00f1a es un torbeliino de aves, de tucanes, de buitres,\nde garzas. Despu\u00e9s de perseguir mil bandadas con nuestras c\u00e1maras, por fin hemos\npodido atrapar una en la cocha Salvador. Parece una pajarera.\nEs el lugar m\u00e1s distante al que llegaremos. M\u00e1s all\u00e1 viven ind\u00edgenas \u201cno contactados\u201d.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Las cochas son antiguos brazos de r\u00edo\nconvertidos en lagunas. Sus aguas lucen \u201climpias como el agua potable\u201d, mientras\nque las del Manu se ven achocolatadas. En la cocha Otorongo observamos aves desde\nuna torre de casi 20 m. de altura. Una plataforma artificial dentro de la selva,\ndotada de mosquiteros y c\u00f3modos almohadones, nos permite fotografiar durante la\nnoche a tapires y aves que llegan a comerse la arcilla salobre de unos promontorios\nllamados collpas. Algunos entusiastas salen luego a realizar caminatas nocturnas\npara ver y escuchar la selva en sus horas m\u00e1s inquietantes. La vida est\u00e1 de fiesta.\n<\/p>\n\n\n\n

MONO AL PALADAR.\u2028<\/h4>\n\n\n\n

En nuestro primer viaje al Amazonas lo que\nm\u00e1s lamentamos fue no ver a tres mujeres, abor\u00edgenes en estado primitivo, que llevaban\nvarios a\u00f1os vagando en el \u00e1rea. Muy rara vez se dejaban fotografiar, desde lejos.\n<\/p>\n\n\n\n

S\u00f3lo encontr\u00e1bamos sus huellas y cosas m\u00ednimas olvidadas en alguna peque\u00f1a playa. <\/p>\n\n\n\n

S\u00f3lo conocimos a los machiguengas y otros abor\u00edgenes del Manu y de toda la parte oriental del Amazonas que viven en paz, se dedican a la caza, la pesca y la recolecci\u00f3n como lo hizo el primer hombre. Algunos en torno a sus casas cultivan pl\u00e1tanos, ca\u00f1a de az\u00facar y otros productos para el consumo familiar o comunitario. Esas tres mujeres eran parte de la excepci\u00f3n. El Estado peruano prohib\u00eda entonces, y proh\u00edbe hoy, que los visitantes se acerquen siquiera a ellas o a cualquier grupo de ind\u00edgenas que haya decidido vivir separado. Como no tienen defensas contra las enfermedades de la ciudad, cualquier acercamiento puede terminar en exterminio. Se cree que esas tres mujeres pudieron ser los \u00faltimos sobrevivientes de una tribu, puesto que las comunidades peque\u00f1as, de hasta 220 individuos, no logran mantenerse como grupos \u00e9tnicos diferenciados por m\u00e1s de 50 a\u00f1os o tres generaciones. <\/p>\n\n\n\n

Cuando ya est\u00e1 concluyendo este regreso al\nayer, vemos los \u00faltimos ind\u00edgenas picando el fondo del r\u00edo con p\u00e9rtigas de bamb\u00fa\npara impulsar o enderezar sus balsas. Algunos de \u201ccase media\u201d montan sus canoas\ncon peque\u00f1os motores, que suenan como las viejas Citrolas: peque-peque-peque, de\ndonde viene su nombre popular: los peque-peques. Nuestra canoa para 10\npasajeros tiene un motor cuatro veces m\u00e1s potente. Pero aunque sea el 4×4 delos\npeque-peques, cuando escuchamos el grito \u00a1\u00a1todos al agua!!, volvemos a saltar, sin pensar, sin\nmirar, y hacemos\nfuerzas para zafar al soberbio 4×4 trancado en una elevaci\u00f3n del fondo del\nr\u00edo.\u2028<\/p>\n\n\n\n

Concluye el viaje. Los europeos y gringos\nhan disfrutado de todo, con todo. Nunca imaginaron que todav\u00eda fuera posible\nver c\u00f3mo viv\u00eda el hombre en otras edades de la humanidad. En un gesto de despedida,\nel motorista nos lleva a una aldea ind\u00edgena a orillas del r\u00edo. \u201cQueremos comer asado\nde mono\u201d, le dice a una due\u00f1a de casa machiguenga que en ese momento carga su bote\npara salir. Est\u00e1 apurada. S\u00f3lo acepta mostrarnos un mono asado que cuelga\ndentro de su caba\u00f1a. <\/p>\n\n\n\n

Se ve igual a una guagua carbonizada…\n
\n\u2014\u00bfQuiere probar un pedacito?\u2014, me pregunta.\u2028
\n-S\u00ed, claro…gracias.\u2028
\nMe lo trago de una.\u2028
\nEl Amazonas siempre nos desaf\u00eda.<\/p>\n\n\n\n

Amenazas en la selva<\/strong><\/p>\n\n\n\n

Beatriz\nHuertas, de la U. de San Marcos, es experta en el tema de los ind\u00edgenas\nperuanos \u201cno contactados\u201d y \u201cen contacto inicial\u201d. Ella sabe que por la\ninvasi\u00f3n de los madereros esas comunidades ind\u00edgenas se\ntemen mutuamente. Principalmente los \nmachiguengas y yomibatos, agrupaciones ubicadas en el Manu, ya en\ncontacto con el exterior, se sienten las pr\u00f3ximas v\u00edctimas de ind\u00edgenas no\ncontactados,acorralados por el avance de petroleras y madereras. Pueden\natacarlos, quemar sus chozas.   <\/p>\n\n\n\n

Los ind\u00edgenas\nllegaron al Amazonas hace unos 12 mil a\u00f1os. Los que ahora aparecen como \u201cno\ncontactados\u201d pueden descender de los\nhombres y mujeres que en el siglo XIX y a principios del XX fueron esclavizados\npara explotar el caucho en el coraz\u00f3n de la selva amaz\u00f3nica. Terminada la edad\nde oro de ese comercio, muchos esclavos se refugiaron nuevamente en la selva, y\nah\u00ed muchos de ellos siguen, desconfiados del hombre blanco. Todos comprenden\nque d\u00eda inevitable ser\u00e1 inevitable el contacto, pero lo\nnatural ser\u00eda que el momento para ese contacto sea escogido por ellos. Y que en\nese momento el entorno evite enfermarlos o apoderarse de sus tierras. Su futuro\nparece m\u00e1s bien incierto. La Carretera\nAmaz\u00f3nica, en construcci\u00f3n, atraviesa la provincia de Tahuamanu, zona vecina a\nun territorio de pueblos no contactados. La petrolera espa\u00f1ola Repsol pretende\nexplotar un gigantesco yacimiento de gas situado entre dos zonas habitadas por\nesos pueblos de vida fr\u00e1gil y secreta.  <\/p>\n\n\n\n

Se supone que en el Manu y su entorno los \u201cno\ncontactados\u201d pueden sumar unos cinco mil, siendo muy notorios los mashco piros.\nAlgunos piros han tenido contactos fugaces con comunidades ind\u00edgenas y de\nempleados del Manu, para pedirles pl\u00e1tanos y ollas. Nadie  puede regalarles nada, para evitar contagios.\n\u00bfCu\u00e1l es la situaci\u00f3n de ellos en el 2013? Es imposible saberlo mientras vivan\nocultos, protegidos por el Estado y organizaciones peruanas e internacionales.\nLa antrop\u00f3loga Beatriz Huertas nos dice que pese a la difusi\u00f3n que se hace sobre la vulnerabilidad\nde los pueblos \u201cen aislamiento\u201d y \u201cen contacto inicial\u201d, se contin\u00faan\nproduciendo brotes epid\u00e9micos graves. Alguien no est\u00e1 respetando le ley.  <\/p>\n\n\n\nVer texto publicado en revista en formato PDF<\/em><\/small>\n\n\n\n

\n
<\/div>