El filudo David\nFoster Wallace no figur\u00f3 nunca entre los entusiastas de los cruceros. En uno de sus libros, sin\nembargo, interpretar\u00eda muy bien (tal vez\nsin quererlo) a quienes buscan en este tipo de viajes una instancia de descanso;\nde dejarse servir como pr\u00edncipes. Wallace hizo un crucero por obligaciones de\nsu trabajo, y lleg\u00f3 a una conclusi\u00f3n que a \u00e9l no le entusiasmaba, pero que s\u00ed\natrae a muchedumbres: conseguir lo que quieren \ndesde hace mucho tiempo: no hacer absolutamente nada.<\/p>\n\n\n\n
Efectivamente,\nhay muchos cruceristas que no disfrutan de paseos, de tours ni de museos:\ndisfrutan de la vida y los placeres del crucero. Disfrutan de hacer\nabsolutamente nada; olvidados de esos jefes odiosos, de empleados demandantes, de\nsuegras mandarinas y despertadores de amanecida. <\/p>\n\n\n\n
Foster\nWallace fue enviado por la revista Harper<\/em>\na realizar ese crucero de lujo. Fue toda una prueba para este genio de mente\ninestable, que seg\u00fan su colega Steve Weinberg \u201cdesde que naci\u00f3 fue un suicidio\na punto de ocurrir\u201d (lo que ocurrir\u00eda finalmente hace 7 a\u00f1os). Naturalmente,\nconvertirse en crucerista estaba muy lejos de sus planes, aunque para muchos\u2014dijo\u2014esas navegaciones\nparecen ser \u201cuna fantas\u00eda vacacional suprema\u201d. El que sube al barco \u201cno tiene\notro remedio que volver a su tierna infancia y divertirse\u201d. El crucero le va a\nentregar los suficientes cuidados como para que su parte infantil quede\nsatisfecha. \u201cEl placer es gestionado de forma eficaz y sabia durante siete\nnoches y seis d\u00edas y medio\u201d.<\/p>\n\n\n\n Algo parecido\nle escuchamos a ese inquieto redactor de viajes espa\u00f1ol Mariano L\u00f3pez. Dijo: \u201cTenemos\nque dar a los cruceros el reconocimiento y el m\u00e9rito a su estrategia para\nembarcarnos en un viaje hacia olvidados pliegues de nuestra infancia que siguen\npugnando por jugar\u201d. <\/p>\n\n\n\n Hace ya un\ntiempo tuve una larga conversaci\u00f3n con el entonces capit\u00e1n del Voyager of the\nSeas, Eric Tengelsen, noruego-brit\u00e1nico con 35 a\u00f1os en el mar. El dijo saber lo\nque quiere el amante de cruceros:<\/p>\n\n\n\n –\u00a1Una buena\nvida a bordo! Eso es lo que busca generalmente. Quiere entretenciones, atenci\u00f3n\nexcelente y descanso. Mucho descanso. Quiere vivir una gran experiencia de\nviaje dentro del buque.<\/p>\n\n\n\n –Entonces,\nle gusta m\u00e1s viajar que llegar.<\/p>\n\n\n\n –Exactamente.\nPor eso, cada d\u00eda los cruceros son m\u00e1s c\u00f3modos y dan mejores servicios. Es que\npara ir a playas, para jugar golf o para hacer submarinismo hay muchas opciones\nm\u00e1s simples. Y muchos prefieren un crucero porque les resulta m\u00e1s barato que\ninstalarse en un resort cinco estrellas. <\/p>\n\n\n\n Un poco de\nlas dos visiones de un crucero tiene una chilena que ha viajado como veinte\nveces a los Estados Unidos, poco interesada en conocer Europa. Mar\u00eda Esther\nFierro Herreros, viuda de un comandante de la Armada, hizo hace poco un crucero\npor el mar B\u00e1ltico. <\/p>\n\n\n\n –\u00a1Me lo\nrepetir\u00eda todo!\u2014dice sin dudar.–. Eso de no hacer maletas a cada rato; de ser\ncomilona y poder comerlo todo; de encontrar piscina tibias, fr\u00edas, con olas o sin olas. Ver\nespect\u00e1culos fant\u00e1sticos de bailarines y m\u00fasicos rusos. Eso me encant\u00f3. Pero\ntambi\u00e9n disfrut\u00e9 mucho de los desembarcos. Lo hice en cada puerto. Me fascin\u00f3\nSan Petersburgo y recorr\u00ed sin apuro varias \nciudades preciosas del B\u00e1ltico y del Mediterr\u00e1neo.<\/p>\n\n\n\n –\u00bfOtros\nprefer\u00edan quedarse a bordo?<\/p>\n\n\n\n –S\u00ed.Mucha\ngente iba simplemente a descansar. Especialmente los mayores. Nadaban en las\npiscinas, jugaban en el casino, recorr\u00edan las distintas cubiertas. En la tarde\nse arreglaban bien, iban a comer, se sacaban fotos y \u00a1despu\u00e9s a bailar!<\/p>\n\n\n\n Ese viajero y\naventurero sin l\u00edmites que es Paco Nadal ha puesto entre sus 15 viajes\ninolvidables un crucero. \u201cNo hay palabras para describir el capricho de viajar\nen un barco de lujo con 30 tripulantes para 11 clientes. Ni para describir los\nsoberbios paisajes de Tahit\u00ed y sus islas, que se ve\u00edan desde la borda\u201d.<\/p>\n\n\n\n Luego de esa\ncharla con un experto, y de realizar varios cruceros como redactor de viajes, he\nllegado a una conclusi\u00f3n provisoria: todos los cruceros son cruceros del amor.\nY le hacen tan bien a la inmensa mayor\u00eda, que para evitarnos s males m\u00e1s caros deber\u00edan\nser financiados por el AUGE… Lo pens\u00e9 imaginando las distintas formas del\namor. Amor a la comida y al buen servicio; amor a la pareja; amor a la escapada;\namor al mar; amor a la aventura y ese amor de primera necesidad que es el amor\npor uno mismo. Ayudan a reponerse de un fracaso o, lo que es m\u00e1s dif\u00edcil, a\nreponerse de un \u00e9xito. Tambi\u00e9n es un buen amor el viajar con un grupo que te apoya\ny acompa\u00f1a, aunque ratos nos sobre (todo sea dicho). <\/p>\n\n\n\n El nombre Crucero del Amor<\/em> nos lleva al capit\u00e1n Merrill Stubing y\nsu tripulaci\u00f3n, que el mundo conoci\u00f3 en la serie de TV de los a\u00f1os 70, y\nque se sigue viendo en pantallas del mundo.\nCasi todos quedamos contagiados entonces, y los dem\u00e1s contrajeron el contagio\npor el boca a boca. Ya hay m\u00e1s de 20 millones de cruceristas. Muchos, tal vez,\nno gustar\u00e1n del estilo de decoraci\u00f3n de algunos barcos. Pero pronto se dar\u00e1n\ncuenta que incluso que esos decorados contribuyen a su mejor evasi\u00f3n, apart\u00e1ndolos\nde su mundo cotidiano. Se ver\u00e1n caminando con los ojos muy abiertos,\nasombrados, olvidando los problemas que dejaron en tierra. Ese mundo\nest\u00e9ticamente distinto puede ser un curso intensivo para aprender de la\ndiversidad. Cualquiera sea la opci\u00f3n est\u00e9tica de quien decor\u00f3 nuestra cabina,\nvamos a disfrutar nuestra inmersi\u00f3n en el Mar de China, nuestra subida en burro\no ascensor en la isla de Santor\u00edn, mirando Capri entre nubes rosadas, y\nponiendo o\u00eddos a la selva amaz\u00f3nica seguramente con el temor y el temblor al\nasomarnos a ese lado escondido del mundo. <\/p>\n\n\n\n A veces estos\nbarcos nos abruman por sus dimensiones. Un d\u00eda navegu\u00e9 en un crucero que al ser\nbautizado se hab\u00eda convertido en el gigante de los mares. Lo primero que se me\nocurri\u00f3 decir es que me sent\u00eda como hombre que se casa con mujer\ngrande: \u201cNo s\u00e9 por d\u00f3nde empezar\u201d. Y, adem\u00e1s, era dif\u00edcil de entender de una\nsola mirada. Pero un pasajero que\nparec\u00eda el m\u00e1s navegado de todos me advirti\u00f3: \n <\/p>\n\n\n\n –No trate de entenderlo. Tiene nueve d\u00edas s\u00f3lo para\npasarlo bien. <\/p>\n\n\n\n –Pero, \u00bfpor d\u00f3nde empiezo?<\/p>\n\n\n\n Me mir\u00f3 con una expresi\u00f3n dif\u00edcil de interpretar. <\/p>\n\n\n\n –\u00bfUsted conoce las mu\u00f1equitas rusas que van\nsaliendo una desde dentro de la otra. As\u00ed ser\u00e1, m\u00e1s o menos. Tendr\u00e1 que ir\ndescubriendo el buque como se descubre una matriushka. <\/p>\n\n\n\n De este modo supe que un crucero es muchas cosas a\nla vez. No resulta tan simple como\nsubirse, esperar a bordo, desembarcarse varias veces en playas blancas o\npuertos llenos de historia, y luego regresar al punto de partida. Las navieras llevan tantos a\u00f1os perfeccionando los cruceros\nque los ha convertido en una sucesi\u00f3n de experiencias inesperadas. <\/p>\n\n\n\n Ah\u00ed puede estar su primer secreto. <\/p>\n\n\n\n Lo que podr\u00edamos ver al principio no es como para\nno verlo: es un barco que tiene 2 cuadras y media de largo y casi 50 metros de\nancho. Catorce pisos o cubiertas, como una singular pagoda extendida. El barco no\ns\u00f3lo es blanqu\u00edsimo y muy limpio: parece reci\u00e9n hervido. La profilaxis\nperfecta. Un enorme hotel flotante cinco estrellas. Como buen hotel, tiene\nhabitaciones simples, de 15 metros cuadrados, y suites de m\u00e1s de 100. Los\nbalcones de las suites suelen ser m\u00e1s grandes que las habitaciones peque\u00f1as,\npero en unas y otras todo funciona perfecto, con una precisi\u00f3n casi irritante. <\/p>\n\n\n\n Y no es que sean pocas las personas las que viajen\na bordo. Tal vez 5.000, de las cuales, 3.400 son hu\u00e9spedes. Los 1.600 restantes\nse encargan de que el crucero funcione como si lo manejara un piloto autom\u00e1tico.\n<\/p>\n\n\n\n Esta primera mu\u00f1eca de las matriushka aparece s\u00f3lida, como un enorme hotel levantado sobre\nroca.<\/p>\n\n\n\n La segunda \u201cmu\u00f1eca\u201d puede darnos la primera\nsorpresa: el barco se transforma en un enorme estudio fotogr\u00e1fico. Ocupando\nvarios lugares, de distintos pisos, muchos hombres y mujeres se dejan retratar\npor fot\u00f3grafos profesionales. Ellos, vestidos de smoking; ellas, en tenidas de\nCourreges. O ambos de ropa muy formal, a lo menos. No es raro ver gigantescos\nhombres afroneoyorkinos luciendo bell\u00edsimas t\u00fanicas de pr\u00edncipes tribales, como\nsi quisieran revivir las Mil y una Noches. \n<\/p>\n\n\n\n Otros no se conforman con fotografiarse en una sola\nde las tenidas elegantes tra\u00eddas al\nbuque: van con todos sus hijos a cambiarse de ropa, a veces m\u00e1s lujosa todav\u00eda,\npara duplicar el placer del recuerdo dorado.<\/p>\n\n\n\n Casi todos los pasajeros se hacen fotografiar en\nnoches sucesivas contra im\u00e1genes interiores del barco, im\u00e1genes de atardecer o\nde nobles escaleras que recuerdan (\u00a1ay!) las del Titanic. Otros prefieren un\nsimple fondo blanco, infinito. Adem\u00e1s, todos los pasajeros son fotografiados\nsorpresivamente en los comedores para hacerles \nluego un retrato enmarcado al estilo Farwest, con la palabra \u00a1Wanted!<\/em>\n<\/p>\n\n\n\n Nadie ofrece las fotos. Quien quiere se las toma. Y\nluego las ve colgadas en un espacio muy visible del barco. Si no le gustan, no\nlas compra. Pero casi ninguno se resiste a ser\ninmortalizado con gesto de magnate de vacaciones, aunque s\u00f3lo sea un peque\u00f1o\nlibrero de Brooklyn o un desali\u00f1ado redactor de viajes… Algunos piden que les\naclare la piel si les parece demasiado oscura, o que le adelgacen los brazos. <\/p>\n\n\n\n El fotoshop <\/em>viaja a bordo. <\/p>\n\n\n\n Muchos graban\ncon sus I-Phones el buen humor que se genera en los grandes grupos. Vemos como\nalgunos usan esos mismos tel\u00e9fonos o sus c\u00e1maras de video para recoger el\nsonido de la jungla africana producido con algazara por un grupo de \u201cpr\u00edncipes\u201d y \u201cprincesas\u201d cruceristas, que en\nla vida cotidiana son profesionales de la m\u00e1s pr\u00f3spera comunidad negra de Nueva\nYork. Ahora recorren el Caribe. Ma\u00f1ana estar\u00e1n en Venecia. <\/p>\n\n\n\n Ser espectador de este multiplicado espect\u00e1culo a\ncargo de los propios pasajeros convierte al crucero en una experiencia inclasificable.\n<\/p>\n\n\n\n Con el paso de las horas, el paisaje cambia de\ncara. Y el viaje vuelve a sorprendernos. A maravillarnos. Esta es la palabra\nexacta. Cerca de Hait\u00ed, el Sol comienza a sumergirse en aguas del Caribe y al\nhacerlo monta todo un espect\u00e1culo. Medio oculto detr\u00e1s de inmensas y oscuras\nnubes, usando pedacitos de luz, va dibujando en el cielo paisajes terrestres\ncasi perfectos, y hasta cielos imaginarios sobre el cielo real. La puesta de\nsol deja de ser puramente rom\u00e1ntica para convertirse en un prodigio. <\/p>\n\n\n\n Son 40 minutos que valen por un crucero completo. <\/p>\n\n\n\n Pero al apagarse el Sol, el encantamiento se esfuma\ncomo si alguien nos hubiese despertado. Entonces vuelvo al interior del buque\ncon la sensaci\u00f3n de llevar un tesoro que nadie podr\u00e1 quitarme. A bordo la vida\ncontin\u00faa. Casi todos los pasajeros disfrutan de platos y copas en el comedor\nprincipal. Son tres pisos alhajados y decorados con nostalgia.<\/p>\n\n\n\n Es la otra cara de esta matriushka<\/em> flotante. No s\u00f3lo hay piscinas y tiendas, camarotes y\nmodernos restaurantes de comida r\u00e1pida. Hay tambi\u00e9n lujo de m\u00e1rmoles, de\ntapices, de pintura moderna, de bibliotecas y salones. M\u00e1s de 4.000 obras de\narte. Y estos comedores al estilo del mejor hotel cinco estrellas. Para entrar\na ellos se pide ropa formal. Algunos d\u00edas se propone la tenida m\u00e1s lujosa, sin\nexcluir las de gran etiqueta, partiendo por el capit\u00e1n. Muchos caballeros\narriendan tenidas que incluyen zapatos de charol, pagando 100 d\u00f3lares la noche.\n<\/p>\n\n\n\n A la ma\u00f1ana siguiente, toda etiqueta desaparece.\nLos pasajeros bajan con ropa m\u00ednima a ba\u00f1arse en playas que parecen de polvo de\ntalco, o llevan todo tipo de aparatos para nadar, mar adentro, junto a\ninofensivas mantarrayas. Es lo que ocurre, por ejemplo, en la isla Gran Cayman.\nAh\u00ed descubrimos que no s\u00f3lo es un para\u00edso de los inversionistas. Es una hermosa\nisla. Otros destinos mezclan playas y \nmuseos. Y el siguiente combina las compras con vuelos en parapente, o\nbien la emoci\u00f3n de las lanchas r\u00e1pidas en aguas quietas. Tambi\u00e9n hay visitas a\nfamosas cataratas, como en la jamaicana Ocho R\u00edos, donde abundan impecables\ncampos de golf.<\/p>\n\n\n\n En este recorrido, que se inicia al lado de Manhattan,\nen Nueva Jersey, la mayor\u00eda de los pasajeros no necesita tomar aviones. \u201cPara\ncambiar de vida simplemente deben subir\nal barco\u201d, explica el capit\u00e1n. El director del crucero, Xavier Matthias, va m\u00e1s\nlejos. Afirma que unas 300 o 400 personas\nnunca bajan en los puertos. Al contrario, cuando los dem\u00e1s desembarcan, ellos\nse apoderan de los espacios inmensos, gozan como nunca de las 3 piscinas y los\n5 jacuzzis, se apoderan de los comedores y de los spa. Lo que necesitan es\nrecargar bater\u00edas.<\/p>\n\n\n\n Casi todas las cabinas tienen balcones; todas\ndisponen de TV; y muchos de Internet, pues mucha gente sigue trabajando\nmientras navega. Y existe un cybercaf\u00e9. Hay peque\u00f1as canchas de patinaje en\nhielo y paredes para practicar escalada. <\/p>\n\n\n\n Con el prop\u00f3sito de borrar dificultades de lenguas,\nen los grandes cruceros suele haber alg\u00fan int\u00e9rprete que conoce varios idiomas,\ny que con su tel\u00e9fono inteligente sirve a todo pasajero en apuros idiom\u00e1ticos. <\/p>\n\n\n\n Otras de las sorpresas de los cruceros es que a\nratos parecen un peque\u00f1o Broadway. Al igual que Broadway, dispone de salas\nenormes, con presentaciones en vivo. Verdaderamente excepcionales suelen ser\nlas tradicionales exhibiciones de danza y acrobacia en hielo, que ocupa a un\nequipo de cuarenta personas. En otras salas hay horario para bingos masivos,\nque entusiasman a los hu\u00e9spedes de las tres Am\u00e9ricas, pero que gustan menos a\nlos europeos. Quienes prefieren juegos de azar, de mayor riesgo y emoci\u00f3n, tienen casinos en que de d\u00eda y de noche se\nescucha el ruido de las fichas y las monedas, del Black Jack, la ruleta y las hambrientas\ntragaperras. <\/p>\n\n\n\n Algunos cruceros tienen sus propios mini-malls, a\nveces con el largo de dos canchas de f\u00fatbol y techo alto, de cuatro niveles.\nHay tiendas de ropa, perfumer\u00edas, relojer\u00edas, caf\u00e9s con mesas \u201cen la vereda\u201d y\nmuchas otras cosas que atraen al consumidor habituado a gastar pisadas y\nd\u00f3lares en los modernos centros comerciales. Estos malls flotantes tientan con\nofertas y liquidaciones durante todo el viaje. Ponen mesas llenas de cosas en\ndesorden al centro de la \u201ccalle\u201d y es posible escarbar en busca de hallazgos\nm\u00ednimos, que agregan emoci\u00f3n a la compra. \n<\/p>\n\n\n\n Otros placeres han aumentado en los barcos de\n\u00faltima generaci\u00f3n: la gastronom\u00eda de gran restaurante.\nPara 5 mil pasajeros pueden trabajar 120 o 150 chefs. Los grandes comedores\nsuelen tener dos o tres pisos, rigurosamente decorados al modo barroco. Con\nalguna descomunal l\u00e1mpara vagamente Imperio, mesas vestidas de etiqueta y la extensa\ncarta de vinos. <\/p>\n\n\n\n Aqu\u00ed se mezclan tambi\u00e9n las particularidades de los\nvariados hu\u00e9spedes de un crucero internacional. Todo es cuesti\u00f3n de geograf\u00edas.\nLos rusos blancos sorprenden por su extrema falta de formalidad, mientras que\nlos negros ricos de Nueva York pueden parecer un manual viviente de\nrefinamiento. <\/p>\n\n\n\n Al salir del gran comedor, se puede pasar del cielo\na la Tierra. La arquitectura y el dise\u00f1o\ncambian bruscamente, porque el quiere ofrecer variedad de ambientes y estilos. Busca\nestimular los sue\u00f1os que el hombre asocia a los viajes en barco. Por eso, los\nque mandan aqu\u00ed son los colores alegres, los m\u00e1s estimulantes; el lujo m\u00e1s\nobvio; los espacios sugerentes y muchos elementos modernos, que buscan atraer a\nlos j\u00f3venes (que abundan). Se deja el gusto tradicional para el gran comedor,\nlas habitaciones y algunos otros rincones. \n<\/p>\n\n\n\n El espacio m\u00e1s sofisticado en cuanto a decoraci\u00f3n puede\nser el spa en algunos grandes cruceros. El m\u00e1rmol de Carrara est\u00e1 presente en alguna\nescultura de rasgos romanos y llaman la\natenci\u00f3n sus columnas y su solemne ingreso italiano o un \u201cspanish hacienda-style<\/em>.\u201d\nAl pasajero se le ofrece un tranquilo solarium y la bater\u00eda m\u00e1s completa de\ntratamientos de belleza y rejuvenecimiento, servicio de personal training<\/em>,\nyoga y Pilates.<\/p>\n\n\n\n En otro lugar del barco, un enorme gimnasio de aparatos permanece siempre activo y ruidoso. Ayuda a quienes desean conservar la figura, y especialmente a much\u00edsimos que quieren reducir peso (por razones que saltan a la vista.) De aqu\u00ed salen los entusiastas que son los primeros en desembarcar en Gran Bahama, en las Cayman, en Jamaica o en Labadee, un secreto para\u00edso blanco, playa que una gran naviera arrienda al Estado de Hait\u00ed.<\/p>\n\n\n\n Muchos se quedan en cubierta, con un cafecito cortado en las manos. Saborean el paisaje, el no hacer nada, el no agitarse.<\/p>\n\n\n\n As\u00ed lo pasan bomba.<\/p>\n\n\n\nReponerse de un \u00e9xito<\/strong><\/h4>\n\n\n\n
M\u00e9ritos de lo raro<\/strong><\/h4>\n\n\n\n
Para la\nposteridad<\/strong><\/h4>\n\n\n\n
El mar se come\nel sol <\/strong><\/h4>\n\n\n\n
Broadway y el mall <\/strong><\/h4>\n\n\n\n
Spanish\nhacienda-style<\/em><\/strong> <\/strong><\/h4>\n\n\n\n
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