El Colt con cual Jack Ruby dio muerte al asesino de Kennedy, y también la etiqueta que colgó de uno de los pies de Lee H. Oswald para identificar su cadáver, salieron a remate el 16 de marzo en The Palms Resort de Las Vegas. El millonario interés por esa venta espeluznante no sorprendió a nadie. Menos a quienes conocen el “turismo de intereses especiales“. Últimamente se ha extendido el Turismo de Duelo o de  Pena, que en inglés se llama grief o grif, nombre del ave  que saborea despojos: el buitre. Hay turistas que gastan un platal para visitar la zona cero de Nueva York; el puerto de Pearl Harbour, donde murieron miles de estadounidenses, casi tanto como en la zona cero; el depósito de libros desde el cual se disparó a Kennedy, en Dallas; el campo de exterminio de Auschwitz; la Nueva Orleáns del Katrina; los campos de prisioneros políticos soviéticos; las ciudades atómicas de Nagasaaki e Hiroshima, ésta destruida por los aviadores norteamericanos del Boeing B29 Enola Gay (foto); el edificio donde fue asesinado Lennon, y la isla sudafricana que tuvo a Mandela de prisionero media vida (Robben Island es hoy… Patrimonio de la Humanidad.)

Los intereses especiales cubren hoy áreas nunca vistas. Desde embarazadas en vísperas del parto -con todos los camelos imaginables-, hasta las “vacaciones para procrear”, las procreation vacation. Otros, más sutiles, promueven estos paquetes “polinizadores” con el nombre de Aves y Abejas (Birds & Bees.) Por 1.900 dólares, la Westin tienta en Bahamas con una semana de amor, masajes y tres porciones diarias del supuesto viagra local, hecho con leche y musgo marino. Otra compañía agrega al menú susurros profundos de Barry White, mientras el centro de esquí Jackson Hole propone un plan de procreación para parejas que sólo se encienden con… una chimenea.

También hay vacaciones para tipos duros y solos, las man-vacation. Ellos chorrean  testosterona y adrenalina en caza de ciervos, deportes de riesgo, carreras de autos, excursiones por la selva, largas sesiones fumando habanos, disputas de golf en 18 hoyos. Tienen como telón de fondo todo el lujo. Y ningún niño sobre el horizonte. En  otro extremo se halla el voluntariado, que solidariza con minorías humanas o colonias de chimpancés. También hay visitas a escenarios de películas, como la Tierra Media de El señor de los anillos, en N. Zelanda, y la playa gallega de As Furnas, donde el chileno-español Alejandro Amenábar filmó su premiada Mar adentro, con Javier Bardem, ahora ganador del Oscar. En Chile sobresale la costa de Temuco, sobre el lago Budi, escogida por Ricardo Larraín como escenario de La Frontera. Paradójicamente, la frontera de los intereses especiales no existe. Día a día, dando pasos marciales estilo Pelotón, y cantando Tu dulzura es mi debilidad, de Barry White, este turismo de tiritones avanza.