Italianos en Chile
Usted levanta una piedra y sale un bachicha. Le explicamos por qué. También le explicamos por qué desde 1520 los italianos vienen haciendo cosas en Chile que nos llenan de asombro. Julio Palestro habla de su familia palogrueso. Cesar Antonio Santis de su otro yo mafioso y varios inmigrantes discuten sobre el número de judíos que se necesitan para hacer un genovés.
Primera pregunta al lector:
–Podría decirme usted por qué los buques mercantes genoveses que han naufragado frente a nuestras costas venían casi todos tripulados sólo por sus capitanes.
Pregunto esto porque entre varias decenas de entrevistados descendientes de genoveses encontré demasiados que me dijeron:
–Mi abuelo era capitán mercante. Su buque naufragó frente a Valparaíso…
¿Qué ocurrió con los marineros? ¿Los capitanes tuvieron muchos hijos?
Segundo misterio profundo: ¿Por qué Italia tuvo en el pasado tantos cónsules, vicecónsules y embajadores en un país tan pequeño? ¿Ah? ¿Por qué?
Espero las respuestas.
Y espero las respuestas, porque de muchas preguntas planteadas al iniciar la investigación sobre los italianos en Chile obtuve un resultado que de verdad provocó mi asombro El resultado se vacía en estas páginas. Páginas reveladoras de que mucho más pobre y triste, menos digno de orgullo, serían nuestra historia y nuestra realidad actual sí a Chile no hubiesen llegado los italianos.
DE TORECHIO A TOMAS MORO
Desde luego -la caridad por casa- no podría usted estar leyendo revista. Fue creada y dirigida durante varios años por Julio Lanzarotti; el principal dibujo que ilustra estas páginas lo hizo Renzo Pecchenino (Lukas); el puzzle, Horacio D’Ottone (Donato Torechio); los geroglíficos, Mario Galtucci D’Alessio, y las fotos de otros reportajes, Carmen Fulle. ¡Todos italianos o descendientes! Y con una curiosidad: Lukas nació en Ottone y D’Ottone es el bandido que usted conoce…
Saliendo de la Revista del Domingo, si asomo la nariz veo el cerro San Cristóbal, y en su cumbre la Virgen -inspirada en la imagen de la Plaza España de Roma-; en la falda del cerro, los carros del funicular, obra de una empresa italiana, con ingeniero italiano: y en la capilla de la Virgen, el altar regalado por Pio Nono; a un costado, la Enoteca, fundada por Giulio Cánepa, vinicultor, hijo de uno delos italianos más notables que viven en Chile, por su aporte al desarrollo agrícola: don Giuseppe Cánepa.
A pocas cuadras, la ex Plaza Italia, con su monumento a Baquedano, en el cual destacan los bajorrelieves inspirados en dibujos de Mocchi, tercer director de nuestra Escuela de Bellas Artes. Si sigo en dirección a Mapocho por el Forestal, el monumento a Prat, obra del nieto de italianos José Carocca Laflor. Pero si prefiero bajar por Alameda. Junto a la Biblioteca encuentro el monumento a Montt-Varas, salido de! genio de Ernesto Biondi; más abajo, la estatua ecuestre de O’Higgins, inspirada en un estudio de Da Vinci; casi al frente, el Palacio de la Moneda, con la cual se inmortalizó el romano Toesca.
No lejos de allí, la Plaza de Armas, y en su interior el monumento más antiguo que existe en Chile, realizado en 1827 por el genovés Francesco Orsolino (¿Qué representa?).
Al frente, la Catedral, y un poco al norte, la iglesia de Santo Domingo, ambas de Toesca,
Si en vez de irme a La Moneda me encamino hacia Tomás Moro, a aquella mansión vendida por los hermanos Yaconi al esposo de una señora Bussi, sigo encontrando italianos. Lamentablemente los hermanos Yaconi no quisieron hablar. Y la señora Bussi sólo habla de otras cosas.
DEL “PICA” AL FESTIVAL
El recorrido puede seguir por el Picaresque (negocio de Humberto Sottolichio); por el Teatro Municipal (cuyo principal director artístico ha sido el romano Renato Salvati, caballero de la corona, casado con Aída Padovani); o por el Teatro Caupolicán y “Las Aguilas Humanas” (Enrique Venturino). Los que busquen diversión pueden escoger algo más inocente, sin dejar de encontrar italianos. “Música Libre”, por ejemplo, creado por Pepe Gallinato y Mirtha Furioso. El drive-in Lo Curro (barrio creado por los Gellona Piovera), o del Topsi, en Reñaca, el más espectacular lugar de diversión juvenil, imaginado y financiado por Angelo Lagomarsino Schiaffino.
Pero si prefiere un balneario al estilo europeo puede llegar a Santo Domingo, también producto de la imaginación y el esfuerzo de un italiano: Ernesto Boso-Pezza, ingeniero de 86 años que aún continúa trabajando. Además, no sólo instaló el funicular del San Cristóbal, sino que se le reconoce como el más importante constructor de obras de regadío: trece embalses o tranques (Recoleta, Cogotí, La Dehesa, Rungue, y muchos canales).
–Todas mis obras han sido inauguradas por Presidentes de la República -dice con un orgullo a que tiene derecho. Llegó a Chile en 1921 con el título de ingeniero, a un hotel santiaguino de dueños italianos. La pensión costaba 200, y él traía 180 pesos en el bolsillo, “como Alessandri”.
Pero del balneario de Santo Domingo vale la pena regresar a Viña del Mar en busca de italianos. Se sabe que Valparaíso es la “provincia italiana”. En ninguna otra hay mayor porcentaje de sangre genovesa. Por eso no es raro que el Festival de Viña tenga como motor a Carlos Ansaldo, descendiente de italianos. Sus figuras tal vez más destacadas son nietos de italianos que alguna vez llegaron a un puerto chileno sin más capital que la esperanza: César Antonio Santis y Gloria Simonetti Mazzarelli.
UNA MANO POR DETRAS…
César Antonio Santis se inició con un programa italiano en la radiotelefonía y está casado con Lucia Magiola, habla italiano tan bien como el castellano y fue destacado voluntario de la Pompa Italia. Dijo a la Revista del Domingo:
-La verdad es que yo me siento mitad chileno y mitad italiano. Cuando estudié televisión en Roma, me dijeron: “Es asombroso, pero usted sabe más de nuestro país que muchos italianos y aún parece que lo quiere más que otros”. No en vano mi abuelo era milanés, me crié en un hogar modelo, quiero decir italiano…, y en Chile me reúno siempre con otros amigos de la colonia. Somos un poco mafiosos. Vivimos siempre juntos.
Simonetti en Chile puede asociarse a menudo con lo más visible: la cantante y su hermano equitador, Américo, que ha ganado unos 300 trofeos y mil escarapelas. O al tío de Gloria, Renato Simonetti, vicepresidente de la poderosa Sociedad de Fomento Fabril, SOFOFA.
Pero ellos no son todos los Simonetti. Tampoco los más importantes. El padre del vicepresidente de SOFOFA, por ejemplo, que se inició como ayudante de carpintero, sí es importante, y más importante aún el carpintero del cual era ayudante: su propio padre.
Este carpintero, Antonio, llegado a Chile en 1891, casado con Asunta Fiorentini, renovó con sus propias manos el parqué de La Moneda, curvando sus espaldas y doblando sus piernas. Ensuciándose las manos. Sus hijos Américo y Aurelio -con sólo algunos años de preparatorias- crearon más tarde dos de las más grandes empresas privadas chilenas: Mademsa y Madeco.
No fue fácil.
–Mi padre llegó con una mano por delante y otra por
detrás. Pero como era carpintero de calidad no le faltó trabajo –señala Américo Simonetti, padre del equitador y la
cantante-. Con mi hermano Aurelio, a los
12 y13 años comenzamos a trabajar en un taller de gasfitería y composturas de
un primo. Yo servía para los mandados y el aseo. Aurelio parchaba ollas, hacía
pequeñas piezas metálicas, Así, cada paso lo dimos siempre juntos. Ahora tenemos
más de 70 años y seguimos igual.
Símbolos del esfuerzo y la agresividad comercial e industrial, los hermanos Simonetti crearon actividades desconocidas en Chile (como la elaboración de nuestro cobre, los muebles metálicos, artefactos, refrigeradores “a puro martillazo”). Pero, sobre todo, dieron una muestra de lo que pueden hacer los inmigrantes que no temen ensuciarse las manos. La historia de ellos -rica y llena de enseñanzas- no cabe, lamentablemente, en un reportaje como éste. Merece esa historia uno especial.
El de estas páginas está destinado a hablar de todo: los italianos en Chile, buenos y malos. ¡Larga tarea!
UN BACICCIA EN SUPASADO
Larga tarea, porque comienza donde algunos no han reparado: el primer blanco que pisó nuestro territorio fue un nativo del Veneto: el noble Antonio Pigafetta, cronista de Hernando de Magallanes. Puso su pie en tierras del extremo sur unos 15 años antes que Almagro iniciara el descubrimiento y conquista de Chile.
Mirada superficialmente la historia de la conquista, aparece también como obra exclusiva de españoles. La verdad es que junto con Valdivia ya llegaron varios genoveses y otros italianos. Y cuando en Chile había mil habitantes, algunas docenas tenían la misma sangre que Cristóforo Colombo. Los genoveses -navegantes y aventureros al servicio de España- formaban entonces el grupo de europeos más numeroso en Chile después de los peninsulares.
De dos de ellos -Pastene y Giustiniano-descienden familias que han escrito páginas históricas y sociales relevantes en Chile: Errázuriz, Larraín, Ossa, Subercaseaux, Irarrázaval. Incluso el Conde de la Conquista, Mateo de Toro y Zambrano, descendía de Gionvanni Battista Pastene, capitán de un barco, amigo de Valdivia, primer gobernador de Valparaíso.
Hay un bachicha
en el pasado de cada chileno cuya familia se prolongue hasta la Colonia.
Bachicha era el nombre del capitán Pastene y de todos los genoveses -¿cuál no?-
llamado Giovanni Battista. En dialecto genovés, Bautista es Baciccia. Por extensión, los
originarios de la Liguria -cuya capital es Génova- en muchas partes del mundo reciben el
nombre de bachichas.
Claro que a menudo no es el baciccin cariñoso de la casa paterna, si no el “bachicha
de m…” que sufrieron muchos emigrantes con quienes conversé. El propio diccionario Espasa se suma al
coro:
Bachicha. (Amér.). Llámase así en algunas repúblicas sudamericanas al italiano de baja ralea, o a una criatura desgarbada y mal vestida.
MASONES CON CRUZ
La clave evidentemente puede encontrarse en un aviso que El Mercurio de Valparaíso publicó el 28 de febrero de 1894. Comienza así:
“A los italianos. Ofrezco en arriendo la mejor esquina…”
Para el despacho, para el emporio, por supuesto. Es la imagen que muchos tienen y antes -ya se ve- también tenían sobre el inmigrante italiano. Casi todos llegaban pobres, “desgarbados, mal vestidos”, como el teniente Columbo y su gabardina, hijo de italianos, como el 99 por ciento de los emigrantes (hay que dejar un escape para los que no descienden de pobres o no les gusta confesarlo). Los italianos no vinieron a Chile a cambiar de aire. A cambiar de fortuna. Y Chile es país de emigrantes, con excepción de los mapuches y otros pueblos aborígenes (aunque alguna vez ellos también lo fueron).
Un gráfico ejemplo de que los inmigrantes italianos pueden aportar algo distinto a su asombrosa capacidad para el comercio, surge cuando se revisa la nómina de almirantes y generales de nuestras Fuerzas Armadas y Carabineros: de 98 que han alcanzado esos grados, 15 tienen sangre italiana, cinco en la Armada (Valparaíso, recuerde , es zona de italianos); tres en el Ejército; tres en la Fuerza Aérea, y cuatro en Carabineros.
No faltan, eso sí, situaciones paradojales. Nadie puede decir que el italiano sea un pueblo militar, pero legítimo es suponer que los italianos con uniforme son muchos en Chile si quince oficiales alcanzaron las más altas graduaciones. En cambio, nadie duda que el italiano es pueblo artista y religioso.
¿Pero qué ha ocurrido con ellos en Chile?
Ningún
alto dignatario de la Iglesia Católica contemporánea que se haya destacado
desciende de italianos. Sin embargo, hay tres jefes máximos de la Masonería (Gran Maestro): Ettore Boccardo, Aristóteles
Berlendis Sturla y Alejandro Serani (condecorado con la… ¡Cruz de Isabel La
Católica!)
SEMIAUSENCIA EN EL ARTE
¿Y qué ha ocurrido con los artistas?
Más o menos lo mismo.
Nadie puede discutir los méritos de un Camilo Mori, José Caracci, Luís Strozzi, Julio Fossa, José Perotti, Pascual Gambino, Aristodemo Lattanzi, Luis Torterolo, José Venturelli… ¡Tantos! ¿Pero se les puede situar entre los más “grandes”?
Tampoco es breve la lista de músicos con ancestro o nacionalidad italiana. ¿Pero alguno se acerca a Claudio Arrau en el piano? ¿A Pedro d`Andurain en el violín? Talvez alguno se acerca, pero ninguno alcanza a Arrau ni a d`Andurain. Vicente Bianchi, Juan Mateucci y Enrique Soro -cada uno en lo suyo- talvez sean los chileno-italianos más creadores en materia musical.
“Inventores” de la ópera, muy rico es el historial de las compañías de ese. Género y similares que han pasado por Chile desde 1830. Ningún descendiente de italiano, sin embargo, puede compararse a Ramón Vinay, el gigante chillanejo. El pueblo del Dante y de D’Annunzio tampoco ha dejado en Chile las más grandes huellas: Neruda, Gabriela Mistral, Huidobro, Parra, Blest Gana, María Luisa Bombal… No hay italianos en la cúspide. Algunos nombres: Glaconi, Cassígoli, Ferrero, Cánepa, Orlandi, Melfi, Debesa…
(¡Nadie ha escrito la historia de los italianos en Chile!).
En cambio, de la tierra donde el griego Galeno escribió sus obras de Anatomía, Chile recibió y aún recibe una herencia enorme. Giovanni Noé, el más importante, erradicó la malaria nortina y creó una escuela biológica en nuestras universidades. Otros: Alessandrini, Alessandri, Vacaro, Dallera, Ducci… El actual presidente del Colegio Médico, Hugo Salvestrini Ricci, y el vicepresidente del SERMENA, José Oneto Roncagliolo, descienden de sencillos inmigrantes.
CAUDILLOS Y REFORMADORES
Más rica es aún la presencia de los italianos en la política. (¡Niccolo Machiavelli era florentino!). No han sido muchos, pero suficientes. En este siglo XX acapararon la atención dos hombres presidentes de la República que descienden de otro florentino: Pietro Alessandri Tarzi. Empresario de marionetas – como los Di Girólamo, llegados de Roma un siglo más tarde- propietario del primer baño público instalado en Santiago, comerciante, armador y finalmente cónsul de Cerdeña en Valparaíso.
Arturo Alessandri Palma, su nieto, es un ejemplo de que los italianos en la política chilena fueron, sobre todo, grandes caudillos, potentes reformadores. Pedro León Gallo, nieto de Antonio Gallo Bocalandro, fundó el Partido Radical y fue el caudillo de la Guerra Civil de 1858. Ángel Guarello Costa, combativo primer diputado del Partido Democrático o Demócrata, salido de la izquierda del Partido Radical. Juan Bautista Rossetti Colombino, fundador del Partido Radical Socialista, ministro de la llamada República Socialista de Dávila, creador del Comisariato y del Banco del Estado.
PALESTROS EN LA PALESTRA
Símbolo de la política dura en los últimos años ha sido la familia Palestro. Mario, el ex diputado, se encuentra en Noruega: Tito, ex alcalde de San Miguel, en la Penitenciaría; Julio, ex gerente de la Polla, en libertad, quien dijo a la Revista del Domingo:
–Mi abuelo llegó a Copiapó como director de
orquesta, en una compañía de ópera. Era genovés y se llamaba Pietro Antonio Palestro. Allá lo
enterraron. Mi padre, que tenía su mismo nombre, también se dedicó a
la música, como director de banda del Ejército. Ya a los 13 años había partido a la Guerra
del 79 con el regimiento formado en Copiapó. Después se unió al
Séptimo de Línea. Fue militar por el resto de su vida. Al
retirarse era sargento primero y director de banda. Todavía hoy se interpreta
una marcha compuesta por mi padre, que murió en 1928. Un hombre culto,
coleccionista de instrumentos antiguos.
Sobre su familia en Italia, nos contó:
–Por lo que he sabido, los Palestro son allá de muchas campanillas, una familia aristócrata. Hay “Via Palestro”, en Roma y Florencia. Al parecer significa “palestrina” o “palestra”.
-¿Nacieron predestinados?
– Así parece. Palestra es un lugar de combate.
Julio Palestro -hijo de militar- se trata ahora de una rebelde enfermedad de virus durante visitas regulares al consultorio del Hospital Militar.
PEDRO IBAÑEZ, El GENOVES
Hay italianos en todo el espectro político.
Julio Palestro recuerda que durante una discusión entre su hermano Mario, socialista, y el diputado derechista Mario Arnello, uno le gritó al otro:
-¡Cállate, bachicha!
-¡Escoba!
Había muchos baciccias en algún grado ocupando asientos en el último Parlamento: Luis Valente Rossi, Luis Guastavino, José Cademártori Invernizzi, Víctor Carmine, Emilio Lorenzini, Anibal Scarella Calandroni, Osvaldo Basso, Silvia y Gustavo Alessandri, Mariano Penna Mirando, Carlos Sívori y… Pedro Ibáñez Ojeda.
¿Italiano el ex senador Ibáñez?
Su padre, el parralino Adolfo Ibáñez Boggiano, era nieto del genovés Bernardo Boggiano, nacido en Santa Margherita, pueblo de la Liguria, provincia de Génova. Buen armador y comerciante. El padre del ex parlamentario – fiel a su ancestro genovés- creó la Sociedad de Almacenes Ltda, actual ALMAC; Comercial Tres Montes y otras grandes empresas. Además de político fue presidente de la Cámara Central de Comercio y miembro del Consejo Interamericano de Comercio. Pedro Ibáñez Ojeda heredó las dotes comerciales de sus antepasados, y aunque no hizo estudios universitarios (trabaja desde los 17 años), fue decano de la Facultad de Comercio de la U. Católica de Valparaíso.
LAS FINANZAS Y LA ISLA DAWSON
Como balas para el comercio y la navegación, los genoveses son llamados en el mundo “los judíos del Mediterráneo”. Algunos van más allá, Ellos mismos me lo dijeron:
–Para engañar a un judío se necesitan cinco escoceses. Para engañar a un genovés, diez judíos.
Cuando se lo comenté a Juan Ferralis, delegado de la Colonia para asuntos oficiales, creyó necesario precisar:
–Eso no es cierto. Creo que con siete judíos basta.
Y no se puede discutir más. Luis Vicentini, el gran boxeador chileno, también tenía sangre italiana. ¡Explosiva!
Estuve tentado de decirle, sin embargo, que justamente por su genio comercial y financiero, en cargos militares y políticos de esa naturaleza abundan descendientes de genoveses y otros italianos. Botones de muestra:
El contralmirante Lorenzo Gotuzzo Borlando fu Ministro de Hacienda; el general de Ejército Sergio Cadenasso Ferroggiario es hoy vicepresidente de la Empresa de Comercio Agrícola y director de Materiales de Guerra; el comandante Alfonso Parodi Dapello, jefe de Abastecimiento de la Armada, y el general José Martini, del comando logístico de la FACh.
Claro que Ferralis pudo recordarme lo de la isla Dawson.
Los primeros blancos que allí se instalaron fueron italianos: monseñor José Fagnano, superior de la Orden de San Francisco de Sales (Salesianos), logró en 1888 un permiso para crear allí misiones indígenas. La tumba de este piamontés en la catedral de Punta Arenas está adornada por un vitral en que aparece la misión de Isla Dawson. También en Punta Arenas los italianos tienen otro orgullo: el Museo Maggiorino Borgatello, más antiguo que el Museo Histórico de Santiago, que lleva el nombre del salesiano que inició la recolección de elementos tehuelches o patagones.
(Ah, y los patagones y –en consecuencia- la Patagonia, deben sus nombres al explorador italiano Antonio Pigafetta).
MISTER CHILE DE POTENZA
¡Tantas cosas que pudo recordarme Juan Ferralis!
Chañarcillo, el más rico mineral de plata, fue descubierto por un hijo de italiano: Miguel Gallo (gal-lo). El diputado Tito Lisoni fue el autor de la ley que creó y estableció la Fiesta de la Raza el 12 de octubre… y era hijo de italianos. (¡No hay salud!). La destacadísima revista Ercilla ha sido dirigida durante más tiempo que nadie por Julio Lanzarotti (14 años) y Emilio Fillipi Muratto (7), ambos descendientes de italianos. El Palacio Cousiño, la más refulgente muestra de la arquitectura santiaguina, se construyó con dinero de los Gallo, heredados por Isidora Goyenechea Gallo.
Y como si fuera poco, una agresión premeditada a la “belleza” masculina criolla: el primer Mister Chile elegido en más de cuatro siglos de historia, Víctor Carcuro, desciende en vivo y en directo de un comerciante en abarrotes originario de Potenza.
Pero alguien -en onda positiva- podría agregar que Eliseo Scherone fundó la Escuela de Sordomudos.
¿Quién podría entender mejor a un sordomudo que un italiano?
A los italianos les gusta cantar y…hacer cantar. Incluso el Servicio de Inteligencia Militar, S.I.M., era dirigido tiempo atrás por el general Julio Polloni.
Cualidades y defectos
(Balance provisorio)
Tutti cuanti, como en emporio, hay entre los italianos de Chile. Desde los “Niños” de la TV hasta los Giulanos de la crónica roja. Desde los buenos salesianos de Don Bosco, hasta la rumenta, la basura de un Pedro de Giorgio o un Victor Hugo Ferlissi, asesinos por afición (ningún chileno de sangre italiana, sin embargo, ha sido nunca condenado muerte).
Descontando buenos y malos, dejando sólo al italiano común y corriente, ¿qué se puede decir de él?
-Individualista en exceso. De ahí viene también la costumbre de instalar negocios pequeños, pero propios. Empresas familiares que rarísima vez logran crecer a más de un nivel discreto. Son también un poco egoístas.
Cuando un sacerdote italiano me señaló estas características no tuve ninguna sorpresa. Sólo una reafirmación de lo que los propios italianos me habían dicho (no todos, por cierto). Pocos, en cambio, habían dejado de admitir que son antes que nada, “muy económicos”, especialmente los genoveses.
HELADOS Y DESCONFIADOS
Pero de eso -de cuántos judíos que se necesitan para engañar a un genovés-, ya hemos escrito.
Falta un hecho revelador: de los 47 negocios que clausuró en un día Impuestos Internos por no extender boleta, 16 pertenecían a personas con apellidos italianos (19 de marzo). Pero en la contraparte, otro italiano, Julio Pistelli Benvenuto, es el que ha ocupado por más largo tiempo la jefatura del Servicio de Impuestos Internos.
Aunque el presidente de la colectividad lleva el apellido de Rodolfo Valentino (don Rafael Valentino), nadie me señaló como defecto un carácter superficial y enamoradizo. Las mujeres no se quejan de pellizcos a la italiana (en salve sea la parte), ni los hombres de falta de femineidad de las mujeres. Son dulces (la miel que consumimos en Chile es producida por abejas… italianas traídas hace casi 130 años por Carlos Bianchi).
No se puede decir otro tanto de los varones. De dulces, nada. Recuerdan la lanceta de las abejas. Nunca he encontrado más dificultades, negativas, evasiones, ¡ladridos a veces!, que al tratar de entrevistar a los italianos. Por supuesto que no fueron pocas las excepciones.
–Es que son desconfiados. Además, lo primero que les interesa son sus asuntos, sus negocios. Les importa un bledo la publicidad. Salvo que saquen algún partido.
El juicio de un dirigente de la Colonia parece fiel a la verdad. ¿Qué son fríos? ¡Pero si Savory fue creado por Norberto D’Alessandri!
DON CORLEONE TIENE RAZON
A la vez son alegres. Cantan. Mamma, Firenze Sogna, Massolin di fiori retumban junto con las bochas en los centros italianos que existen a lo largo de Chile. Son canciones nostálgicas. Pero junto a la nostalgia musical, la del estómago: los panzotis, hechos de ravioles en salsa de nueces; cappeletis con sopa de pollo; el menestrón a la genovesa; las lasagnas…
De un cuantuay, bien preparado.
Renzo Pecchenino, Lukas, recuerda que cuando regresó a Italia sintió como si se metiera en la cama de su padre. “Algo cálido”.
Es que el padre y la madre, la famiglia, –en una palabra— no son cualquier cosa. Dice Lukas:
-Comprendo muy bien a Don Corleone. El italiano es una persona en la calle, en el trabajo. Es otra persona en su casa. Afuera puede matar, estafar. ¡Lo que sea!. Pero su familia, su hogar, es intocable.
Lo que significa este aspecto en la vida de la colonia fue señalado por la mayor parte de los entrevistados.
-El italiano ha enseñado a muchos en Chile a trabajar y a respetar su familia.
Varios alumnos de la Scuola Italiana de Santiago me recalcaron esa cohesión familiar. Sólo uno de ellos, hijo de un funcionario de la Embajada en Santiago, hizo una observación distinta:
–Al llegar a Chile, uno siente que los compatriotas de la Colonia se parecen a los italianos de hace 20 o 30 años. Son tradicionalistas. Esto es bueno por lo de la familia «solidaria y unida”. Malo por otras cosas. La mayoría sigue pensando en el Mussolini de los años 30.
Severa es todavía la disciplina en el hogar. También en clases. ¡Los alumnos saltan como un resorte cuando entra el profesor! En la Scuola Italiana de Valparaíso ningún alumno repite un curso.
El que fracasa se va. No hay tutía.
SIEMPRE EL CORAZON…
Hace poco, un italiano de Viña del Mar, Agustín Viale, concluyó sus Memorias (cuenta que pagó su pasaje hasta Italia para enrolarse como voluntario en el Ejército italiano durante la Primera Guerra…). En su libro autobiográfico levanta un verdadero monumento a su sangre:
“Si eres pobre, trabaja. Si eres rico, sigue trabajando. Si te abruman las cargas y responsabilidades, trabaja. Si eres dichoso, no dejes de trabajar. El ocio engendra la duda, el temor, el hastío. ¡Siempre trabajar!”.
Viale Badaracco cumple 81 años dentro de sesenta días. Apenas hizo algunos estudios primarios y es hijo de un maestro mueblista que ¡jamás! pasó por una escuela.
Cuando muchacho (1913) emigró al Perú. Se vino a Chile luego que hizo sangrar a un oficial de policía. Le había gritado:
-¡Cállate, bachicha de m…!
En Chile descubrió que el nuestro es “un país de la amistad”.
Sólo unas líneas de reproche:
–Desfilaban jovencitos poco antes de la caída de Allende. Uno de ellos me empujó y me dijo: ¡Hácete a un lado, bachicha momio. Ya te queda poco tiempo!
El anciano inmigrante que dejó Zoagli, en la Liguria, con sus“modestos bultos y el corazón lleno de sueños”, no es de los italianos fríos. Al leer sus memorias uno se explica que entre los inmigrantes haya habido uno que llevaba el apellido Buono-Cuore, y que Alejandro Peirano Allegretti -hijo de un piamontés que vivió “entre su almacén y el póker”-, sea precursor de los trasplantes de corazón, en el equipo del Dr. Kaplán.
¡Siempre el corazón!
EL CORAZON… Y LOS HONORES
Los honores – no la ostentación de riqueza- vuelven locos a los italianos. A los de allá y a los de acá. Los de acá, por ejemplo, con notorias excepciones, no quisieron devolver sus medallas y condecoraciones al gobierno italiano cuando se iniciaron los problemas con la junta militar de gobierno en Chile.
–Los hombres que están en el gobierno de Italia no son Italia. ¿Por qué habríamos de devolver cosas a ellos?
Muchos dijeron lo mismo.
Otros -¡muy pocos!- intentaron una explicación diferente:
–Usted ni siquiera imagina lo que para un italiano significa ser “caballero” o “comendador”. El “sir” de los británicos. Muchos inmigrantes modestos se han transformado en “cabaliere” o “commendatore” por servicios a su embajada. En Italia se otorgan de tarde en tarde; en Chile con bastante frecuencia. ¿Alguien va a devolver una medalla que puede dejar como herencia a sus hijos? ¿Devolver eso que puede exhibir lleno de satisfacción a los familiares cuando visita su lugar de origen?
“El engaño feliz”. Esta ópera de Rossini volvió locos a chilenos e italianos hace 145 años. La Compañía Lírica Italiana fue la primera de su género que se presentó en Santiago. Pero desde ese año, 1830, hasta hoy han ocurrido muchas cosas. Una es evidente: más que el boato de la ópera gustan de la melena y la gabardina trasnochadas del “teniente Columbo”.
A algunos italianos, en cambio, les sigue gustando la ópera.
DALLE APPENNINI AGLI ANDES
Precursores en Chile de las actuales financieras con la clásica libreta del almacén, los italianos tienen como orgullo internacional haber fundado el Bank of America (Gianinni, el genovés que lo creo, aparece en todos sus cheques viajeros). En Londres, la calle de los bancos se llama Lombard Street, y muchos creen que el primer banco nació en Génova (San Giorgio). Y de Génova y del resto de la Liguria procede la mayor parte de los italianos llegados a Chile.
Después de aquellos aventureros que llegaron con los españoles, la mayoría de las familias italianas tuvieron su origen en marineros y capitanes…que se quedaron en Chile. Trajeron luego a sus parientes.
¿Por qué instalaron almacenes?
Era un rubro poco explotado. Después vino la imitación, el aprendizaje de los nuevos en el mismo almacén, como ocurrió con los árabes en las paqueterías (Revista del Domingo,10 nov. 1974)
No todos, por cierto, pusieron almacén o rotisería. Ni siquiera los genoveses. Los milaneses y otros lombardos han sido fundamentalmente mecánicos; los napolitanos, sastres; los piamonteses, tejedores (Textil Progreso y otras), ya que en el Piamonte está la ciudad de Biella, equiparable a Manchester por su industria textil.
INDUSTRIAS Y APELLIDOS
Muchos creen que los árabes iniciaron en Chile la industria textil. Fueron los italianos, aunque más tarde algunos palestinos los desplazaran.
En 1920-25 había en Santiago un millar de almacenes italianos, 40 sombrererías, más de 100 bodegas de frutos del país y otros tantos negocios de rotiserías. En forja artística y broncería hicieron maravillas. Simonetti y Carlos Mina son responsables de rejas, lámparas, bronces y otros elementos metálicos que decoran el Club de la Unión, el Banco de Chile, y casi todos los más hermosos edificios de Santiago. Los Simonetti se especializaron durante un tiempo en manillas de ataúdes… Otros hacían tumbas de mármol (la mayoría para italianos), o fabricaban pan. En Valparaíso muchos panaderos: Lagomarsino, Queirolo, Vacarezza, Celle, Andreani, Viale. El pan de Pascua, tan popular hoy día, fue introducido por panaderos baciccias del Puerto. Viale, entre otros.
Las pizzas llegaron sólo ayer, porque son napolitanas, y en Chile no eran muchos los provenientes del bullicioso sur italiano. En cambio son más antiguos los fabricantes de caramelos. Federico Costa se instaló a principios de siglo en Valparaíso; Constantino Ambrosoli Valli, después de la segunda guerra (aún es propietario de la empresa, administrada por su yerno, también italiano). Su padre -diputado de Como- se llamaba Giovanni Battista, y era industrial de la miel. El fundador de Ambrosoli fue capitán del Ejército italiano en tiempos de Mussolini.
No hace falta repetir lo que muchos italianos han
hecho en Chile. Basta recordar apellidos de algunos inmigrantes: Carozzi, Lucchetti, Fantuzzi, Scappini, Moletto, Caffarena,
Marinetti, Margozzini, Fornazzari, Tassara, ¡Carcuro!,
Sprovera, Petrizzio, ¡Forlivesi!,
Tenderini, Dell’Orto,
Falabella, Ruddoff (italiano de origen judío era don Gaetano Ruddoff).
FALA-BELLA Y GIUSEPPE FEA
Existen muchos apellidos arraigados que rara vez se identifican como italianos: Contardo, Cariola, Honorato, Cancino. Los Ripamonti descienden de un milanés que se radicó en España, cuyo bisnieto, Higinio Ripamonti, fundó la familia en Chile hace casi 120 años).
Otros apellidos italianos arraigados: Figari, Pastene, Ferrari, Ceppi, Torti, Onetto, Parodi, Canessa, De Luigi, Mongillo, Frigerio, Croxato, Merello, Peirano,Piga, Trivelli, Varoli, Frugone, Torreti, Forteza, Samoiedo, Cintolesi, Bolocco (aunque Enzo Bolocco Cintolessi, armador de televisores, prefirió no conversar con Revista del Domingo diciendo que daría entrevista cuando se hablara de industriales chilenos).
A nuestro país llegaron algunas familias poco prolíficas, que prácticamente han desaparecido: Tonti, Locatelli, Fea. Giuseppe Fea tuvo un almacén en calle Pacura 599, de Santiago; don Rómulo Tonti, una fundición artística en Seminario 594 (fue profesor de Bellas Artes), y don Fiore Locatelli, un almacén en la calle Placer 666 (no es pariente de Antonio Locatelli, el primero que llegó volando de allende los Andes). Don Fiore, de 78 años, goza de descanso. Junto a Fea, Locatelli y Tonti, hay, sin embargo, una Falabella, que quiere decir “hazla bella”, la más linda italiana que conozco en Chile, Silvia Falabella Peragallo. Es tan joven y atractiva que puede hablar de su pequeño nieto sin riesgo.
SICILIANO EN LA FACH
Después de los genoveses, los que más abundan en Chile son también del norte italiano: piamonteses, vénetos, lombardos. Del Sur -esa Italia que ha divulgado el cine liviano y la mano pesada de la mafia- han llegado pocos. La mayoría de Potenza, región de Basilicata. De este sector provienen unas 300 familias desembarcadas después de la última guerra mundial, el mayor grupo de inmigrantes nuevos de toda la colonia, dueños de restaurantes, bares, lavasecos…
Los de Potenza, como la abrumadora mayoría -tal vez el 80 por ciento de los inmigrantes italianos- proceden de familias campesinas. Propietarios que si se tropiezan caen en el fundo del lado… Y como si fuera poco, Génova –de la Liguria–tiene las tierras más pobres de todas las provincias italianas.
Muy pocos sicilianos llegaron a Chile: los más notables, tal vez, son los siracusanos de la sastrería Cardone Hnos., una de las más prestigiosas. Y en el periodismo destacó Miguel Angel Gargari, primer redactor humorístico de Zig Zag, que creó por lo menos cuatro diarios, y durante años fue el más popular periodista chileno. Gargari Simonetti era hijo de siciliano. Su hijo de igual nombre – “Gargarita” – vive en La Reina. Es el único chileno que ha oficiado como secretario privado de cinco sucesivos comandantes en jefe de la Fuerza Aérea.
CENSO Y CALIDAD
Los 12.358 italianos con pasaporte radicados en Chile por los años 20 del siglo XX, han crecido hasta llegar a los 30.000 en los años 80. Hoy tal vez no superen los 24.000 (“es una colonia vieja; casi no se ha renovado”).
Asombra, sin embargo, lo que han hecho en Chile estos pocos italianos. En Argentina (cifras del gobierno italiano, 1973) hay 1.335.912 ciudadanos con pasaporte italiano (3 millones en un siglo); Chile tiene 25.580; Brasil, 314.618 (1,5 millón en un siglo); Canadá, 258.000; Venezuela, 212.000, Estados Unidos, 235.000 (no todos amigos de Corleone), y Uruguay, 35.000 (en Argentina de 23 millones de habitantes,10 millones tienen sangre italiana, según Aldo Moro).
Tal vez algo que resulte evidente en la historia de los italianos-chilenos es que después de la segunda guerra han llegado pocos, pero con un mejor nivel cultural, incluso con estudios universitarios. Tampoco ellos (como los semianalfabetos que antes constituyeron la mayoría) vinieron a Chile en busca de descanso. Vinieron a trabajar, a hacer fortuna. Si bien tenían estudios, la posguerra no era época fácil para nadie (muchos de los 12 millones de italianos que han salido a ultramar en el ultimo siglo lo hicieron después de la última guerra).
DOS EJEMPLOS PARA IMITAR
Entre los inmigrantes calificados llegó a Chile un milanés, en 1949. Comenzó exportando nueces. Tenía 22 años. Nieto de campesinos pobres, hijo de un coronel del Ejército alpino. David del Curto Líbera -ex estudiante de Agronomía- es hoy, sin lugar a dudas, el hombre más importante de Chile en todo lo que se refiere a exportación de frutas y otros productos de la tierra. Junto a otros italianos, Dino Pruzzo y Domingo Calorio, cubren el 50 por ciento del total de esas exportaciones, que producen al país 14 millones de dólares. Su obsesión de estos días: hay que convertir a Aconcagua en la California del Cono Sur. ¡Exportar o morir! Es el lema que recogió de Churchill. “En los próximos años hay que llegar a los 100 millones de dólares”.
–Sólo entonces voy a descansar tranquilo.
No va a descansar nunca. No descansa ni siquiera Fatigante, o sea, don Vicente Fatigante, propietario del Goal Bar (Bandera con Moneda, Santiago), uno de los 300 llegados de Potenza en los últimos 20 años. Hijo de zapatero, y él mismo trabajó de zapatero en Chile, hace tres meses se trasladó con su familia a una casa de Apoquindo, Se había iniciado con un pequeño almacén cerca de la población La Legua (“Me bachicheaban, me insultaban. Fue muy duro. La gente más culta casi nunca lo hace”). Pero Fatigante no recibió su mediana riqueza de hoy como un maná del cielo. ¿Dieciocho horas diarias de trabajo? Algo así. Recuerda al típico inmigrante de otras épocas:
–Escucha, Giuseppe, mañana es Navidad. Aquí tienes unos pesos. No muchos. ¡Hay que ahorrar! Pásalo muy bien. Tienes todo el día para tí. El próximo año salgo yo…
Era un solo día de descanso y 364 de trabajo
Pero trabajó escuchando en la radio a Paolo Fiori en su Hora Italiana, que lleva 42 años ininterrumpidos. El más espacio radial más antiguo de Chile. Fiori es florentino, de padre alemán, y se llama Alejandro Paolo von Schwedler Poggiali.
Aquellos italianos humildes sólo trabajaban. Pocos pudieron estudiar. Pero uno de ellos, el profesor Italo Composto Scarpati -ex alcalde de Villa Alemana- llegó a crear en Valparaíso la Universidad Gregg-Composto (1935). Era una universidad para… aprender taquigrafía y dactilografía.
Ninguno de ellos -ninguno del medio centenar de entrevistados para realizar este reportaje- imaginó que nunca retornarían a Italia cuando salieron despedidos con un lloroso addío, torna presto.
-Cuando más regresan a pasear. A espantar la nostalgia.
Pero se quedan en Chile.
Sin ninguna excepción, tuve de ellos siempre la misma respuesta:
–Nadie aquí es extranjero. Para todos nosotros Chile es una patria acogedora.
Colonos engañados
Solo 247 familias italianas han llegado a Chile mediante planes de colonización, principalmente privados. En total unas dos mil personas.
1. CAPITAN PASTENE. Provincia de Malleco, comuna de Lumaco, entre 1904 y 1905. Cien familias originarias de Emilia (Alta Italia), minifundistas, a quienes se les ofreció 100 hás por jefe de familia y 50 por cada hijo varón. Se bautizó a la colonia como Nueva Italia. Promotor: Giorgo Ricci Donini, inmigrante, que no cumplió con todo lo prometido. Producen hoy madera, trigo y ganado. Muchos comerciantes. De ella provienen el actual presidente del Colegio Médico, Dr. Hugo Salvestrini y Roberto Balocchi Piccioli, autoridad en planificación escolar.
2. LA SERENA. Provincia de Coquimbo, zonas de San Ramón, La Rinconada y Santa Inés. Fines década del 40 del siglo XX. Cien familias del Trentino, cerca de Alemania. Casi todos rubios. Como la tierra y el agua alcanzaban sólo para 37 personas, la mayor parte abandonó el lugar. Hoy quedan 26 en buenas condiciones. Producen las tres P: papas, papayas y pepinos. Muchos se fueron a la Serena y Copiapó.
3. VEGA SUR. Provincia de Coquimbo, entre La Serena y Coquimbo. Veinte familias – también del Trentino- traídas por la Caja de Colonización, hacia 1950. Tierras salitrosas y pantanosas. Tuvieron que mejorarlas con miles de camionadas de tierra.
4. PARRAL. Provincia de Linares, a 40 km de Parral, 27 familias instaladas en los años 50. Sólo queda una de ellas (Cicchelli), subdividida en cinco. El resto regresó a Italia o emigró al resto de Chile. Son originarios de los Abruzzo cerca de Roma. Les dieron menos de 10 hás en lecho de río.
En las cuatro colonizaciones hubo engaño, a veces fraude y otras maniobras lamentables. Según los propios afectados, esta es la regla mundial en las colonizaciones.
Italianos con uniforme
Mucho más de dulce que de grasa tiene la historia de los chilenos-italianos con uniforme.
En la historia: general Rondizzoni Cánepa, de Parma, amigo de Carrera, presente en Cancha Rayada, Lircay y Ochagavía; general José María Bari, en la Guerra del Pacífico; Dell’Orto, héroe de las sierras peruanas; capitán Ferdinando Pietro Tancredi Trisano Avezzano, nacido en Cumiana (Torino), capitán el 79, organizador de la policía rural de Chile.
Y un caso de grasa: Miguel José Cambiaso, hijo de médico italiano residente en Petorca, teniente artillero en Magallanes, donde encabezó el llamado Motín de Cambiaso (1851). Dio muerte al oficial de la Armada Benjamín Muñoz Gamero (por la espalda). Creó su propio código penal: “descuartizamiento vivo, comenzando por los dedos de las manos” a quienes no lo siguieran.
Fue fusilado.
Entre los indefinidos, Fratelli Castagneto, civil, que durante el plebiscito de Tacna-Arica instaló en Tacna el Hotel Plebiscitario, “para los nativos que esperaban ansiosos el día de la votación trascendental”. Al referirse a “nativos”, no se comprometía con chilenos ni peruanos.
Un solo hijo de italianos ha llegado (1953) a la comandancia en jefe del Ejército: Carlos Mezzano Camino (suegro del ex ministro Fernando Léniz). Y con un récord: no era general de división, sino de brigada.
-¿Y qué podía hacer yo? El Presidente, general Carlos Ibáñez, echó a todos los otros-, dijo socarronamente a Revista del Domingo.
Su padre se dedicó al corretaje comercial y su abuelo tuvo botillería (“una cosa grande”), casi frente a la Plaza Brasil de Santiago.
Un caso poco usual: de los Alpes a los Andes. Juan Bancalari Zappettini, hijo de italianos vecinos a los Alpes, fue el primer oficial chileno destinado a la Escuela Militar alpina. De regreso propuso, organizó y dirigió la primera Escuela de Alta Montaña, para los Andes. Desciende de genoveses abarroteros de Concepción. Hoy es presidente de Chile Films.
Llena está la historia militar de los últimos años con generales y almirantes de origen italiano. Una lista incompleta: Carlos Pollarolo Maggi. Humberto Benedetti, Julio Polloni, Sergio Cadenasso, Lorenzo Gotuzzo Borlando, Julio Canesa, Juan Soler Manfredini, Sergio Botto, Antonio Costa, Arturo Yovane, Tucapel Vallejos Reginatto, Hugo Musante, Arturo Fernández Bertoni, José Martini Lema, Horacio Justiniano (originalmente Giustiniano), Sergio Huidobro Justiniano, Luis Noziglia Barbagelata. También general, pero de Carabineros, Arturo Queirolo, su director general.
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